TRIBUNA

Sierra y mar, marismas y campiña: eso es Cádiz

Efectivamente esa es la descripción geofísica de la provincia de Cádiz, basada en la diversidad absoluta. Esas diferencias vertebran una provincia, sucesión de comarcas con caracteres muy diferentes y notas peculiares. Administrativamente también es una provincia diferente, con una idiosincrasia única en el Estado español. La Administración General del Estado ha tenido auténtica presencia física en los tres territorios de la provincia que actúan como fuerza centrípeta en cada una de ellos: la Bahía de Cádiz, el Campo de Gibraltar y el Marco de Jerez. Todos han contado hasta hace poco con establecimientos del Banco de España, la Hacienda estatal se encuentra presente como si de tres provincias se tratara y desde fecha reciente la Audiencia Provincial tiene sedes en cada una de ellas. Tampoco se queda atrás la Universidad con cuatro campus.

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La Base de Rota, Gibraltar, Marruecos y la especial dependencia administrativa hasta fechas recientes de Ceuta, le dan a la provincia un toque de distinción que casi roza lo exótico. En el resto de España, hablar de la capital de la provincia es hablar de su provincia, una cosa equivale a la otra. En Cádiz eso también es distinto. Las áreas de las dos bahías y Jerez, rivalizan como auténticas capitales, lo que en no pocas ocasiones ha originado algún que otro sentimiento separatista, reivindicando la modificación de la división provincial española de Javier de Burgos. Las pretensiones legítimas de Jerez y Algeciras de tener sedes administrativas estatales y autonómicas, pierden consistencia con la mayor y mejor dotación de infraestructuras, que cohesionan y vertebran mejor la provincia.

El tercer acceso a Cádiz solucionará definitivamente el problema administrativo, ya que esta estará conectada con el punto más recóndito a una hora y media máximo. En este caso la necesaria cercanía de la administración al ciudadano se ha hecho realmente efectiva con la mejor y mayor dotación de infraestructuras. También es una provincia particular en lo económico. En la Sierra, ganadería y agricultura, junto con manufacturas varias, algunas de ellas como la marroquinería de especial importancia y de reconocido prestigio en todo el mundo. La población de los pueblos que la conforman, no sólo se ha mantenido estable, sino que contra todo pronóstico racional y objetivo, incluso se ha visto aumentado, por la incidencia que en estos pueblos tienen ciertos mecanismos protectores sui géneris, el AEPSA, antiguo PER, consideradas como políticas activas de empleo, que además cumplen otra finalidad, la de ser un cauce de financiación local y de compra de la paz social. Unido ello a la incidencia en la zona de un mecanismo protector de Seguridad Social, el subsidio agrario, no sólo han parado el éxodo de población, sino todo lo contrario, el incremento de la población es una realidad. Sin lugar a dudas, en todo ello hay una gran dosis de perversión del sistema, que impide el ajuste natural de la demanda y oferta de la mano de obra, que sí existe en todas las demás zonas donde no operan estas políticas de subsidios y de pseudo mecanismos financieros de la Administración local, a través de políticas activas de empleo en toda su gama.

El Marco de Jerez, con una tradicional importancia de la agricultura y manufacturas de ella derivadas. La producción de vinos, brandys y vinagres de excelentes calidades y con una gran cantidad de variedades han hecho famosos en el mundo entero estos productos, lo que además realza su vocación exportadora, desde sus orígenes en el siglo XVII. Desde entonces, la confrontación social espejo de la propia estructura social, con pocos y poderosos propietarios y una gran masa de asalariados, donde la clase media brillaba por su ausencia, postergó a la zona del desarrollo industrial que hubiere sido deseable. Ello unido a una gran actividad durante el siglo XIX y principios del XX del anarquismo, en el denominado triángulo anarquista del Marco, formado por Jerez, Sanlúcar y Trebujena, definitivamente alejaban la zona del deseable desarrollo industrial, por repeler las circunstancias allí existentes, las necesidades de capital necesarias para su expansión. Hoy en día las circunstancias han cambiado, pero ese cambio se produce fundamentalmente a final de la década de los años ochenta, cuando se produce la famosa huelga de la vid, en la que por primera vez en la historia de la zona no se recogió la cosecha. Esto unido a otras consideraciones de índole sindical, supuso un punto de inflexión a partir del cual, Jerez ha despertado de su letargo sempitérnico, despertar que hubiera sido mucho más provechoso y fructífero si su clase gobernante se hubiera alejado de consideraciones populistas que han rayado el absurdo en la forma de gobernar durante toda la transición política.

La Bahía de Cádiz, el monolitismo industrial, junto con una vasta extensión de marismas definen a una zona también caracterizada por una importante presencia de la Administración, a través de las Fuerzas Armadas españolas. El sector industrial por excelencia, el naval que tanta trascendencia ha tenido en la zona desde finales del siglo XIX, ha sido también una rémora importante para ella en fechas más recientes. La publificación del mismo desde mediado de los años cincuenta, junto con otras empresas aquí instaladas también públicas, Construcciones Aeronáuticas, Tabacalera..., acaparaban todo el tejido industrial, alejándolo de cualquier consideración de mercado. Esta cuestión, la desconexión de la estructura del mercado de las empresas existentes en el pasado, justifica el retraso actual, a la vez que todos los proyectos industriales en la zona están directamente mediatizados por las Administraciones. No se concibe la instalación en la zona de una empresa de envergadura por la preparación y cualificación de la mano de obra o por otras consideraciones relacionadas con la eficacia, eficiencia o productividad requeridas por una empresa en su decisión racional de instalación en un determinado territorio. Sólo las prebendas y subvenciones de la Administración hacen posibles su instalación, lo que a la postre es un gran error.

La otra bahía, la de Algeciras, con una proyección industrial de incalculable valor y un puerto de los más importantes del mundo en tráfico de contenedores, no despega como debiera por un déficit importante de cualificación profesional en la zona, lo que supone que las empresas auxiliares y de mantenimiento industrial con mayor proyección de valor añadido sean casi todas foráneas. Ello unido a una importante conflictividad laboral, conflictividad que en los últimos años se ha trasladado de la zona de la Bahía de Cádiz a la de Algeciras, lastran su desarrollo y postergan importantes proyectos de inversión privada en la zona. La solución, modificarlo todo para transformarlo.