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Atentados en BruselasUno de los supervivientes del atentado en Bruselas: «No estábamos preparados para un ataque»

«Había sangre por todas partes», asegura otro de los pasajeros que salieron ilesos de las explosiones en el aeropuerto de Zaventem

Madrid Actualizado: Guardar
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Los supervivientes los atentados en Bruselas de las tres explosiones perpetradas por Daesh en Bruselas (Bélgica) coinciden en que los atentados han sido «un baño de sangre».

Cerca de las 8.00 h. tuvieron lugar las dos explosiones en el aeropuerto de Bruselas Zaventem, cuyo balance provisional es de 14 muertos y 81 heridos, según el ministro de Salud. Otra bomba detonó sobre las 9.15 h. en el metro de Maelbeek, de la que se conocen, por el momento, 20 víctimas mortales y 106 heridos, 17 heridos graves, 23 «fuertemente dañados» y 66 leves, según el alcalde de Bruselas Yvan Mayeur.

[Sigue aquí en directo la última hora de los atentados de Bruselas]

Aunque el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Margallo, ha anunciado que en los atentados de Bruselas de momento no hay víctimas mortales españolas entre los 26 fallecidos en los ataques.

Pero sí algunos residentes en Bruselas. 'Eslang' se ha puesto en contacto con varios españoles que viven en la capital belga.

Uno de ellos, Domènech, cuenta que estaba esperando su avión cuando cuando fue testigo del atentado, aunque desde cierta distancia. «Sentía que en cualquier momento podían irrumpir cuatro tipos armados y disparar contra todo lo que se moviera», confiesa.

Una delegación de 13 representantes de plataformas de apoyo a la sanidad pública de Galicia, entre ellos varios médicos, han sido testigos en primera línea este martes de la jornada de horror vivido en Bruselas, informa EP.

«Estábamos saliendo del metro para dirigirnos al Parlamento, donde teníamos una reunión, y vimos salir una columna de humo y gente gritando», ha relatado a Europa Press uno de los miembros de esa delegación, Manuel Martín, presidente de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública.

Según ha afirmado, los componentes del grupo se salvaron «por los pelos» y, cuando se dieron cuenta de la magnitud de lo sucedido «el clima fue de conmoción total. Ha sido un impacto emocional tremendo».

El tinerfeño Jorge Cólogan, de 32 años, que viajaba en el primer vagón del metro de Bruselas en el que hoy explotó una bomba cuando estaba en la estación de Maelbeek ha reconocido a Efe la suerte de haber salido ileso.

El joven, según su propio relato,sintió un sudor «frío», y solo pensó en salir «como fuese»pues tenía miedo a que se produjese otra explosión.

Atentados en Bruselas

Varios autobuses fletados han trasladado a las personas que se encontraban en el aeropuerto. En uno de esos vehículos viajaba Alphonse Youla, bruselense de 40 años: «Escuché una primera explosión, luego otra», cuenta a 'La Libre'. «También escuché a alguien gritar en árabe, pero que no entendía lo que decía. De repente reinó un caos indescriptible, los techos se derrumbaron y había víctimas por todas partes. Ayudé como pude, a al menos siete heridos. Hemos sacado cinco cuerpos que no se movían, personas cuyas piernas habían sido arrancadas, también vi a los policías heridos».

Valerie, empleada de Autogrill, cuenta que escuchó explosiones y disparos en los atentados de Bruselas. «Inmediatamente nos tiraron al suelo, al igual que a los clientes. Los techos se caían, fue terrible. Un compañero y yo ayudamos a los heridos como pudimos», asegura al medio belga.

Una pareja francesa estuvo a punto de no contarlo. Cuando la primera bomba detonó, se encontraban cerca de la explosión. cuentan que se miraron, sorprendidos, sin comprender qué era lo que sucedía realmente. «Luego hubo una segunda explosión a quince metros. Después todo el mundo empezó a correr y nos escondimos», relatan.

«Todo el mundo entró en un ataque de pánico»

Philippe Lenaerts se encontraba junto a su taxi en el exterior de Zaventem cuando después de escuchar la bomba decidió entrar junto a un colega del gremio para ver qué había pasado. «Todo había volado por los aires, había un charco de sangre con personas heridas y los cuerpos desmembrados», cuenta. «Todo el mundo había entrado en un ataque de pánico».

Antoine y Alan 16 y 17 años. Tuvieron que viajar a Londres para tomar un vuelo de conexión a Tahití. Estaban en el aeropuerto cuando la primera explosión ocurrió: «Nos miramos, pero nos pareció que no era nada y continuamos comiendo. Nadie parecía preocupado», asegura Alan al medio belga. «Pensamos que se había caído un vaso grande o algo así. Pero treinta segundos después otra explosión tuvo lugar. Fue más cerca o más fuerte, no sé. Temíamos que las personas armadas estuvieran llegando», dice Alan.

«Después de que vimos a dos policías que nos mandaron salir. Nos llevaron por la aduana y luego a la salida 44 de la terminal. Cada vez más personas se iban congregando allí y así esperamos 15 minutos», explica Antoine. Después de un autobús nos llevó al centro del pueblo», termina Alan.

Descoordinación

«No estábamos preparados para un ataque en Zaventem», asegura Adamo, de 43 años. Forma parte de los profesionales de los servicios de limpieza del aeropuerto. Evacuado en el centro del pueblo de Zaventem, cuenta: «Estaba ocupado trabajando cuando oí la primera explosión. Sacudió el suelo bajo nuestros pies, el ruido era ensordecedor, la gente gritaba, había sangre por todas partes. Los pasajeros se escondían donde podían y se les evacuaba por las salidas de emergencia. Fue como un terremoto».

Sin embargo, Adamo critica que no ha recibido indicaciones sobre cómo proceder y qué pasos seguir en caso de un ataque a gran escala en el aeropuerto. «Sabemos cómo evacuar el aeropuerto cuando se produce un incidente, pero no un ataque».

«No he muerto por pocos segundos», cuenta Cedric, de 20 años. Este joven tenía que ir a Londres para realizar unas prácticas. Tal y como recoge 'La Libre', con la cara cubierta de polvo negro, asegura haber tenido mucha suerte hoy. «Tenía que subir en el ascensor cuando se produjo la primera explosión. Si yo hubiera estado ahí, probablemente estaría muerto. Una nube de polvo y fuego llegó hasta mí. Había sangre por todas partes. Vi a un pasajero con su rostro cubierto de sangre y una azafata con los dedos colgando y sangrando también. Si mi tren no se hubiese retrasada unos minutos, probablemente estaría dentro del ascensor, en la planta donde tuvo lugar el ataque. He visto a gente entrar en pánico y corriendo hacia la salida».

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