Todo el equipo de 'Cobardes' en la presentación del filme / EFE
Cultura

'Cobardes' reparte las culpas del acoso escolar

Llamarle por el mote a un compañero, reírse cuando se equivoca o ignorarle es acoso escolar. Si el bullying termina en paliza o suicidio sale en la prensa. Cobardes enseña que un patio de instituto puede resultar más peligroso que el de una penitenciaria. Y que los abusones también existen en la familia y en el trabajo. El segundo largometraje de José Corbacho y Juan Cruz -en los cines el 25 de abril- concursó ayer en Málaga.

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Lo más suave que tiene que aguantar el pelirrojo protagonista son los gritos de «¿zanahoria!». Un grupo de compañeros le persigue y apalea como diversión. No se chiva, y en casa no entienden por qué se muestra cabizbajo.

«Hemos metido la cámara en un instituto, la representación en pequeño de una sociedad», explicó el presentador de los Goya. Al igual que su ópera prima, Tapas, Cobardes transcurre en Hospitalet y captura la vida de barrio de las clases medias. El trabajo de campo con profesores y chavales incorporó frases al guión.

Elvira Mínguez, Lluís Homar, Antonio de la Torre y Paz Padilla en su primer papel serio protagonizan una cinta para ilustrar el debate. «Hay una fina línea entre puteados y puteadores», dijo el director. El filme plasma la dependencia al móvil de los adolescentes. Pero no deja de ser una tv-movie de postín, con una vocación tan didáctica que le hace abarcar todos los males de sociedad.