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El zar empapado

Andrei Arshavin fue anoche bajo el diluvio de Viena un zar empapado por el chaparrón de buen juego español. El pequeño gran jugador ruso naufragó con todo su equipo en medio de la tormenta de rayos y centellas de una selección con vitola de equipo de ensueño.

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Desbordado por la responsabilidad y atenazado por su condición de estrella mediática de una Eurocopa de la que era su revelación, el otras veces excelentísimo emperador de San Petersburgo apenas ofreció algunos destellos de su extraordinaria clase en la primera parte. En la segunda mitad zozobró con la armada del águila bicéfala que manifiestamente no estaba preparada para luchar contra aquellos elementos ataviados de oro, color del metal que destella en el horizonte dominical del estadio Ersnt-Happel. En la noche aciaga en la que se eclipsaron las estrellas rojas el cotizado Arschavin fue papel moneda mojado.

En medio de la tormenta, el relámpago Arshavin apenas centelleó al cuarto de hora en una arrancada que atajó Puyol con falta a una treintena de metros de la línea de gol. La ejecución del golpe franco se le fue ligeramente por encima del larguero a Pavlyunchenko. Cinco minutos después el resplandor del cometa ruso centelleó de nuevo para irse de Xavi y rematar a puerta sin potencia.

El hombre diez de Rusia gozó de libertad de movimientos en la media punta que aprovechó para recorrer el frente del ataque en diagonal desde la izquierda a los parajes custodiados por Xavi y Capdevila. Luis Aragonés ordenó marcar al menudo creador en zona sin dedicarle un celador en exclusiva. Apoyado en las coberturas de Senna, Sergio Ramos aprovechó el nulo espíritu de sacrificio defensivo del jugador teóricamente situado en su pasillo para reiterar las subidas por el carril.

Las faltas en las que incurrió el primer bailarín de las coreografías de Hiddink fueron en ataque. Silva y Senna conocieron la reacción encorajinada del querubín de rostro angelical y piernas endiabladas cuando el imperio ruso pierde la posesión del balón.

Puyol, en persona

Al filo del descanso Arshavin conoció en persona a Puyol en un choque de cabezas que les brindó la oportunidad de estrecharse la mano en la banda a la espera de permiso para reincorporarse al juego.

El saludo al capitán blaugrana pareció un signo anunciador de una próxima cohabitación con vistas al mediterráneo por parte de un astro consciente de que se exhibía en el escaparate y de que su cotización ya ronda los quince millones de euros.

Clubes ingleses como el Newcastle o el Manchester City e incluso el Arsenal se han interesado por el jugador ruso mejor pagado, a razón de 2,5 millones anuales. De euros y no de dólares, como impuso a la hora de firma su renovación a los directivos del Zénit San Petersburgo.

Pero la nueva joya de la ciudad de los zares insiste en esta Eurocopa en que su sueño es jugar en el Barça. Desde que era niño y contemplaba los éxitos en blaugrana de Romario, Koeman, Stoichkov por la televisión del piso compartido con otras familias, donde se crió junto a su madre abandonada por su progenitor, en la antigua Leningrado. El secretario técnico del Barcelona, Txiki Begiristain, y el entrenador barcelonista, Josep Guardiola, ya han reconocido que es un jugador interesante para el Barcelona.

La revelación del torneo ha marcado los espíritus como lo hicieron en su día estrellas del fulgor de Schuster en 1980, Platini en 1984 y Van Basten en 1988. Antes del partido, en los palcos del renovado Prater se le comparaba con Alexandre Zavarov, el magnífico 9 soviético que llegó a la final de hace 20 años a las órdenes del autoritario Valeri Lobanovski.

El propio ariete de aquel competitivo conjunto y del Dinamo de Kiev que ganó la Recopa al Atlético de Madrid en 1986, hoy entrenador del Arsenal ucraniano, ha reconocido la filiación con el nuevo regateador de bolsillo que hasta se le parece en la insoportable para los defensas levedad de su ser.