Opinion

La cortesía

Todavía no consigo salir de mi asombro; la rabia, la impotencia y la indignación se han apoderado de mí y ni con el paso de los días consigo calmarme, buscando en mi cabeza dónde fallé y entonando una y otra vez el mea culpa.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Me dirigía yo a mi trabajo, bastante temprano puesto que entro a las seis de la mañana, subí al autobús medio dormido y me senté en un asiento que quedaba vacío detrás del conductor. Mientras continuaba montando personal me fijé en una señora (de la edad de mi madre aproximadamente) que viajaba con su marido. Un instinto de caballerosidad me hizo levantarme del asiento para cedérselo, a lo que la señora accedió, dándome las gracias y obsequiándome con una grata sonrisa con la que me ví más que de sobra recompensado.

Pero este momento tan bonito quedó truncado cuando su marido (no consigo entender a santo de qué) me dijo en voz alta: «¿Tan vieja la ves!». Nunca unas palabras tan a destiempo pronunciadas me han hecho tanto daño y reaccioné contestando de manera irónica al que no tenía papel en aquella bonita historia: «¿Usted perdone, caballero!»

Rafael Fernández Prieto. Jerez