El colofón lo puso la veteranía de Juan Villar. / NURIA REINA
Cultura

Esencias gaditanas

Nuevamente la organización de la peña Enrique el Mellizo ha logrado conformar un cartel variado y coherente para los Jueves Flamencos en el Baluarte de la Candelaria. En esta ocasión ha sido la noche gaditana por excelencia con tres voces admirables y un bailaor, artistas emblemáticos de esta tierra.

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Con la guitarra de Adriano Lozano, le tocó abrir el programa del jueves a Felipe Scapachini. Será aquello de que «nadie es profeta », porque Felipe es un cantaor inexplicablemente subvalorado, a pesar de su constancia, oficio y una digna carrera. Con una voz tan cálida y cómoda como tus zapatillas favoritas, despachó soleá, tientos tangos en el tono sentencioso de Mi, malagueñas melliceras, alegrías sabrositas de la Tacita con alguna letra alabando a diversos cantaores gaditanos y bulerías también inconfundiblemente de la tierra.

No sé si hay una escuela gaditana del baile masculino, pero entre el Junco y Juan Ogalla, figuras internacionales, se puede hablar de cierta impronta de elegancia y sobriedad que a menudo está ausente en el panorama actual. En esta ocasión ha sido Ogalla que sentó cátedra por seguiriyas con el espléndido atrás del guitarrista Rafael Rodríquez el Cabeza y los cantaores José Anillo y Moi de Morón.

Carmen de la Jara, la voz blanca de Cádiz, guapa y salaíta, abrió con cantiñas y tangos gaditanos con Antonio Carrión a la guitarra.Luego su dulzura volvió dulce amarga para recordar a las víctimas del siniestro de avión del día anterior mediante unas espléndidas seguiriyas, con algún estilo difícil y toda la emoción que corresponde. Siguió por bulerías con un delicioso surtido de cancioncitas antigüitas en una diversidad de escalas, y cerró su actuación por fandangos.

El colofón lo puso la veteranía de Juan Villar con el acompañamiento de su Periquín, Pedro Carrasco. Siempre es complicado hablar de las grandes figuras que sufren el natural declive de las facultades. Recuerdo a Juanillo desde antes de esa primera grabación como Juanito el de la Gineta, he observado su ascenso y ahora su madurez.

Anoche cantó asfixiaíto, no tiene caso negarlo, pero tratándose de uno de los pocos grandes seguiriyeros que nos quedan, luego, el sabor y sabiduría por soleá y por tangos que han empapado cada momento, y rematando con su Eres bella entre las bellas y Ya todo acabó, tiene mi indulto más absoluto y permanente, porque la genialidad artística no caduca.