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Más Chávez

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ues no, no es azul, es roja. La sangre real es roja. Y se hace mala algunas veces; como la de todo el mundo. Azul sólo es el cielo, el amor y, últimamente, algunas lenguas de vaca y oveja. Sin dejar de reconocer que el señor Hugo Rafael Chávez Frías a veces escupe obviedades históricas, me deja desconcertado que en pleno Siglo XXI persista en referir crónicas sobre lo que conquistadores y rapiñadores de todas las banderas consumaron en «las Américas» hace aproximadamente 500 años. Es como si yo voy mañana de visita a Roma y me lío a sopapos con el primer romano que se me cruce en resarcimiento por todo lo que padeció el mundo bajo su dominio de esclavitud, catacumbas, circos e invasiones. El azufre del discurso demagógico del retórico-populista-golpista Chávez chamusca repetidamente la armonía allá donde le lleva su gesto delirante. Cierra cadenas de radio y TV y regala miles de millones de petrodólares a líderes de su percha, mientras media Venezuela se está echando a la calle. Siento que fuera un día la exclamación del Rey la que diera carnaza a los politonos. Y lamento los titubeantes e inacabados reproches del presidente Zapatero y sus bien cualificados acompañantes. El embaucador Chávez, que finalmente fue designado gobernante en las urnas, ha recibido recientemente desde esas mismas urnas (actualmente más maduras) el primer «no» a sus tentativas manipuladoras para eternizarse en el poder. ¿Qué tramará ahora? ¿Por qué no se calla?