Ahmadineyah, durante su intervención en la Asamblea de la ONU. / EFE
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Israel arremete contra la ONU por servir de plataforma a Ahmadineyad

Tzipi Livni dice que el discurso del presidente iraní contradice el espíritu de Naciones Unidas

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Muy pocos asuntos internacionales distraen a políticos y medios en Israel de lo que pasa dentro de sus fronteras, y la excepción lleva casi siempre por delante el nombre del presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad. Su discurso el martes ante la Asamblea General de la ONU en Nueva York hacía retumbar ayer de indignación a las autoridades del Estado judío, y particularmente a la ministra de Asuntos Exteriores, Tzipi Livni.

La diplomática alzaba la voz por primera vez desde que el lunes recibiera el encargo de formar Gobierno, para arremeter contra Naciones Unidas por dar plataforma al presidente iraní y sus amenazas sobre el «inminente desplome» de Israel.

El jefe del Estado judío, Simón Peres, se referiría también a esta oportunidad dada al representante del régimen de los ayatolás como algo «nunca visto en esta casa», que se recordaría como «las más duras acusaciones en medio del odio».

«El discurso de Ahmadineyad ante la Asamblea de la ONU pone en evidencia el absurdo en una organización cuyo lema fundacional fue 'Nunca más'», advertía Livni aludiendo al principio de evitar un nuevo Holocausto. «Pero eso no es lo peor, Irán está pidiendo ser incluido como miembro del Consejo de Seguridad, que es como permitir a un criminal ser su propio juez y parte». «Esto es un absurdo sin precedentes, -repetía-, que un país que amenaza la seguridad de sus vecinos y llama a la destrucción de otro Estado se convierta en miembro de una organización cuyo objetivo es mantener la paz y seguridad internacional».

La candidata a primera ministra de Israel recordaba también que sobre Teherán pesan sanciones de la ONU por «perseguir un programa de armas nucleares y suministrar armas a organizaciones terroristas», por lo que reclamó «la necesidad de aplicar la presión internacional» que consiga detener semejantes aspiraciones. El incremento de esa presión se ha convertido para las autoridades judías en una obsesión, heredera del pavor que despiertan en el país las conexiones con las milicias de Hamás y Hizbulá.

Precisamente ayer, la Unión Europea expresaba de forma oficial sus sospechas de que Irán prosigue «de forma metódica» sus planes atómicos con una «dimensión militar». El jefe de la oposición en Israel, el derechista Benjamín Netanyahu, tomaba nota, pero para lamentar que si Occidente «ha descubierto el peligro, todavía no actúa», y dejar en suspenso la posibilidad de que Israel pueda pasar a la acción y destruir por su cuenta las instalaciones iraníes. «Cualquier discusión pública sobre la cuestión es superflua», dijo.

Según señalan numerosos analistas, el periodo de vacío en Estados Unidos entre la Administración Bush y la de su sucesor podría ser crítico para una escalada de tensión entre Israel y Teherán.