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La potente economía rusa empieza a recalentarse

Desde la caída del imperio soviético, Rusia nunca ha crecido tanto como ahora. El ritmo de crecimiento de su economía es uno de los más elevados del mundo. Su Producto Interior Bruto (PIB), sin ir más lejos, se incrementó en un 8,5% en el primer trimestre de 2008 en comparación con el mismo período del año pasado. Y el FMI vaticina para este ejercicio un crecimiento de un 8 %, cuando apenas doce meses antes fue del 8,1. Unos datos que, más que invitar al optimismo, preocupan en un país donde se ha disparado la inflación y hay signos evidentes de concentración de fortunas.

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El número de multimillonarios rusos también aumenta sin cesar. En un año ha pasado de 60 fortunas con más de diez cifras a 110. Moscú hace tiempo que es la ciudad más cara del planeta y con mayor cantidad de ricos. El precio medio del metro cuadrado de vivienda nueva en el centro de la capital está por encima de los 30.000 dólares (algo más de 20.000 euros). Es decir, un apartamento de 50 metros cuadrados con vistas al Kremlin vale no menos de un millón de euros.

El Estado ruso cuenta con unas reservas en oro y divisas que superan los 550.000 millones de dólares (unos 380.000 millones de euros). Y todo gracias a la energía, ya que es el primer productor mundial de gas y el segundo de petróleo. Posee además las segundas reservas más importantes de carbón del globo.

El monopolio energético Gazprom, que acaba de convertirse en la tercera mayor compañía mundial en capitalización, sólo por detrás de ExxonMobil y PetroChina, suministra el 25% del gas que se consume en la Unión Europea. El año pasado, exportó a Europa 150.500 millones de metros cúbicos, lo que supuso un beneficio de más de 25.000 millones de euros. En 2008, sin embargo, exportará 163.000 millones de metros cúbicos y se embolsará, gracias a la subida de los precios, más de 40.000 millones de euros.

Según el viceprimer ministro ruso, Alexánder Zhúkov, el volumen de inversiones acumuladas es superior a 150.000 millones de euros. Sólo en 2007, las inversiones desde el exterior alcanzaron los 83.000 millones de euros. El presidente ruso, Dmitri Medvédev, aseguró durante el reciente Foro Económico de San Petersburgo que, si en 2006 las inversiones crecieron en un 13 por ciento, en año pasado lo hicieron en un 21 por ciento. Aún así, Medvédev sigue considerando «insuficientes» esas cifras.

El Fondo Monetario Internacional sitúa la economía rusa en undécimo lugar. Por delante están EEUU, Japón, Alemania, China, el Reino Unido, Francia, Italia, España, Canadá y Brasil. Sin embargo, los expertos afirman que Rusia ha subido ya a la octava o séptima posición. El 'número dos' del Gobierno ruso, Ígor Shuválov, pronosticó en San Petersburgo que al final del presente año Rusia será la sexta economía mundial y, según la ministra de economía, Elvira Nabiullina, en 2020 alcanzará el quinto lugar.

Los ingresos de la población crecen ahora a un ritmo anual del 15%. El primer ministro, Vladímir Putin, quiere conseguir que en 2020 dos de cada tres rusos pertenezcan a la clase media, es decir, perciban entre 300 y 2.000 euros al mes. De acuerdo con los datos facilitados en febrero por la compañía de seguros Rosgosstraj, la cifra de rusos con ingresos superiores a los 18.000 euros mensuales ha aumentado un 65%.

Pero en Rusia no es oro todo lo que reluce. El propio ministro de Finanzas, Alexéi Kudrin, admitió el pasado martes que la economía rusa se está «recalentando» y que el índice de inflación es demasiado alto. «Va a ser difícil cumplir nuestro pronóstico de mantener la inflación en torno al 10,5%», reconoció Kudrin. El subdirector del Banco Central ruso, Guennadi Melikian, cree que en 2008 la inflación superará el 12 por ciento mientras que Mijaíl Deliaguin, director del Instituto de la Globalización, estima que los índices reales son el doble o el triple de los que el Gobierno declara y afectan principalmente a los productos alimenticios. El FMI habla de una inflación cercana al 14%.

El ex ministro de Economía ruso, Andréi Necháyev, señala que «una alta inflación junto con ritmos elevados de crecimiento son los principales indicios de recalentamiento de una economía». A esto se añade además «el incremento del gasto público». Para Evgueni Yasin, director de la Escuela de Economía de Moscú, «la demanda de productos de consumo, que el año pasado subió en un 15%, es superior a la capacidad de nuestra economía de generar oferta», lo que «hace que los precios suban sin cesar».

Otro de los problemas de la economía rusa es su excesiva dependencia del gas y del petróleo y su escasa diversificación, carencias que Putin asume y promete subsanar en los próximos años. La riqueza tampoco está demasiado bien distribuida. Más del 20% de los rusos subsisten con menos de 90 euros al mes. Especialistas como Nikita Krichevski, del Instituto de Estrategia Nacional, subraya el hecho de que «cuando la economía rusa se mide por poder de compra, estamos casi en el sexto lugar del mundo, pero en PIB per cápita andamos en el puesto número 55».