ABC
19 de marzo, Día del Padre

Los padres, todos a una, derriban prejuicios

Hoy se les honra a ellos, por su paternidad, y por el insustituible papel que juegan en el desarrollo de sus hijos. ABC ha recogido el testimonio cotidiano de ocho hombres muy diferentes pero con una misma obsesión: dedicarle lo mejor de ellos mismos a quienes son realmente lo más importante que hay en sus vidas.

Javier, Manuel, Andrés, Germán, Pedro y Natxo comparten con ABC su experiencia de paternidad en una sociedad que da zancadas en el reparto de tareas en el ámbito doméstico

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  1. Germán Sánchez tiene 2 hijos: «Ser padre me ha hecho mejor misionero»

    El misionero Germán Sánchez Miguel, junto a su mujer Delmi y sus hijos Daniel y Ana, posan en Cochabamba (Bolivia)
    El misionero Germán Sánchez Miguel, junto a su mujer Delmi y sus hijos Daniel y Ana, posan en Cochabamba (Bolivia) - ABC

    Para Germán Sánchez Miguel la experiencia de ser padre ha sido decisiva para su trabajo como misionero seglar de las Juventudes Marianas Vicencianas en Cochabamba (Bolivia). «La sensibilidad que te da ser padre me ha ayudado a comprender mejor a las personas que acompañamos a diario porque compartes sus preocupaciones. Sin duda ser padre me ha hecho mejor misionero y mejor persona», comenta este enfermero zaragozano de 44 años y padre de Daniel y Ana, que también nacieron en la misión. Acompañado de Delmi, su mujer, Germán trabaja en una casa de acogida para mujeres víctimas de la violencia de género. La Asociación de Misioneros seglares Vicencianos cubre los gastos básicos de esta familia en Cochabamba, como la vivienda o el seguro médico. «A mis hijos no les dejaré ninguna herencia porque trabajamos como misioneros, pero sí se quedarán con una percepción sobre la dura realidad que viven muchas personas que hará que valoren mucho más las cosas que tienen», informa Laura Daniele.

  2. Pedro Caballero: «Soy amo de casa y mis hijos no tendrán actitudes sexistas»

    Pedro Caballero es amo de casa
    Pedro Caballero es amo de casa - MAYA BALANYA

    Pedro Caballero es amo de casa. Lo dice con orgullo: fue una decisión personal, propia e intransferible. No le conminó ni convenció su mujer para que se quedara en el hogar cuidando de sus tres hijos, de 8, 10 y 12 años, sino que pensó en qué era lo mejor: si que su esposa continuase la senda empresarial provechosa que había tomado, o que él abandonase una no menos satisfactoria carrera como responsable comercial y gerente de zona en otra entidad.

    «Ambos teníamos horarios dispares y me planteo verlos cuando los vea, algunas semanas ni verlos porque las cosas están así en España y hay trabajos de 8 a 20.00», protesta de forma airada este amo de casa. Así que él, el mismo que se había criado entre algodones disfrutando del machismo soterrado que encierran acciones como las que patentaban su abuela, su madre y su hermana, no permitiéndole hacer ninguna labor doméstica, se casó y cambió de rumbo. «Quieres formar una familia y arrimar el hombro todo lo que puedas. En este país todo el peso de las labores domésticas caen del lado de la mujer», prosigue con las quejas veladas al sistema matriarcal contra el que lucha.

    Pedro se quedó en casa y no oculta que al principio tuvo sus momentos duros, anécdotas, como las bautiza en amigable charla con este periódico. Recuerda que llegaban las 19.00 horas y no le había dado tiempo ni a hacer las camas o cómo se le quemaba una y otra vez la comida, por no hablar de los jerséis que empequeñecía con sus coladas.

    «Al final del día pongo una balanza y siempre hay algo positivo. Lo importante, a mi juicio, es quitar prejuicios y tener mucha paciencia», se congratula.

    ¿Se renuncia a mucho tiempo para uno mismo? «Los amos de casa no somos bichos raros no solo hablamos de pañales y compras. También tenemos un nivel cultural, como el mío, alto, solo somos personas que nos quedamos en casa queriendo criar a nuestros hijos. Yo tengo mis hobbies, como un programa de radio, mi entorno, y aunque tenga que robar horas de sueño, las hago encantado, porque también me tengo que ocupar de la casa y los niños».

    «Mis hijos van a ser más abiertos, nunca verán relegada a la mujer ni en un papel inferior. Los amos de casa derribamos, incluso, los prejuicios que derivan en la violencia de género»

    A la pregunta de qué van a recibir sus hijos en «herencia» de su decisión, este madrileño se explaya: «Van a ser más abiertos, corresponsables de su vida y no van a ver en hacer las labores del hogar algo obligado, sino que les va a salir de forma instintiva. Y, lo más importante, van a ver a la mujer como alguien igual a ellos, sin diferencias. Van a pensar en una chica como alguien que puede hacerlo todo. Se mantendrán, como su padre, en la línea de que impere el respeto absoluto hacia su pareja». De esa crianza ellos se llevarán lecciones tatuadas a fuego en su personalidad merced al «gesto» de su progenitor: opina Pedro Caballero, como el resto de miembros de la plataforma Amos de Casa - www.amosdecasa.com-, que se abre una brecha, un hueco muy importante para la generación consecutiva. Colaboran, prosigue, en combatir incluso la violencia de género, puesto que ningún hijo suyo se arrogará conductas sexistas. «Es más, hoy por hoy, a mis hijos les sale de forma absolutamente espontánea ponerse a recoger conmigo, ayudar en casa, y no se detienen en preguntar si debe hacerlo mamá o papá. En sus casas futuras la madre no estará relegada a servir, el padre no llevará la batuta del hogar; los niños lo absorben todo como esponjas y nunca verán a la madre como un ser inferior». La mujer de Pedro, cuando llega de trabajar, también se pone a tender o planchar y comparten labores sin reproches. En la asociación contabilizan un millón de amos de casa a tiempo completo en España, aunque se estima que unos cuatro millones de hombres lo son de forma parcial.

    Se sincera: «No podía cortar de ninguna manera la carrera profesional de mi mujer. Tienes que priorizar y es cierto que renuncias a una entrada importante de ingresos, pero si antes me iba de viaje a un sitio, ahora me iré a otro, pero luchas por tu familia», informa Érika Montañés.

  3. Andrés Lens, bombero: «A veces se preocupan porque dicen que mi trabajo es peligroso»

    Andrés Lens es bombero de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares
    Andrés Lens es bombero de la Comunidad de Madrid en Alcalá de Henares - DE SAN BERNARDO

    Andrés Lens es padre de dos hijos, de 3 y 6 años, que se debaten entre ser bombero de la Comunidad de Madrid, como él, o bailarines... como su madre. «Cuando se lían mucho -se ríe Andrés- tiran por la calle de en medio y dicen que van a ser bombero-bailarín». Su trabajo en el Parque de Bomberos de Alcalá de Henares, organizado en guardias de 24 horas, le permite pasar mucho tiempo con sus hijos. Y disfruta al máximo de esa oportunidad. «Cuando toca una guardia en un festivo o en un fin de semana suelen acercarse por aquí con su madre y juegan en la cucaña o se hacen fotos en los camiones, y si tengo una salida, esperan a que vuelva para que se la cuente».

    La curiosidad irrefrenable es innata en los pequeños, y aún más en los hijos de Andrés. «Les tengo que explicar todo. Y lo hago. Incluso cuando no hemos ido a salvar “a un gatito que nos llamaba asustado desde lo alto de un árbol”, sino a un accidente de tráfico en el que “un señor se ha puesto muy malito y en el hospital no le han podido salvar”. Mi relación es muy franca con ellos». Y gracias a ello, toman nota. «Yo veo que son como los hermanos mayores de sus compañeros. Y les dicen lo mismo que yo les inculco a ellos constantemente. Que hagan lo que quieran... pero con la máxima seguridad». Quizá por eso, un día, antes de ir al Parque, su hijo mayor se le acercó y le dio un abrazo más largo e intenso que de costumbre.

    «Tengo miedo de que te pase algo en tu trabajo que es peligroso», le dijo. Y una vez más, Andrés volvió a convencerle de que todo es cuestión de tomar las máximas precauciones, informa Alejandro Carra.

  4. Javier Jambrina: «Estoy a punto de coger 4 semanas de permiso cedidas por mi mujer»

    Marta, Javier y Abril, el regalo que llegó en diciembre
    Marta, Javier y Abril, el regalo que llegó en diciembre - MAYA BALANYA

    Marta y Javier tienen 34 y 35 años respectivamente y estrenaron paternidad a finales de 2015, tras unos ocho años de relación. El regalo nació en diciembre pero se llama Abril. Los tres viven en la zona madrileña de Campamento y esta es su historia.

    Cuando nació tu hija, ¿te tomaste el permiso de paternidad de dos semanas? ¿Tuviste algún problema en la empresa por hacer uso de ese derecho? ¿Trabajas por cuenta ajena o propia y en qué sector?

    Sí, me tomé las dos semanas y no tuve ningún problema en mi empresa. Trabajo por cuenta ajena en una consultora especializada en sector público y tercer sector que está bastante sensibilizada con el tema de la conciliación y la igualdad de género.

    ¿Cómo fue ese tiempo en casa con tu pareja y el bebé? ¿Cómo te sentiste cuándo te tuviste que reincorporar al cabo de dos semanas?

    Fueron días de una gran intensidad emocional, desde el parto hasta la salida del hospital y los primeros días en casa. Esos primeros días tienes que aprender muchas cosas, especialmente si se es primerizo, y no sólo desde el punto de vista «logístico y organizativo» de las tareas, las nuevas y las viejas, que son todo un reto, también sobre la adaptación de la pareja a la nueva situación. En ese momento ya tienes en casa una persona que depende enteramente de su madre y de ti y es necesario tomar decisiones (muchas veces sobrevalorando su importancia) y asumir roles y funciones de forma compartida.

    ¿Pensaste en pedirle a tu pareja que te transfiriera una parte de su permiso de maternidad? ¿Por qué (no) se lo pediste?

    Me cederá 4 semanas de las 16. Era algo que siempre estaba ahí y que habíamos pensado porque entendemos que las primeras semanas son claves para disfrutar del bebé y llegar a un buen equilibrio en la asunción de responsabilidades compartidas. También porque tenemos casos muy próximos que lo hicieron así, y porque mi chica es autónoma, lo que le permite organizarse.

    ¿Por qué has puesto un recurso ante la Seguridad Social pidiendo un permiso de paternidad de 16 semanas?

    Cuando a través de la PPIINA (la Plataforma Iguales e Instransferibles) me enteré de esta posibilidad, la vía del recurso y los tribunales me pareció acertadísima. Además de generar conciencia pública y debate sobre el asunto con otras acciones que están desarrollando, es necesario reclamar y luchar por lo que ampara la Ley. No tiene sentido mantener esta discriminación que genera y perpetúa la desigualdad entre mujeres y hombres en todas las esferas de la vida. Desde el punto de vista profesional, yo no quiero que mi pareja asuma todo el peso de tener una hija, y yo tampoco quiero perderme parte de la experiencia de la paternidad, porque creo que me toca y me corresponde. Esto trasladado al conjunto de la sociedad creo que es bueno para construir una sociedad más justa y menos desigual.

    ¿Cómo te hubiese gustado organizarte con tu pareja para cuidar de vuestra criatura?

    Dentro de las posibilidades creo que no lo hemos hecho mal. A partir de Semana Santa me cogeré las 4 semanas que me cede mi pareja. No obstante, me hubiese gustado que el permiso fuese igualitario e intransferible. De ser así el tiempo que yo disfrutaré de permiso no supondría menos tiempo de permiso para mi pareja. También creo que 16 semanas es poco tiempo y te obliga a apoyarte demasiado pronto en la familia, en caso de tener la suerte de poder hacerlo, o a llevarla a una escuela infantil incluso antes de acabar con el periodo recomendado de lactancia materna.

    Se pregunta Javier Jambrina, miembro de la plataforma Iguales e Instransferibles: ¿que cómo nos las apañamos finalmente cuando acabe el permiso?

    Aún no hemos llegado a ese punto, por lo que aún lo estamos pensando y decidiendo. Tenemos la suerte de poder barajar tanto la posibilidad de llevarla a la guardería, contratar a una persona o apoyarnos en la familia (casualmente los que se podrían quedar con ella, serían sus abuelos, porque sus dos abuelas siguen trabajando).

    Como sociedad tenemos como reto mejorar la etapa de educación infantil en el tramo de 0 a 3 años, haciendo más fácil el acceso (más plazas y más baratas) y avanzar en políticas de conciliación en el entorno laboral. Eso mejoraría la vida de todos, especialmente de las mujeres y de los niños y niñas.

    «Soy feminista y todo mi entorno lo sabe», se autodefine Javier, lo que no significa pedir para ellas nada más ni nada menos que para ellos. «¿Por qué me tengo que perder una etapa de su vida? La cesión de semanas en mi caso fue un pacto natural con mi mujer, pero es difícil que la gente llegue a este acuerdo porque supone una merma en los derechos de ellas. Lo que queremos es 16 semanas para ellos, 16 semanas para ellas, que se puedan coger conjuntamente o un periodo tras otro y así no abandonas al bebé en 32 semanas». «Facilitar la conciliación está en el discurso de todo el mundo, pero sigue siendo más difícil por el tema biológico, laboral y también por la propia sociedad ser madre que padre en España». «La sociedad empuja, y va evolucionando -reconoce-, pero no al ritmo que nos gustaría a algunos».

    Javier dice que le gustaría darle un hermano o hermana a Abril, aunque tener hijos, «lo que se dice práctico, no es», bromea, y su chica «ya no está tan convencida después del primer parto». «Te hace ilusión formar una familia, aunque como padre primerizo tengo que decir que te pones muy nervioso cuando se pone a llorar y no sabes lo que le pasa. Y piensas: "si a lo largo de la historia todos los demás han sido padres y han tomado esas decisiones, por qué yo no". Aguantas el tirón e intentas hacer lo que buenamente puedes».

    Mientras se aleja de la conversación, Javier se cuestiona: "¿la pongo de este lado o del otro?"», informa Érika Montañés.

  5. Natxo López, guionista: «Mi mujer aprovechó tener hijos para reorientar su carrera»

    Natxo López es guionista, trabaja como «freelance», así que se organiza con sus hijos y en su casa
    Natxo López es guionista, trabaja como «freelance», así que se organiza con sus hijos y en su casa - FOTO CEDIDA A ABC

    Presentamos a la familia del guionista Natxo López. La de arriba de la fotografía es Bárbara, a razón de tres años y medio. La de abajo se llama Clara, nueve meses en su haber. Y al del medio, aunque no le pongan cara, sí le ponen textos: los de los guiones de series tan conocidas como «7 vidas». Los siete años que lleva Natxo con su mujer. Trabaja como «freelance», una cuestión que le permite organizarse mejor con sus hijos y también en casa. Tiene 40 años, su pareja 42, así que con la segunda ya sonaba el «tic tac» biológico, reconoce.

    Comparten piso y experiencias en un rincón del barrio madrileño de la Concepción, y como ningún integrante de la pareja es oriundo de Madrid, no tienen a los abuelos para que les ayude con las pequeñas. Se casaron precisamente por cuestiones legales, porque les parecía más cómodo y más sencillo, tras tener a su primera hija. «Sabíamos que queríamos tener más de uno», dice.

    «En el caso de ella sabíamos que podía suponer un parón en su carrera laboral, un impedimento. Ella es script de cine, y quería reorientar su carrera hacia el cine, pero en gestión cultural». El de la cinematografía es un «puesto muy sacrificado», con horarios de buena mañana a bien entrada la noche, así que paera la mujer de Natxo tener niños fue el estímulo que esperaba para virar el paso.

    Natxo comenta que el principal cambio que imprime la paternidad es el de multiplicar las cuotas de responsabilidad a la hora de tomar decisiones vitales, que «ya no tomas por ti, sino por ellas». «Es un cambio de chip importante», afirma, muy contento por la «fuente de disfrute que también proporcionan las niñas». No oculta las renuncias al tiempo personal que suponen y es consciente del cansancio que se arrastra por una misión de tanta envergadura. De hecho, Natxo pasará el Día del Padre en Lisboa, la tierra de su esposa, donde dejarán a los niños con lo abuelos maternos y se permitirán disfrutar de un paseo a solas. «Quiero tiempo para nosotros, para la pareja, eso sí se echa de menos. Lo bueno es que crecen y entonces es más fácil», apuntilla.

    «No tenemos cerca a los abuelos»

    A la hora de reivindicar, un afabilísimo Natxo sí tuerce un poco el gesto. «Los horarios son absurdos y es difícil conciliar el trabajo y la paternidad. Nosotros tenemos el handicap de no tener próximos a los abuelos y es muy difícil no contar con ese soporte importante en la crianza de los hijos», protesta. «Debería ser más fácil ser madre y padre, está mal pensado. Sería interesante introducir un permiso de maternidad exclusivo, también para los hombres y obligado. Así pararíamos nuestra vida laboral de la misma forma que las mujeres y hasta sería una medida interesante para "cogernos unas vacaciones", que de relajadas no tienen nada. Ahora en España son casi siempre las mujeres las que lo tienen y es importante y lógico, por la lactancia, pero hay que extenderlo a los hombres y que fuese más largo».

    El próximo proyecto de Natxo se llama «Acantilado» y es su primera película tras series exitosas como «Hispania, la leyenda» y «La familia mata». Pero los mejores de su vida, ya saben cómo se llaman, Bárbara y Clara, y son auténticos y fructíferos largometrajes. Tienen toda una vida por delante, informa Érika Montañés.

  6. Manuel López del Saz: «Cuando tienes un hijo con síndrome de Down, planificas todo con más antelación»

    Manuel López y Álvaro, su primogénito
    Manuel López y Álvaro, su primogénito - MAYA BALANYA

    Álvaro es el mayor de tres hermanos. Tiene 14 años y síndrome de Down. Pablo tiene 12 años y Martín, 6. Son los hijos de Manuel López del Saz, de 45 y orgulloso padre. «Cuando nace Álvaro, no disponíamos de diagnóstico prenatal. Es una primera noticia difícil de gestionar. Te dicen: "tiene fenotipo Down" y la cosa te viene grande, sobre todo si eres padre primerizo. Se te cae el mundo, no sabes ni cómo reaccionar. Te hunde. Buscas toda la información disponible, acudes a asociaciones donde te trasladan la importancia de tener familia por él y por nosotros, sus padres, también. La estimulación en los primeros años de vida es esencial y... ¿quién lo va a hacer mejor que un hermano?». Así que el dicharachero Manuel y su esposa, ambos trabajadores del departamento jurídico de una empresa del sector aéreo, no dudaron ni un momento en tener más hijos, informa Érika Montañés.

    Dice con cierto tono socarrón: «Nos pusimos manos a la obra y al año y medio vino Pablo. La verdad es que mi mujer ahí se comportó como una campeona. Y echamos a andar». Manuel asume que a Pablo, el segundo, le han exigido ser más autónomo, en cierto modo que crezca más y más rápido, que «demuestre competencia antes». «Trabajamos por la integración de Álvaro, y su hermano forma parte crucial de ello. De hecho, Álvaro hasta hace dos años ha estado en un colegio y el grupo de amigos era el de Pablo.

    Desde hace dos años Álvaro está en un colegio de integración de la Fundación Síndrome de Down situado en la calle de los Caídos de la División Azul de Madrid y su padre confiesa que tener un hijo con una discapacidad o una enfermedad «te cambia los esquemas y la forma en la que ves las cosas. Planificas todo más a largo plazo, con mucho tiempo de antelación, con horizonte de 2 o 3 cursos por delante, y en función de lo que vaya a hacer en un futuro». Pone un ejemplo muy ilustrativo: «Hace poco nos cambiamos de casa, y tenía que tener una parada de metro cerca o que pasara el autobús que lleva a Álvaro a su colegio, porque queremos que haga su vida en lo posible. Tomas las decisiones claves en función de los centros a los que va a acudir para que tenga mayor independencia e integración. Hay que hacérselo más fácil».

    Manuel, su esposa y sus tres hijos, Álvaro a su izquierda, Pablo a su derecha, y abajo Martín
    Manuel, su esposa y sus tres hijos, Álvaro a su izquierda, Pablo a su derecha, y abajo Martín - MAYA BALANYA

    Manuel no distingue entre hijos, como buen padre. «Las grandes diferencias con sus hermanos las marca su propio carácter, su personalidad, no su dolencia. Yo a Álvaro le quiero síndrome de Down y cuando él pregunta: "papá, ¿por qué lo soy?", le digo que ha sido una casualidad, y que tiene una familia que le admite, tiene todas las opciones de hacer lo que quiera, lo mismo que le digo a Pablo. Puedes ser ingeniero o lo que sea, que está en tu mano», acaba.

    Asignaturas pendientes

    ¿Y cómo es ese Álvaro? «Es un chico absolutamente normal, teniendo presente su condicionante de retraso en el proceso madurativo. Pero ese estereotipo de que no se enfadan y siempre están alegres no es así, si se tiene que enfadar lo hace y suelta tacos, tiene mal genio, es socarrón, protesta. Se divierte con su consola, su fútbol e igual que los demás. Lo que sí tiene puntualmente es la falta de picardía de un niño de su edad», relata un orgulloso progenitor.

    Manuel aprovecha la conversación con este periódico para reivindicar que, «tengas un hijo con discapacidad o no», conciliar es una asignatura pendiente en España, así como desarrollar «políticas más ambiciosas en materia de integración educativa».

    Manuel tiene una visión que alimenta el futuro esperanzador de Álvaro: «Quiero su felicidad, que sea una persona plena, con un trabajo que le permita vivir con autonomía. El miedo a lo desconocido ya se ha derribado. Estos niños están integrados. La sociedad evoluciona en materia de integración, pero lo que es verdaderamente necesario es la inclusión de niños como Álvaro», apostilla.

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