Editorial

Eficacia contra ETA

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a detención de los presuntos terroristas Oroitz Aldekoa y Agurne Salterain por parte de la Policía Autónoma vasca supuso ayer una doble buena noticia, en tanto que volvió a demostrar las dificultades a que se enfrenta ETA para zafarse del acoso policial, y dado que transcurría demasiado tiempo sin que la Ertzaintza lograse arrestar activistas etarras. La eficacia con la que tanto la Guardia Civil como la Policía vienen actuando frente a la amenaza terrorista resulta tan indiscutible que la recurrente afirmación de que a los etarras no les espera otro destino que ser puestos a disposición de la Justicia se ha vuelto más real que nunca. Aunque hechos como el ataque terrorista contra la vivienda y el automóvil de la ex parlamentaria socialista de Navarra Asun Apesteguía demuestran hasta qué punto el sectarismo violento se enroca en su propia opacidad, resistiéndose a ver el fin que le depara la acción del Estado de Derecho. La conversión de Aldekoa y Salterain en dos de los cinco etarras cuya búsqueda ha urgido la Guardia Civil refleja la endeble situación por la que atraviesa la banda, y la celeridad con la que colaboradores y activistas de la violencia callejera pasan a integrar su trama más operativa. En este sentido, teniendo en cuenta las características de su despliegue por toda la geografía vasca, y sobre todo la responsabilidad que le compete en virtud del Estatuto de Autonomía, es obligado demandar de la Policía Autónoma vasca mayores frutos en la lucha contra el terrorismo. Puesto que su magro balance de los últimos años no puede justificarse a cuenta de los límites con que opera a la hora de acceder a la información que se maneja en el ámbito de la cooperación internacional.