EN LA PLAYA. En verano aumentan los grupos que 'escapan' al 'botellódromo'. / VÍCTOR LÓPEZ
Jerez

La normativa casi ha erradicado este fenómeno en el resto de la provincia

En el conjunto de la provincia, la entrada en vigor de la conocida como Ley Antibotellón ha hecho prácticamente desaparecer este fenómeno de las calles. El tiempo en que se ha logrado ha sido todo un récord, si se compara con otras comunidades donde este tipo de ley que prohíbe beber alcohol en la vía pública existe desde hace más tiempo.

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Bien es cierto que la norma andaluza no ha erradicado del todo el consumo al aire libre. El botellón aún existe, pero se ha trasladado a lugares acotados y permitidos por los ayuntamientos, donde el ruido nocturno apenas molesta a vecinos y viandantes (el verdadero problema que motivó la creación de esta norma): los llamados botellódromos.

En este sentido, en el Ayuntamiento de Cádiz valoran y destacan «la colaboración de los jóvenes, ya que todos han entendido la necesidad de compatibilizar ocio y descanso de los vecinos», explican. En la capital, se permitió la bebida de alcohol en la Punta de San Felipe. Fuera de este espacio, las multas por incumplir la ley son mínimas en la ciudad: desde el 1 de marzo, apenas sumaron 117.

A punto de extinguirse

En otras ciudades de la Bahía, como Puerto Real o San Fernando, donde en la pasada década la movida nocturna aún tomaba las calles con miles de personas, el fenómeno ha llegado incluso a estar prácticamente «extinguido». Hasta el punto de que desde el Ayuntamiento puertorrealeño se asegura no haber tenido que tomar ningún tipo de medidas ni crear ordenanzas. Sencillamente el problema no existe.

Los jóvenes de estas ciudades buscan los fines de semana otros destinos, otras ciudades, donde las concentraciones en torno al botellón sí son aún un fenómeno con éxito: como la propia capital gaditana, El Puerto, Jerez o, sobre todo en verano, municipios de la Janda como Conil.

En vacaciones, no es extraño que el botellón conileño llegue a extenderse a otras plazas y calles de esta ciudad donde, según la ley, no se debería permitir el consumo.

Estos botellones ilegales no son exclusivos de Conil. En esta época el consumo fuera de los lugares permitidos reaparece, aunque tímidamente y no en forma de grandes concentraciones de personas, sino en pequeños grupos dispersos por calles, parques y, sobre todo, las playas.

En el Puerto, este verano nuevas zonas han sido conquistadas por este fenómeno. En Chiclana, el botellón no se extiende fuera de las zonas permitidas porque, de hecho, aún no se ha acotado ningún espacio para ello. Se supone que el lugar ideado es el parque de Las Albinas, pero sigue sin estar acondicionado.