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Susana Díaz, del barrio del Tardón a San Telmo

La sevillana ha recorrido un largo camino de 20 años para ganar estas elecciones

MERCEDES MORALES
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Es casta pura. Triana pura. Feminismo puro. Susana Díaz Pacheco (Sevilla, 1974), hija de un fontanero afuncionariado del Ayuntamiento de Sevilla, porque incluso en el mundo obrero hay castas, es la nueva presidenta del Gobierno andaluz. La que fuera delfín del presidente José Antonio Griñán, quien le imponía tareas para pulir su perfil arrollador, que lo posee, tiene ahora el futuro de Andalucía en sus manos. 

Nacida en el barrio popular del Tardón, Díaz heredó la vocación política de su padre y a los 17 años ya militaba en las Juventudes Socialistas de Andalucía, donde alcanzó el cargo de secretaria de Organización. Nunca ha trabajado fuera del partido socialista, esto ya es sabido, pero lo que no es tan conocido es la ardua tarea que ha desarrollado dentro de él.

Esta fontanera de la política andaluza ha ido forjándose en las entrañas del PSOE sevillano. Conoce y forma parte de buena parte de sus intrigas y conquistas. Su partido esgrime como un hito loable un logro ya alcanzado por la mayor parte de los hijos de la clase obrera; ser licenciada, en su caso, en Derecho por la Universidad Hispalense, además de diplomada en Alta Dirección de Instituciones Sociales por el Instituto Internacional San Telmo. Lo que no aparece en su biografía oficial es que tardó diez años en conseguirlo, ocupada siempre en labores de plomería política, soldando y puenteando tuberías en su partido para conseguir su propósito final, gobernar. 

A finales de los años noventa, cuando tenía edad, condiciones y cumplía con los requisitos para conseguir una beca de estudios universitarios, mientras su generación se formaba, Díaz trabajaba ya dentro del PSOE. En la candidatura a las municipales del Ayuntamiento de Sevilla de 1999, fue aliada de José Caballos, en aquel momento hombre de gran peso en el PSOE sevillano y andaluz. Posicionándose en este bando poderoso consiguió la concejalía de Juventud y del barrio de Triana. Y desde esta privilegiada posición de salida, que ya se ganó a pulso, la joven de 25 años no tuvo prisa por estudiar. Tampoco le hizo falta.

Entre otros cargos, ejerció entonces los de concejala y delegada de Juventud y Empleo en el Ayuntamiento de Sevilla (1999/2003) y teniente de alcalde de Recursos Humanos y del Distrito Triana-Los Remedios (2003/2004). Más tarde fue diputada por Sevilla en el Congreso en la legislatura 2004-2008.

Todos los que la conocen subrayan la ambición de Susana Díaz. Sabe lo que quiere. Es muy clara y directa en el mensaje. Aporta el valor de las personas trabajadoras arrolladoras que lo que no consiguen por falta de recursos lo logran por perseverantes. Su presencia es de las que llena escenarios, como diría un folklórico. Y su imagen, transformada en los últimos años, con una melena casi rubia y siempre lisa, que le ayuda a conseguir ese aspecto de señora elegante que sólo llega tras los cuarenta, también juega a su favor. 

Mientras ella crecía en lo personal, su trayectoria política siempre fue intensa y desde su Sevilla natal fue ampliando el radio de influencia por toda Andalucía. Ha ocupado muchos y diversos cargos orgánicos en el PSOE andaluz y responsabilidades institucionales en el Ayuntamiento de Sevilla, el Parlamento de Andalucía, el Congreso de los Diputados, el Senado y el Gobierno autonómico. 

Actualmente sigue siendo la secretaria general del PSOE de Andalucía, cargo para el que fue elegida en noviembre de 2013 durante el Congreso Regional Extraordinario de Granada, sin pasar por ninguna urna electoral. También fue y es miembro del Comité Federal del PSOE. Además, en su organización política ha asumido, entre otras responsabilidades, las de secretaria de Organización del PSOE de Andalucía (2010/2012) y secretaria de Organización del partido en Sevilla (2004/2010), entre otros. 

A pesar de haberse criado en el PSOE sevillano, Susana Díaz no se siente deudora de nadie, ni siquiera de quienes la encumbraron en su partido. En las últimas entrevistas concedidas durante la campaña electoral se ha desvinculado públicamente de sus mentores y predecesores, especialmente de Chaves y Griñán, afirmando que «lo de matar al padre político» es algo que no le preocupa porque tiene la figura paterna muy bien armada dentro de su propia familia. Ahí queda eso. Tampoco ha respaldado a Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno español. Fue muy sonada su vinculación a Carmen Chacón en su pelea por el puesto contra Pérez Rubalcaba, en la que perdieron ambas candidatas. Y todo indica que la presidenta del Gobierno andaluz no ha enterrado el hacha de guerra.

Para colmo de director de campaña, Susana Díaz ha sido la primera mujer que ha concurrido a unas elecciones embarazada. Cualquier publicista se hubiera frotado las manos con esta oportunidad única e inédita. Su inteligente postura ha sido la de relegar el embarazo a un papel muy discreto, dándole protagonismo sólo en el contacto directo, cuando se acercan las simpatizantes a saludarla. Cuando alcance el poder, con fecha de parto prevista para julio, comenzarán las elucubraciones sobre su baja de maternidad. 

Los comentarios se harán en los pasillos porque nadie quiere ser tildado de machista o retrógrado. Para quienes no somos sospechosas de esto, el asunto está resuelto de antemano: la baja de maternidad se la tomará su marido, que apenas gana mil euros empleado en una librería proveedora de Canal Sur, entre otras firmas. La conciliación de la vida laboral y familiar tampoco es para las mujeres de la casta, sino para las trabajadoras que sobreviven en el mercado laboral tras la maternidad.

Éste ha sido su camino hasta ahora. A partir de hoy comienza a escribirse el próximo capítulo de la historia de la primera mujer que gobierna en Andalucía, respaldada, ahora sí, por las urnas. Muchos la ven postulándose ya para competir por el sillón presidencial del Gobierno español, mientras ella asegura que su terreno de juego siempre ha sido y será Andalucía. Tiene posibilidades, desde luego, si se examina el endeble perfil político del actual candidato socialista Pedro Sánchez. No habrá que esperar mucho para comprobar quién acierta en las cábalas.