Jaime Gonzalez

De puñetas y puntillas

Moix, en el ojo del huracán

Jaime Gonzalez
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando la Fiscalía era una auténtica servidumbre del Gobierno y las togas se manchaban con el polvo del camino, las purgas en el Ministerio Fiscal eran una realidad que las terminales mediáticas del poder se encargaron de silenciar, pese a que no fueron pocas las víctimas de Conde-Pumpido (y si no que le pregunten a Eduardo Fungairiño, ex fiscal jefe de la Audiencia Nacional). El por entonces fiscal general del Estado justificó su relevo con el argumento de que era necesario acometer un «reequilibrio ideológico» en la institución. Era la constatación de que los principios de mérito y capacidad reconocidos en la Constitución habían sido triturados y de que la politización de la carrera profesional obedecía a una estrategia perfectamente establecida.

No pasó nada, salvo que la izquierda judicial celebró la purga con delectación y las terminales mediáticas del poder socialista se pusieron de canto o miraron para otro lado, acaso porque también creían que había que mancharse con el polvo del camino.

Sirva esta introducción para situar al lector ante la polémica derivada de los nombramiento de José Manuel Maza como fiscal general del Estado y de Manuel Moix como fiscal jefe Anticorrupción. Las evidentes discrepancias y enfrentamientos en el Ministerio Fiscal no responden solo a divergencias de criterio, sino que traen causa –no nos engañemos– de aquel «reequilibrio ideológico» que sirvió a Conde-Pumpido como argumento de depuración.

Lo que está pasando ahora es que en la Fiscalía se libra una guerra política que ha situado a Maza y Moix –sobre todo– en el ojo de un huracán sobrealimentado por los sectores de la izquierda política y judicial. Para ser justos, Moix –con su proceder en el caso Lezo– ha puesto mucho de su parte y contribuido de manera notable a dotar de argumentos a sus adversarios, aunque también es cierto que si no les hubiera dado razones para pedir su cabeza, habrían tratado igualmente de llevárselo por delante.

Ahora se ha conocido que el fiscal jefe Anticorrupción tiene una empresa en Panamá que heredó de su padre y que esta es propietaria de un chalé en una localidad madrileña. Parece ser que la declaró a Hacienda, pero no parece que se lo comunicara al Ministerio Público, como resulta preceptivo. La puntilla para Moix. Lo más triste es comprobar cómo los sectores que celebraron con delectación la purga ideológica emprendida en su día por Conde-Pumpido son los mismos que están a punto de cobrarse la pieza del fiscal jefe Anticorrupción. Lo lamento, pero Moix se ha equivocado tanto que no hay manera de salir en su defensa.

Ver los comentarios