MÍTICO. Tarzán, junto a Jane y Chita en los brazos.
MIS RECUERDOS DE LA TELE PABLO MOTOS PRESENTADOR

«No había nada superior a las películas de Tarzán»

Como vivía en una familia modesta, en casa de Pablo Motos (Valencia, 1965) aún veían la tele en blanco y negro cuando media España ya la disfrutaba en color. Y pensando que lo de la tele nueva iba para largo, el humorista decidió hacer más corta esa espera.

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«Una tarde, mientras todos dormían la siesta, tiré la tele al suelo y me puse a saltar encima... Recuerdo la bofetada que me dio mi padre, porque vi unas estrellitas de colores durante un buen rato y me pitó el oído una semana entera», recuerda Motos, que, por lo menos, consiguió que se comprara un televisor moderno. «Fue alucinante ver el color rojo de los trajes de los payasos de la tele porque llevaba años viéndolos grises», rememora.

Pero para Pablo no había «nada superior» a las películas de Tarzán. «Las veía con mi padre y hacíamos los dos el grito famoso. No se podía ser más feliz», asegura el presentador valenciano. Años después ha vuelto a ver a Tarzán y sonríe al darse cuenta «de los trapecios que se veían por detrás de las lianas y los cocodrilos de plástico», que de crío le habían parecido tan reales.

También ha vuelto a ver mucho después Kung Fu, del que era fue y sigue siendo seguidor confeso. «Los consejos del maestro ciego me siguen gustando», dice Motos. Quizá en algún zapeo y programas con imágenes para el recuerdo se ha topado de nuevo con algún fragmento de dos clásicos para los niños y jóvenes que él siguió entonces: La bola de cristal y Los Chiripitifláuticos.

Además de programas inolvidables que le entretuvieron las ociosas tarde de la infancia, Pablo Motos reconoce el mérito de un grande de la tele: Kiko Ledgard. «Era perfecto, tenía eso que tienen muy pocas personas y que hace que te apetezca estar con ellos. Y Buenafuente también lo tiene».