Editorial

Crisis en soledad

La presencia ayer en sesión extraordinaria del presidente del Gobierno en el Congreso para ofrecer explicaciones sobre las dificultades económicas debía servir para calibrar hasta qué punto ha interiorizado el Ejecutivo la gravedad del frenazo y su capacidad para insuflar, con realismo, nuevas dosis de confianza a una ciudadanía cada vez más inquieta por la rotundidad de los datos, que ayer se agravaron con la apreciable subida del paro en junio por primera vez en 15 años y la caída en las afiliaciones a la Seguridad Social. La efectividad de la comparecencia de Rodríguez Zapatero se había visto lastrada tanto por el hecho de que la misma había sido forzada por la oposición, como por la reiteración de un discurso negador de la existencia de una crisis formulada en estos términos. A la luz del debate, resulta dudoso que el jefe de Gobierno lograra recuperar credibilidad con una intervención en la que admitió las complicaciones, pero en la que volvió a exhibir un optimismo sobre la recuperación de la economía española que en estos momentos no sólo no está contribuyendo a reactivarla, sino que difícilmente puede sintonizar con el sentir de aquellos ciudadanos -cada vez más- que han sufrido la merma en su poder adquisitivo.

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La coincidencia en bloque de la oposición en atribuir al presidente un diagnóstico despegado de la realidad e inacción en la respuesta ante la crisis oficializaron la novedosa soledad parlamentaria del Ejecutivo, que a tenor de la variedad de intereses que confluyeron en la censura común recibida ayer se enfrenta a una ardua negociación de sus primeros Presupuestos en época de abierta contracción en el crecimiento. Rodríguez Zapatero no pareció buscar tanto el consenso de algunos de sus potenciales aliados en torno a su análisis y al medio centenar de iniciativas, todas ya anticipadas, para tratar de reanimar la economía, como la empatía con aquellos sectores que más pueden precisar de la protección del Estado para hacer frente a las estrecheces. El énfasis con que el presidente incidió en su compromiso de que seguirá aplicando políticas socialdemócratas, consolidando las medidas a favor de la equidad impulsadas en su primer mandato, tropieza sin embargo con la drástica reducción del superávit y el incremento en paralelo de los costes en prestaciones como las de desempleo. Rodríguez Zapatero situó como factor estratégico de su estrategia la incentivación del diálogo social, imprescindible para evitar en estos momentos que la traslación de la inflación a los salarios dispare aún más la primera. Pero también para impulsar con el mayor consenso las reformas estructurales precisas para cambiar un modelo que tanto el Gobierno como la oposición coincidieron en cuestionar de una u otra forma.