Editorial

Necesaria confianza

El trabajoso avance de los análisis para identificar a las víctimas de la catástrofe de Barajas y los contados detalles ciertos sobre cómo se produjo acreditan la envergadura de la tragedia, de la que hoy se cumple ya una semana, y de la responsabilidad que han de asumir todos los implicados en la dolorosa y compleja gestión de la misma. La comparencia ayer de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil ha de ser contemplada como un loable intento de tranquilizar a los familiares sobre la marcha de las averiguaciones que habrán de determinar las causas del siniestro y de serenar los ánimos de una ciudadanía sobrecogida aún por el drama y en la que han aflorado en los últimos días recelos y temores ante la seguridad de los aviones. La larga comparecencia de los representantes de la Comisión puso de manifiesto que la voluntad de calmar la inquietud que se ha suscitado sólo puede sostenerse por ahora en la transparencia en la transmisión pública de una información que requiere de confidencialidad y en el compromiso, reiterado ayer, de que se dedicarán todos los esfuerzos a dilucidar las causas de la catástrofe. El organismo vino a pedir el necesario margen de confianza para que las investigaciones puedan prosperar.

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La limitada reconstrucción de los hechos que hicieron sus integrantes no esclareció los motivos del accidente, pero sí permitió certificar algunas de sus circunstancias; entre ellas, que el avión cayó de cola, que su parte trasera se desprendió y que recorrió dando tumbos más de un kilómetro antes de convertirse en una letal bola de fuego. El relato no fija el por qué, pero sí describe los terribles momentos que tuvieron que vivirse dentro del aparato, bien reflejados en las palabras de Beatriz Reyes, una de las supervivientes, al abandonar ayer el hospital. La confirmación de que la Comisión emitirá un primer informe preliminar en un mes obliga tanto a ser rigurosos con ese plazo por respeto a las víctimas como a no generar expectativas desmedidas sobre su contenido. Las consecuencias de la tragedia exigen que la ministra de Fomento ofrezca el viernes en el Congreso las explicaciones pertinentes sobre la gestión realizada hasta la fecha y el estado de la seguridad aérea en nuestro país, pero también que la oposición persevere en una respuesta mesurada que, sin renunciar al imprescindible control del Gobierno, no aliente debates desenfocados cuando aún se desconocen las causas del desastre.