Angela Merkel, y el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, durante la rueda de prensa
Angela Merkel, y el vicecanciller y ministro de Economía, Sigmar Gabriel, durante la rueda de prensa - efe

Merkel rechaza una quita a Grecia «porque en dos años estarían otra vez igual»

El socialdemócrata Sigmar Gabriel acusa a Tsipras de querer modificar la Eurozona desde «posiciones ideológicas»

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«A la parte griega le ha faltado voluntad para llegar a un acuerdo». Así de rotunda fue ayer Angela Merkel. La canciller alemana compareció con su vicencanciller, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, en una rueda de prensa en la que se repartieron los turnos de palabra. Merkel aseguró que la última oferta de los acreedores internacionales fue «generosa». El simbolismo escénico dejó claro que no hay fisuras en el gobierno de Gran Coalición alemán, formado por democristianos y socialdemócratas, respecto a Grecia.

Fuentes del encuentro de Merkel con sus socios socialdemócratas informaron de que —a la pregunta de si no sería mejor una quita en la deuda que otro rescate— la canciller fue rotunda. Alemania está en contra de perdonar parte de la deuda «porque no se resuelve el problema de fondo —dijo Merkel—: dentro de dos años los griegos estarían otra vez igual».

Pese al claro mensaje de Merkel, que otorgaba la responsabilidad al Gobierno de Atenas sobre el fracaso de las negociaciones, la canciller también abrió la puerta a un posible acuerdo de última hora con Grecia y ofreció su ayuda «en la medida que sea necesaria». Más taxativo fue el socialdemócrata Gabriel, que pese a estar teóricamente más cerca de las posturas ideológicas del Gobierno de Tsipras, pareció asumir el papel de duro en la dupla formada con Merkel.

Modificar la Eurozona

Para Gabriel, el referéndum del próximo domingo se trata esencialmente sobre «un sí o un no a la permanencia en la Eurozona». El vicencanciller alemán abría así la puerta de la moneda única a Grecia y servía en bandeja el temido «Grexit». Gabriel acusó además a Tsipras de intentar modificar la Eurozona desde «posiciones ideológicas».

A pesar de dejar claro que el Gobierno alemán no cree que la convocatoria de un referéndum sobre la oferta de los acreedores internacionales sea el mejor camino hacia una solcuión, Merkel y Gabriel intentaron dejar claro que Alemania no pretende inmiscuirse en los asuntos internos de Grecia. «De ninguna manera queremos transmitir la sensación de querer ordenar lo que el Gobierno griego debe hacer», dijo Merkel buscando la mirada cómplice de su vicecanciller. Berlín respetará el resultado que salga de las urnas en la consulta del próximo domingo, aunque ello suponga una salida del país del euro y tal vez también de la Unión Europea.

Mientras, las críticas a la gestión de Merkel de la crisis de deuda europea se escuchan cada vez más alto en Alemania. Los dos partidos de la oposición parlamentaria, La Izquierda y Los Verdes, consideran que la política europea de la canciller demuestra cada vez más con más claridad su ineficacia. «Si el euro fracasa, fracasa Europa», dijo Merkel en 2011. Cuatro años después, esa lapidaria frase está más cerca que nunca de convertirse en realidad.

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