Barack Obama en una intervención en la universidad de Washington
Barack Obama en una intervención en la universidad de Washington - reuters

¿Por qué EE.UU. no ha acabado aún con el Estado Islámico?

El cambio de la estrategia en Oriente Medio iniciado a finales de la última legislatura de Bush buscaba el debilitamiento de Irán e introducía el concepto de «balcanización» en esta región

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El 7 de julio se cumple el aniversario de la toma Qaraqosh por parte de las milicias del Estado Islámico (EI). La mayor ciudad cristiana de Irak caía en manos de los yihadistas y miles de sus habitantes huían al norte del país en busca de refugio. Al día siguiente Estados Unidos bombardeaba varias posiciones del EI en Irak. Sin embargo, un año más tarde de que Obama anunciara el inicio de los ataques, EE.UU. aún no ha acabado con los yihadistas del califato.

Existen muchos factores en juego así como explicaciones sobre por qué el EI continúa ocupando amplias zonas de Siria e Irak. Una de las interpretaciones tiene que ver con la llamada «balcanización» de Oriente Medio, expresión que se utiliza para referirse a la división y a la inestabilidad que asola a los países árabes en esta región del planeta, y que está directamente unido con la política exterior de Estados Unidos.

Cuando el periodista del «The New Yorker» Seymour M. Hersh publicó en marzo de 2007 un artículo con el título «The redirection», en referencia al cambio de estrategia en Oriente Medio llevada a cabo por la Administración de Bush, ya introdujo esta idea de la «balcanización».

La nueva estrategia suponía un giro en la geopolítica estadounidense dirigida a debilitar a Irán, que había salido fortalecida del derrocamiento del gobierno extremista suní de Sadam Husein en 2003, así como del posterior nombramiento del chií Nuri al Maliki como primer ministro de Irak, que desde 2006 hasta 2014 mantuvo buenas relaciones con Irán además de una política de exclusión de la población suní. En línea con esto, EE.UU. llegó a cooperar con el Gobierno suní de Arabia Saudí para desgastar a Hizbolá, la organización terrorista libanesa (chií) respaldada por Teherán.

Directamente relacionado con este nuevo giro de la política estadounidense está la primavera árabe y la financiación y entrenamiento de los rebeldes sirios en contra del Gobierno de Bashar al Assad. Esto se explica porque los Assad son alauíes, una rama del islam chií, y, por lo tanto, aliados de Irán, en un país de mayoría suní como es Siria.

Aquí es donde entra en escena el concepto de «balcanización» de Oriente Medio, o lo que es lo mismo: la fragmentación e inestabilidad de los estados árabes para que luchen entre ellos y no supongan una amenaza mayor para Estados Unidos, ni tampoco para Israel. EE.UU. financió y entrenó a los rebeldes sirios contra el gobierno de Assad, pero al mismo tiempo combate al Estado Islámico en Irak. Y sin embargo, la caída del presidente sirio podría beneficiar a los yihadistas del Estado Islámico en Siria.

Es más, en marzo de 2014, el ex primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, acusaba públicamente a Arabia Saudí y a Catar (alíados de EE.UU.) de financiar al grupo EI. En su mismo artículo, Seymour M. Hersh afirmaba que «un subproducto de estas actividades –de la nueva estrategia– ha sido el refuerzo de los grupos extremistas suníes que propugnan una visión extremista del Islam y son hostiles a Estados Unidos y simpatizantes de Al Qaeda». ¿Cómo se explica esta contradicción?

Irak dividido en tres áreas

Sheikh Hassan Nasrallah, el líder de Hizbolá entrevistado por Seymour M. Hersh, utilizó la palabra árabe «fitna», que se utiliza para hacer referencia a la insurrección y la fragmentación dentro del Islam. Nasrallah aventuró lo que hoy en día ha pasado en Irak. El líder terrorista dijo que el presidente Bush quería «el dibujo de un nuevo mapa para la región. Quieren la partición de Irak». «La matanza diaria y el desplazamiento que está teniendo lugar en Irak tiene como objetivo la consecución de tres partes iraquíes, que serán sectarias y etnicamente puras como un preludio para la participación de Irak. Dentro de uno o dos años, habrá áreas totales suníes, áreas totales chiíes, y áreas totales kurdas. Incluso en Bagdad, existe el temor de que podría ser dividido en dos zonas, una suní y otra chií», afirmó Nasrallah.

De hecho, esta idea de división de los estados en Oriente Medio no es reciente. Sus antecedentes se encuentran en el Plan Yinon promovido por Israel que pretendía una fragmentación de los países árabes según etnias y religiones, principalmente en Irak.

También en 2006 el teniente-coronel Ralph Peters publicó un artículo en «Armed Forces Journal» bajo el título «Fronteras de sangre: a qué se parecería un Oriente Próximo mejor» en el que ya aparecía un Irak dividido en tres países: al noroeste la parte suní que se correspondería más o menos con el actual Estado Islámico; un estado chií al sureste y otro país al norte con los kurdos de Irak. Incluso Sudán del Sur, que se separó en 2011, en el mapa de 2006 ya aparecía dividido.

En esta línea, el sociólogo e investigador del Centre for Research on Globalization (CRG) y la Strategic Culture Foundation de Moscú, Mahdi Darius Nazemroaya, afirmaba en una entrevista del año pasado que la coyuntura actual en Irak había sido propiciada por Estados Unidos e Israel, que habían apoyado un debilitamiento y división de los estados de Oriente Medio.

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