Mario Flores - EL DEDO EN EL OJO

El Viernes Santo de todos

La luz vence a las tiniebas y la razón se une al espíritu en un misterioso acto que sacude las conciencias más descreídas

Mario Flores
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No sé a esta hora qué habrá ocurrido con los museos cordobeses que dependen de nuestro Ayuntamiento. Desconozco si finalmente habrán abierto o si, por el contrario, se habrá incurrido una vez más en el despropósito de permitir que sus puertas golpeen las narices de cuantos se acerquen a visitarlos. Por lo pronto los responsables del desafuero pasean sus mezquindades por el Caribe; como es su deber en este asunto, claro.

Lo que sí sé es que ABC abre hoy Viernes Santo y que ofrece sus páginas a los lectores en este día grande de la conmemoración de una de las mayores gestas cuyo origen divino da sentido a la existencia de todos nosotros, creyentes y escépticos, piadosos y gentiles.

Jesús ha sido sacrificado una vez más en el altar de la ofrenda que Dios nos hace para regalarnos la redención.

Y por eso, a pesar del ambiente festivo que, equívocamente, parece envolverlo todo, el tiempo se ha parado en esta hora grave, el espíritu se conmueve en profundo lamento por la vil muerte del Hijo de Dios y los corazones se rompen de dolor mecidos paradójicamente por las volutas del incienso. Cristo se nos ha entregado en un inconmensurable gesto de Amor por todos nosotros. Tan grave resulta la hora, tan ensordecedor irrumpe el silencio, que todos callan.

En este severo día los cristianos nos afligimos detenidos en el tiempo, pero también se aquietan las mentes biliosas, enmudecen las críticas gargantas y se abstienen las soeces barahúndas que se afanan en la ofensa. Algo tiene el Viernes Santo que a todos amansa.

La conmemoración de la muerte de Cristo es algo que, al final, a todos sacude. Porque no de otro modo interpreta el espíritu el sacrificio supremo de un Hombre entregado al hombre y porque el materialismo desfallece fulminado ante la evidencia del Amor infinito de un hombre que pudiendo ser Dios eligió ser Hombre en su última hora. La luz vence a las tinieblas y la razón se une al espíritu en un misterioso acto que sacude hasta las conciencias más descreídas.

En estos días de inquietante zozobra, de tristes desencuentros, de odios enconados y de rencores mal resueltos, viene Jesús a entregársenos para recordarnos que los más altos valores vencerán a los más bajos caudales.

Para todos es hoy Viernes Santo; para todos existe la salvación según el cordero ha sido sacrificado en una cruz bajo cuyos maderos llora una Madre desconsolada. Esa Madre a la que todos podemos ver en su inmensa desdicha mecida por el esfuerzo de sus otros hijos que se afanan en confortarla bajo merecido palio.

Pero pasado mañana Jesús resucitará una vez más y con su Resurrección renacerá en todos la Esperanza. Sí, también te lo digo a ti.

Ver los comentarios