REPORTAJE

El Palacio de Orive de Córdoba, la cambiante historia de un monumento recuperado

El edificio, sede de la Concejalía de Cultura, cumple 30 años desde su adquisición

El Ayuntamiento de Córdoba adjudica las obras del nuevo acceso peatonal a los Jardines de Orive

Una joven pasea a su perro delante del edificio histórico VALERIO MERINO

Félix Ruiz Cardador

El Palacio de Orive , sede de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, vive este año un doble aniversario. Por una parte, se cumplen tres décadas del año en el que el Consistorio , tras una ardua negociación, logró adquirirlo para la ciudad. De otra, se cumplen 20 años del momento en el que fue declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento, una protección que supuso el reconocimiento definitivo de este edificio renacentista, uno de los ejemplos más potentes de la arquitectura civi l cordobesa del XVI .

Tras tener usos diversos en el pasado, ya que fue desde prisión hasta edificio de Correos , hoy es sede no sólo de las dependencias administrativas de Cultura , sino también de exposiciones y de diversos actos en los Jardines traseros, que se corresponden con los antiguos huertos del Convento de San Pablo, y en la singular Sala Orive , reabierta en 2008 sobre los restos la inconclusa Sala Capitular del edificio religioso, cuyo origen también se remonta al siglo XVI.

La apasionante historia del Palacio , también conocido como de los Villalones dado que era el apellido de sus primeros moradores, se remonta incluso más atrás. Se cuenta desde el XIX que se erigió sobre el solar en el que había estado la casa solariega de la familia Hoces , un linaje de origen aragonés, ligado a la conquista de Córdoba del siglo XII I y al ducado de Hornachuelos , el marquesado de Santaella y el mayorazgo de la Albaida . Según relata el cronista Ramírez de Arellano, este edificio fue demolido por orden del rey de Castilla Pedro I El Cruel después de que los Hoces apoyasen a su hermano Enrique II durante la primera guerra civil castellana, en la segunda mitad del XIV .

Una persona pasea por el espacio ajardinado trasero al antiguo palacio VALERIO MERINO

Más de dos siglos después el solar volvería a tener uso una vez que lo adquirió Juan de Villalón , al que los historiadores dibujan como un trapero de La Magdalena que había hecho fortuna. Más allá de esa historia medieval y moderna, los terrenos, como se supo ya a finales del siglo XX , albergaban también importantes secretos arqueológicos, ya que Orive y sus jardines se levantan sobre lo que fue el circo romano de la Córdoba imperial y sobre restos de antiguas edificaciones del periodo andalusí.

En principio, el solar no incluía ni los jardines ni la sala Capitular y así estaba la situación de la propiedad cuando la familia Villalón le hizo el encargo de diseñar el palacio al que ya era por entonces uno de los grandes arquitectos de la ciudad: Hernán Ruiz II . Hijo de Hernán Ruiz I , arquitecto que inició las obras de la Catedral de Córdoba, el oficio de alarife le corría por las venas, aunque a eso le había sumado un importante afán intelectual, muy propio de ese periodo, por conocer las nuevas tendencias que venían de Europa. Hernán Ruiz II , que firmaría buena parte de la Catedral cordobesa y edificios hoy célebres en Sevilla como la Giralda o San Telmo, r ealizó una adaptación renacentista sobre la modesta casa que se cree que se había alzado en los años previos, de estilo mudéjar.

Patrimonio municipal

El edificio dispone de una fachada principal a la plazoleta de Orive . Según se explica en su ficha del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico , «presenta una monumental portada que no guarda simetría con el resto de la fachada». Fue construida en torno a 1560 en sillares de piedra y está dividida en tres cuerpos. El primer piso, donde se encuentra la puerta principal, está «flanqueado por columnas de fuste acanalado y capiteles dóricos sobre basamento cajeado».

Tiene en su dintel un medallón donde se representa en altorrelieve a una mujer de medio cuerpo que sujeta una cinta con una inscripción latina y cartelas con cabezas de leones a ambos lados. Se remata con una cornisa sostenida por siete ménsulas y un friso decorado con conchas, florones , escudo y rosetas, y con círculos y medias bolas en el resto de la fachada, dando paso al segundo cuerpo, donde se disponen «anthemas en línea con las columnas del primer piso y una ventana, encuadrada por columnas decoradas con guirnaldas de flores y frutas que sostienen frisos con círculos, y rematada por frontón triangular». El tercer piso, concebido a modo de mirador, está compuesto por tres arcos peraltados sobre columnas y antepecho con decoración geométrica a base de espirales que remata la fachada .

La Guerra de la Independencia

El Palacio mantuvo el nombre de los Villalones hasta el siglo XVIII, cuando este linaje se fundió con el de los Orive . Ya en el XIX , fue confiscado por las tropas francesas en la Guerra de Independencia y utilizado como presidio. Más tarde, en la década de los treinta de esa centuria, se utilizó como sede de Correos y al final del siglo para usos educativos. La ampliación del solar llegó finalmente en el siglo XX , cuando un nuevo propietario compró los terrenos desamortizados de los antiguos huertos del convento de San Pablo y mandó reformar el edificio .

Reunión en el Ayuntamiento para la cesión del edificio, en 1992 ABC

En la década de los 80 del siglo XX se iniciaron finalmente las conversaciones para que se integrase en el patrimonio público de la ciudad. Diez años tardaron las negociaciones, que acabaron en la primavera de 1992. Comenzó entonces la restauración y adaptación sucesiva del Palacio , de los Jardines y de la Sala Orive , que aún siguen hoy con intervenciones como la realizada en el Torreón Sureste .

Los diferentes espacios cubiertos y al aire libre que confirman el histórico palacio son uno de los ejes culturales de la ciudad y escenario de exposiciones, de muestras puntuales de arte urbano y de festivales tan destacados como Cosmopoética . Aún así, la posibilidad de ampliar sus usos sigue siendo amplia ya que sus miles de metros cuadrados en pleno centro de la ciudad y sus variados espacios son un campo abierto para cualquier inquieto programador cultural.

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