MELANIA RODRÍGUEZ. El seleccionador nacional del equipo de gimnasia artística femenina se ha fijado en ella.
Sociedad

En busca del aplauso

Un 'casting' televisivo convoca en Madrid a cientos de personas con habilidades variopintas y con muchas ganas de recibir una oportunidad para triunfar

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Alrededor de unas cuatrocientas personas hacen cola, algunas desde las cinco y media de la mañana, con la inestable esperanza de tener una oportunidad. En unas horas se enfrentarán al casting de Tú sí que vales, el programa de Telecinco que durante estas semanas ha estado buscando por diversas ciudades de España artistas por descubrir. Todo está lleno de nervios, últimos ensayos y ganas por demostrar. Un minuto en la televisión podrá empujarles a que su sueño se haga realidad.

GRACIAS POR VENIR

Que le seleccionen a uno en un proceso de estas características no es fácil. No vale un casi. El jurado de un casting tampoco quiere a los casis. «Si te dicen gracias por venir, ya te llamaremos, es que no lo harán nunca. En cambio, si dicen que esperes un momento, es que pasas a la siguiente ronda». Se explica Mari Gel Umpierrez: «descendiente de Robespierre, el guillotinador guillotinado y ceutí de nacimiento», como ella misma se define. Mujer de facciones angulosas y mirada gatuna, es lo que dice su rostro.

La joven forma parte de la nómina de aspirantes que han acudido a la convocatoria. Sabe cantar como los ángeles, aunque ninguna divinidad se le ha aparecido hasta la fecha para echarle un cable y por eso se gana la vida como encargada en un restaurante de Madrid. Además, por las noches es solista en una orquesta. Pero para estar sola le falta mucho; tiene en casa 23 bocas que llenar. «Los gatos, mis niños; en ellos se me va el dinero, en que no pasen hambre». A ella le basta con el aplauso, alimento del artista, para vivir.

Mari Gel Umpierrez tiene un repertorio amplio. Lo mismo canta «la Pantoja» que tira «por Withney Houston», «pero básicamente me decanto por la música pop». Por una vez no ha elegido una balada, «creo que este jurado busca algo más enérgico». Empezó haciendo coros en Lo que necesitas es amor, fue una de las voces de la película de Disney Hércules y llegó a imitar a Ana Torroja en otro programa de talentos cuando tenía 15 años. Luego recorrería España con la orquesta de los hermanos Porteiro, los acompañantes de Teresa Rabal. El lema que rige su existencia lo ha sacado de una película, Quo Vadis: «Alea, jacta est, la suerte está echada. Si me tienen que coger, me cogerán, y si no, obviamente, no me voy a deprimir. Seguiré con mis cosas», asume. Tan sólo no soportaría convertirse en un hazmerreír. «Iría a por el cuello de Sardá y le diría: Si tú te estás riendo de mí es que estoy haciendo el ridículo, y eso es lo último que quiero». A lo mejor, piensa de vez en cuando, le llega la fama a los cincuenta. «Lo que tenga que ser».

LA NIÑA GIMNASTA

Impresionada se ha quedado ella también con Melania Rodríguez, una niña de seis años de aparente fragilidad que dobla y desdobla su anatomía como un chicle. Alumna aventajada de gimnasia artística, aunque bajita para su edad -apenas 110 centímetros la separan del suelo-, posee unos brazos de roble. La veremos en la televisión casi con seguridad (pasó el casting sin problema y debe pasar otra prueba en Barcelona), es un espectáculo. «¿Te hago una japonesa?», se presta la pequeña de pelo negro y mejillas como tomates para la foto. Una japonesa es lo que al común de los mortales supondría embarullarse en un nudo de brazos y piernas: en pie, elevar una pierna por encima de la cabeza y mantenerla sobre la vertical del cuerpo sin perder el equilibrio. Y, si no es eso, se elevará por encima de los apoyos de madera que le ha hecho su abuelo, para ver a los suyos boca abajo y jugar a que está en el mundo al revés. En cada numerito, Melania, que vive con su familia en un pueblo a 30 kilómetros de Vigo, Pontareas, convoca un círculo de admiradores a su vera.

Su madre es la que tiene nervios por las dos. «La niña se empeñó en venir al casting y, como la abuela vive en Madrid y tampoco estaba de más hacerle una visita, nos vinimos todos». La mujer está abrumada por la expectación que causa su nena. «Claro, como tú la ves todos los días », le dice alguien. Y más que del jurado, se fía del criterio de Jesús Carballo, seleccionador nacional del equipo de gimnasia artística femenina, que está entusiasmado con los progresos de la cría. El maillot que Melania viste bajo el chándal fue un regalo del equipo nacional. Lo ha estrenado para el casting de Tú sí que vales. Le ha dado suerte, ha pasado a la siguiente fase.

RANCHERA 'A CAPELLA'

Miguel Sandoval bien podría ser el abuelo de quien la niña habría heredado la madera de artista, pero no lo es. Con su memoria a veces disipada, este hombre de 71 años recuerda que fue uno de los grandes del flamenco en España. Llega provisto de su extenso currículo de éxitos, que incluye los cinco sobresalientes obtenidos en la Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza de Madrid, además de recortes de periódicos de todo el mundo que presentan a estas alturas un color sepia, y fotografías en compañía de los personajes más variopintos. José Carreras, Jean Claude Van Damme, María Dolores Pradera, Chiquito de la Calzada, Marcello Mastroianni, el rey Juan Carlos, Pierce Brosnan...

Además de saber entonar una ranchera -y canta a capella la del Cucurrucucú Paloma, cucurrucucú no llores-, es un intérprete políglota capaz de hacerlo en catorce idiomas, sin contar el español. Por orden alfabético: árabe, armenio, brasileño, chino, coreano, francés, griego, iraní, inglés, italiano, japonés, persa, ruso, turco. Aún no se sabe a qué conclusiones llegó el jurado; ahora bien, daban ganas de aprenderse la de ruso. Miguel Sandoval mira a su alrededor y sonríe: «Todo esto está lleno de ilusiones. Hasta yo, que soy centenario, estoy lleno de ilusión. Venimos con el ansia de recibir el aplauso que yo tengo casi olvidado».

¿VAYA PAR DE GEMELOS!

A más aspiran, y lo advierten sin reparo, los gemelos argentinos Andrew y Steven Dasz. Naturales de Buenos Aires, se les distingue porque uno tiene coleta y el otro greñas. «Cuestión de márketing, a veces jugamos a no diferenciarnos y otras veces toca ser dos», cuenta Andrew, el de humor irreverente. Se saben de paso.

Vienen a mostrar una coreografía de acción basada en las artes marciales. Es Andrew otra vez el que habla por los dos: «No espero mucho de España, porque aquí no están preparados para la coreografía de pelea. ¿Con quién nos va a comparar el jurado? Cuando oyes cantar a alguien, inevitablemente, siempre hay una comparación. Y cuando no conoces, no puede haberla. ¿Con quién nos van a comparar a nosotros?», se pregunta. La verdad es que buscan un papel en un largometraje que el casting no les dará. Pero es una puerta más a la que llamar.

Cuando acabe la mañana, uno se irá a impartir clases de kung fu y el otro seguirá ensayando sus acrobacias. Hace un frío que pela y los gemelos están deseando que llegue el verano. «No estoy para aguantar más frío, creo que éste va a ser mi último invierno en Madrid», dice Andrew. Se despiden los dos con un apretón de manos y con una tarjeta de visita con su página web. «Por si necesitan un número de lucha en una fiesta de cumpleaños».

CON 'JETA' Y 'FE'

Pelea, la que mantiene Francisco Madrid con el mundo que le rodea. Es otra de las notas discordantes entre el catálogo de genios que han acudido a la cita para que Telecinco les dé una oportunidad. Con mucha jeta y no menos fe -así ha bautizado a sus dos marionetas-, este hombre de 49 años hace cola entre una jauría de niños.

Natural de Villar de la Encina (Cuenca), trabaja como creativo en una compañía de teatro, «llevando y trayendo decorados». Si hubiera nacido en la Edad Media sería un trovador de los que cantan andanzas haciendo rimas, pero, como ha nacido en el siglo XX, es un hombre «incomprendido», un espíritu libre que busca «transmitir con la ayuda de los muñecos la esencia de la vida y, ya de paso, lo que se palpa en este ambiente, donde hay otra forma de ver las cosas».

Han sido sus amigos los que le han convencido para que se presente a «este castigo televisivo». Francisco Madrid, que lo más que ve en la tele son documentales de animales y reportajes de viajes, dice que, más que por ellos, está aquí por sus hijas, Clara y Rosa. «Querría verles poner los ojos como platos al aparecer en la pequeña pantalla un buen día».

CARISMA Y 'ÁNGEL'

El amor por los suyos será quizá lo único que una a otros dos aspirantes más. Cissy Miranda y Jonathan Reghif han acudido acompañados de su novio y de su padre, respectivamente, a la cita con la fama. Cuando la una ha cantado el Siboney de Nana Mouskouri, el otro ha hecho equilibrios sobre un rulo de pequeñas dimensiones, como si tuviera una carpa del circo sobre su sombra.

Sintonizan tanto como un esquimal en el trópico, pero ambos tienen ángel, carisma y ternura. Ella salió de Cuba un buen día con rumbo a ninguna parte y, a sus 35 años, busca una vida estable. Él, criado en el circo familiar busca una oportunidad que le lance. Su padre le anima. «Es un muchacho listo, y rápido con las acrobacias. Él sí que vale», sostiene emulando el título del programa.