Cierra Andalucía

El escaso control policial convierte el cierre de la Vega de Málaga en «papel mojado»

Los alcaldes lamentan que no haya efectivos para cubrir la comarca y que las restricciones no se cumplan

La vida sigue su curso en Teba tras el cribado masivo que hizo la Junta de Andalucía J.J.M.

J.J. Madueño

El cierre perimetral de la Vega de Antequera en Málaga no está siendo efectivo. Son 19 las localidades que tienen restricciones de movilidad desde el jueves a la medianoche. Según la normativa de la Junta de Andalucía, a sus vecinos se les impide entrar o salir del término municipal sin causa justificada, hasta el próximo 9 de noviembre. Son cerca de 100.000 personas las que están sometidas a estas limitaciones. Sin embargo, una ruta por estos municipios desvela que la realidad no es esa y que la movilidad sigue abierta. «Si no tenemos quién controle, el cierre es papel mojado» , asegura el alcalde de Teba, Cristóbal Corral, donde la Junta de Andalucía llevó a cabo un cribado masivo , al igual que en Cuevas de San Marcos, donde también se podía entrar y salir sin problemas.

Este sábado, las entradas a los municipios de esta comarca malagueña no estaban controladas. Los ciclistas hacían sus rutas saltando de un término municipal a otro y por los caminos se podía ver a algún corredor con la mascarilla en la muñeca, que pasaba junto a un rebaño de ovejas. La falta de vigilancia policial dejaba a los vecinos la opción de cumplir o no la obligación de estar dentro del perímetro.

Desde la Asociación Unificada de la Guardia Civil explican que no es una situación nueva, pero que ahora se evidencia más. «Falta plantilla y hay una urgente necesidad de actualización de los catálogos de personal. Sólo cinco puestos de los 50 de la Benemérita en Málaga tienen servicio de patrulla las 24 horas », afirma la asociación, que asegura que los vecinos «apenas ven a la Guardia Civil por la calle, porque no hay».

Los alcaldes lamentan que solo haya una patrulla para tres o cuatro pueblos durante ocho horas. A la vez que explican que cuando ésta sale de servicio hay que llamar al cuartel de un municipio desde el que se tardan más de 45 minutos en llegar . Es lo que ocurre en Almargen si no está operativa la pareja del puesto de Campillos, que tiene que ir otra desde Valle de Abdalajís. Esto hace que haya una «clamorosa permeabilidad» de las localidades que deberían estar cerradas, además de problemas de seguridad. El territorio es extenso y las pocas patrullas que hay no dan para cubrirlo entero.

Ciclistas en la carretera de Antequera a Campillos J.J.M.

A esto se suma la falta de Policía Local. Los municipios son pequeños, por lo que no tienen plantillas amplias de agentes municipales. En la mayoría de los casos, este tipo de pueblos suelen tener un policía o dos a lo sumo . El horario suele ser de lunes a viernes, aunque se hacen cuadrantes para no dejar descubiertas ciertas horas los fines de semana. Los alcaldes tienen que hacer cálculos para cubrir el máximo horario posible. En estos días están centrados en que se respete el toque de queda o en que los más jóvenes no hagan botellones. Durante el día, no hay efectivos para controlar los accesos. La seguridad ciudadana se queda en manos de la Guardia Civil, que tampoco llega .

Durante la mañana, hubo un control importante de tráfico en la A-45 en Antequera en dirección a Córdoba, casi en la división de las dos provincias, pero no en los accesos a los pueblos cerrados. Allí no sólo había permeabilidad, sino que la vida seguía como antes de las limitaciones . No había diferencia entre la vida en la calle de Ardales (no está cerrado) o Campillos (sí está cerrado).

Esto ha hecho que algunos alcaldes también se quejen de esta situación. « Nos confinan en el municipio, pero dentro del pueblo podemos seguir haciendo prácticamente lo mismo que antes de que limitaran nuestra movilidad. Y todo ello cuando nos declaran zona de riesgo extremo. Nos resulta incomprensible», añade Francisco Guerrero, que asegura que en Campillos se ha implantado la ocupación en terrazas al 75 por ciento del aforo o la celebración de mercadillos al aire libre, así como la apertura de los parques infantiles con restricciones de ocupación para que no haya aglomeraciones.

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