Saetera y honda

«Soy Elu de Jerez en el escenario pero soy Luisa Jiménez cuando estoy abajo. Tengo mi casa, mi niña y mi marío y voy a comprar el pan todos los días». Así es ella: sencilla, dulce, atenta y cariñosa aunque hable con alguien a quien no ha visto en su vida. Hermana de Salmonete e hija del barrio de San Miguel, Elu de Jerez se ha forjado en los escenarios de las peñas flamencas más sonadas. Su debut fue en Los Cernícalos cuando tan sólo tenía 16 años y de ahí fue a otras muchas ciudades donde «empezaron a fijarse en lo que había dentro de mí».

«Estoy muy agradecida a todas las personas que han hecho posible que esté en mi tierra», confesó la cantaora bautizada en la Capilla de la Yedra. Hace unos dos años que su público no la disfruta y ya iba siendo hora.

Dicen de ella que es una de las cantaoras más importantes de su generación (nació en 1972), junto con Tomasa Guerrero La Macanita, y que domina los cantes más tradicionales y puros del arte jondo. «El tiempo y las tablas me han hecho evolucionar», asegura tras muchos años de sólida profesión.

En su actuación de esta tarde (a partir de las 19.00 horas) en el Palacio de Villavicencio «haremos cantes de la tierra: bulerías por soleás, tangos... y lo que vaya surgiendo». Estará acompañada a la guitarra por Domingo Rubichi.

A la Elu artista y a la Luisa del día a día se le ilumina la mirada al hablar de su familia. «Mi madre ha cantado saetas toda su vida y también le gustaba el flamenco aunque antiguamente, las cosas de los matrimonios, no dejaban que eso saliera y no pudo ser, pero ahí estamos sus hijos». Precisamente de su madre le viene esta afición saetera que cada Semana Santa la lleva a derramar sentimientos en las atestadas calles de Jerez.

Aunque «no quiero hablarlo», Elu tiene algún que otro proyecto en el horizonte. Lo más reciente -además de su actuación de hoy en Jerez- es «una colaboración en el disco Abolengo, de Paco Cepero».