Opinion

Prietas las filas

Alo largo de la legislatura, las gentes de la derecha se hicieron la ilusión de que algunas personalidades socialistas o, al menos, un cierto electorado terminaría por romper su disciplina o su fidelidad al PSOE a la vista de su entreguismo a las tesis de los partidos independentistas. No les cabía en la cabeza la idea de que políticos como Alfonso Guerra, José Bono, Joaquín Leguina o Juan Carlos Rodríguez Ibarra aceptaran el desguace de la nación y del Estado. Esta impresión se veía reforzada por el hecho de que se hubiera pactado un proceso con ETA. Sin embargo, la aprobación del Estatuto catalán no produjo la más mínima novedad. También es cierto que ciertos dirigentes del PP se escandalizaran por la aprobación del Estatuto andaluz. En cuanto al proyecto de un Estado Vasco Libremente Asociado, propuesto por Ibarretxe, fue paralizado por la no menos inquietante réplica de Patxi López. Así que las espadas han quedado levantadas hasta octubre. En definitiva, nada de lo ocurrido en la legislatura ha provocado el más mínimo desgarramiento en la dirección y en la clientela de la izquierda a no ser que consideremos la creación del partido de Rosa Díez como una alteración significativa del sistema partidario. El precedente de Ciutadans no fue positivo para el PP; se estima que dos de los tres diputados regionales salieron de los votos de aquél.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La verdad es que difícilmente cabría haber imaginado mayores movilizaciones que las que ha vivido la derecha española en estos tres últimos años. Tampoco una mayor resistencia que la que ha demostrado la izquierda. Se diría que las convicciones políticas de unos y otros están a prueba de cualquier tipo de experiencias. Las direcciones de los partidos se acusan mutuamente de crispar la situación en un intento de explicar la común incapacidad para alterar la relación de fuerzas. Por lo mismo resulta especialmente interesante cualquier fenómeno que suponga una alteración de esta congelación de actitudes. Para algunos expertos ni siquiera se podría predecir en qué dirección podría cambiar la situación una intervención de ETA. En previsión de tal monstruosidad, el ministro del Interior no ha descartado todo tipo de posibilidad. Hace bien.