EN CASA. Un médico atiende a uno de los soldados heridos a su llegada a Orly. / REUTERS
MUNDO

Víctimas de fuego enemigo y amigo

Los supervivientes franceses a la emboscada talibán denuncian que sus colegas murieron por fallos militares

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Nada fue como se contó. Once de los soldados franceses heridos el lunes en una emboscada de los talibanes que costó la vida a diez de sus compañeros denunciaron ayer a su llegada a París que fueron fallos militares los que convirtieron el ataque en la mayor tragedia que sufren en combate tropas galas desde la guerra de Argelia (1954-1962).

Los militares trasladaron su indignación desde las camas de los centros sanitarios en los que se encuentran hospitalizados. Los uniformados caídos, según su opinión, fueron víctimas de «la lentitud de reacción del mando y de serios problemas de coordinación». Ninguno murió en la emboscada que sufrió su convoy cuando avanzaba a pie hacia un puerto de montaña de la región de Surobi, dentro de la provincia de Kabul, a unos cincuenta kilómetros de la capital.

La unidad de reconocimiento fue sorprendida por fuego enemigo, pero cuando realmente sufrió las bajas fue en las cuatro horas posteriores, durante las cuales tuvieron que rechazar constantes ataques de un centenar de rebeldes «sin recibir refuerzos», explicaron los supervivientes. «No teníamos municiones para defendernos con nuestros famas (fusiles de asalto). Ellos estaban mejor armados que nosotros. Contaban con tiradores de élite y eran más numerosos. Incluso les escuchábamos recargar», añadieron. Durante ese tiempo recibían tiros desde el frente insurgente y también desde su retaguardia, donde los inexpertos miembros del Ejército afgano que les acompañaban disparaban a discreción sin discriminar blancos. Varios franceses cayeron heridos por este fuego amigo, aunque no se ha llegado a confirmar si tuvo consecuencias letales. La ayuda llegó por el aire. Los aviones de la OTAN bombardearon la zona para posibilitar la retirada de los paracaidistas de París, pero lo hicieron con escaso tino. Los misiles norteamericanos alcanzaron al destacamento, aunque también habrá que esperar una investigación para determinar si causaron víctimas mortales.

Incomunicados

En total fueron seis horas y media de asedio enemigo... y amigo. Y, además, incomunicados, porque las radiotransmisiones se cortaron. «Nuestra frustración es indescriptible. Nos bombardeaban a nosotros y no podíamos avisarles de que erraban el tiro», señalaba uno de los heridos. Los supervivientes denunciaron que no estaba prevista la intervención de una fuerza de reacción rápida para situaciones de urgencia como la vivida.

Sus quejas no tuvieron respuesta. Elrick Irastorza, jefe del Estado Mayor del Ejército de Tierra, se limitó a decir que «se analizará lo que ha pasado». «Llegará el momento en el que habrá que extraer conclusiones profesionales de esta operación», añadió. El secretario de Defensa, Jean-Marie Beckel, por su parte, dijo que «no es momento de polémica, sino de compasión y unidad nacional». La polémica sorprendió al presidente, Nicolas Sarkozy, en Afganistán, a donde viajó de inmediato para arropar a las fuerzas desplegadas bajo el mandato de la OTAN. También se limitó a señalar que habrá «que extraer consecuencias». «Hay que pensar en ello. Os prometo que vamos a trabajar en ello con vuestros jefes». El alegato final de Nicolas Sarkozy llamaba a «levantar la cabeza» y proseguir «con una misión indispensable en un lugar donde se juega una parte de la libertad del mundo. Aquí se libra el combate contra el terrorismo».