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«Sigue habiendo ruido, pero estamos más tranquilos»

Los moteros se resignaron al cierre del centro de El Puerto mientras que Jerez registró un lleno histórico

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Mientras Jerez estaba completamente invadido por las motos y el ruido ensordecedor de miles de motores rugientes dejaba poco espacio a la imaginación, en El Puerto se respiraba una novedosa tranquilidad. Las motos se quedaron aparcadas a la entrada de la Ribera del Marisco y los moteros, mucho más calmados sin sus caballos motorizados, disfrutaron desde temprano del pescaíto frito y las delicias culinarias que ofrecían los hosteleros de la zona. Arriba, los vecinos descansaban lo que podían por primera vez en muchos años por estas fechas.

«Es diferente, pero tampoco está tan mal. Se pueden hacer otras cosas y hay menos peligro para todos. A mí me parece una buena idea», afirmaba Javier, un experimentado motero venido desde Santander. No todos compartían la opinión de Javier. Muchos seguían abucheando a la Policía a su paso por la avenida, aunque con menor ímpetu que en días anteriores.

Movida nocturna

Una nueva fisonomía de la diversión motera que pudo observarse en durante la noche y madrugaga pasada. Desde primeras horas de la noche se respiraba en el centro de El Puerto un gran ambiente, aunque los moteros se mostraron algo desilusionados por el cierre al tráfico de la Ribera. «A nosotros lo que nos gusta es el desfase y así no se puede», decía un motero llegado de Murcia. La tónica era el paseo de los habituales al Gran Premio de un lado para otro. Los vecinos se asomaban curiosos a las ventanas y agradecían el cambio con respecto a otros años. «Aunque sigue habiendo ruido, estamos mucho más tranquilos», comentaba un residente de Bajamar.

En Valdelagrana, sin embargo, se vivió un ambiente enrarecido durante la noche, lo que no evitó que la gran mayoría de las terrazas se llenaran. Los presentes se reunieron en la oficina municipal de Turismo para disfrutar junto a sus motos de una noche de fiesta. Como Raúl y Antonio, procedentes de Madrid y Albacete, respectivamente. «Nos conocimos hace unos años en una Motorada y desde entonces vamos siempre juntos a las concentraciones». Este grupo de unas 20 personas, fue el encargado de animar la noche soltando gas y quemando rueda al ritmo que mejor les parecía.

En Jerez, la fiesta comenzó a primerísimas horas de la tarde. Las gradas de la Gymkhana se abarrotaron en sólo unos minutos y el olor a goma quemada se pudo respirar en muchas zonas de la ciudad. Muchos coincidieron en que hacía tiempo que Jerez no registraba tal cantidad de moteros en el Gran Premio.