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Restos de la torre Grenfell, tras el incendio del miércoles en Londres - AFP

Las autoridades británicas temen hasta cien muertos en la torre de North Kensington

Un diputado laborista habla de «homicidio corporativo» y pide detenciones

Corresponsal en Londres Actualizado: Guardar
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La responsable de los bomberos ha confirmado esta mañana lo obvio: ya no quedan personas vivas en la torre Grenfell, pues las altas temperaturas durante el incendio hicieron imposible sobrevivir allí. Los equipos de rescate todavía no pueden acceder a las últimas plantas para un registro exhaustivo, debido a dudas sobre el estado de la estructura del edificio. Se han confirmado 17 muertos y hay 34 vecinos hospitalizados, 18 en estado crítico. Pero desgraciadamente las autoridades temen que la final pueda rondarse el centenar de muertos.

Algunos de los inquilinos y familias rescatadas han pasado la noche en pabellones de centros de acogida improvisados, durmiendo en colchonetas. Llueven las críticas sobre la autoridad municipal de Kensington y Chelsea, una de las más ricas del Reino Unido, por no haber conseguido alojar a unas personas traumatizadas por la tragedia en hoteles y viviendas.

El incendio ha destapado graves fallos de seguridad. Rydon, la compañía que completó el año pasado la rehabilitación de la fachada, utilizó un relleno de polietileno, un plástico que pudo haber actuado como acelerador del incendio. La responsable de los bomberos de Londres, Danny Cotton, ha vuelto a destacar en esta mañana de jueves que «nunca había visto un fuego así en toda mi carrera, se extendió muy rápido».

El diputado laborista David Lammy habla de un «asesinato corporativo» y pide detenciones

Críticas también al protocolo de seguridad del edificio, que recomendaba a los vecinos quedarse dentro de sus pisos. Además se cuestiona que hubiese una única escalera de emergencia. La asociación de vecinos Grenfell Action Group, se había quejado en noviembre del año pasado de que la compañía municipal del burgo de Kensington y Chelsea que actuaba como casera del edificio, KCTMO, hacía «oídos sordos» a sus protestas por las pobres medidas anti incendios. «Solo una catástrofe hará que nos atiendan y expondrá la incompetencia de nuestro casero, se darán cuenta de las penosas condiciones en que vivimos», advirtieron.

La tragedia salpica al propio Gobierno de Theresa May, que esta semana ha nombrado jefe de sus gabinete a Gavin Barwell, en su día el ministro de Vivienda que prometió en falso una revisión del protocolo anti incendios tras el de la torre Lakanal de Londres en 2009. Murieron allí seis personas, pero Barwell incumplió su palabra. Nunca llegó a presentar las mejoras que aseguró que estaba preparando tras la petición del juez que investigó el siniestro del edificio Lakanal.

El diputado laborista londinense David Lammy, era amigo de una de las víctimas, la artista Khadija Saye, de 24 años, que probablemente murió junto a su madre en un piso alto de la torre. Khadija, que trabajaba con la mujer del político, se despidió con un mensaje donde asumía que no había escapatoria para ellas: «Por favor rezad por mí. No puedo salir. Por favor rezad por mí y por mi madre». El político está indignado con la desprotección de los vecinos de la torre, habla de un «asesinato corporativo» por parte de la firma municipal que gestionaba el edificio y pide detenciones. Lammy cree inadmisible que por ser vecinos pobres sufriesen tal indefensión en uno de los barrios más ricos del mundo.

«En el barrio más rico del país se ha tratado a la gente de un modo que deberíamos llamar como lo que es, un asesinato corporativo. Debería haber detenciones ya. Es una vergüenza. Muchos de esos edificios de los años setenta deberían ser demolidos. No tienen vías de escapatoria ni aspersores. Es impresentable que la gente viva así», lamenta el diputado. Theresa May ha prometido una «investigación a fondo», que Jeremy Corbyn le reclama sea inmediata.

Desaparecidos

Van apareciendo ya nombres de desaparecidos. Como Jessica Urbano Ramírez, una niña de doce años; Tony Disson, un camionero jubilado de 66; o Mo Tuccu, que visitaba en la torre a unos amigos para celebrar el Ramadán. También hay una pareja italiana que se teme que ha muerto en la torre. Días atrás habían escrito a sus amigos celebrando las vistas panorámicas desde su piso en el edificio.

Se van divulgando también los mensajes, tan dolorosos, de las personas atrapadas, impotentes entre un pandemonio de fuego, humo, calor y explosiones de gas. Unos hicieron una última petición de ayuda, otros optaron por despedirse de sus seres queridos. «Adiós, no lo vamos a conseguir», es lo último que escribió una madre con tres niños. «Hay fuego aquí, me estoy muriendo», mensajeó otra mujer.

Una vecina del inmueble que se salvó, Maryam Adam, que está embarazada, ha revelado que a la 1.50 de la madrugada un vecino, un varón británico alto y blanco, llamó a su puerta para advertirla de que en su piso se había desatado un incendio. Ella ya estaba durmiendo y por eso recuerda la hora exacta. La mujer lamenta que el hombre tenía en el pasillo varias bolsas con sus pertenencias, lo que indica que primero recogió sus enseres personales y solo después alertó a sus vecinos. Adam señala también que a través de la puerta del otro piso pudo ver que el fuego era en la cocina. Se cree que comenzó con un problema en una nevera en esa vivienda de la cuarta planta, pero todavía no hay una versión oficial.

Cuatro minutos después de que esa vecina fuese avisada, los bomberos recibieron la primera llamada, a las 12.54, y en solo seis minutos acudieron la torre. Pero el fuego se propagó de una manera insólita, en solo un cuarto de hora ya tomaba el edificio. Habrá mucho que explicar sobre la catástrofe de la torre Grenfell, en cuyas plantas últimas todavía hay ahora pequeños conatos de fuego.

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