David Flores, durante una carrera popular anterior a 2013
David Flores, durante una carrera popular anterior a 2013 - ABC

«Caí jugando al fútbol y el Samur evitó que muriese como el futbolista Antonio Puerta»

David Flores relató ayer, en el 25 aniversario del Samur, cómo le salvaron tras sufrir un infarto jugando al fútbol

MADRID Actualizado: Guardar
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Lunes, 22 de julio de 2013. Varios compañeros de equipo disputan un partido de fútbol en uno de los campos del polideportivo de Vicálvaro. Es verano y ya no hay competición, por lo que apenas se trata de una mera pachanga entre amigos. «Jugábamos para divertirnos y no perder la forma», relata a ABC David Flores (43 años), quien, confuso por un mareo inicial, solo permanecerá 20 minutos sobre el césped. «Se me apagó la luz un segundo», prosigue. Pese a la extrañeza de los síntomas, no se asustó. Pensó que era un golpe de calor, «porque hacía calor», pero en realidad, lo que David estaba sufriendo era una taquicardia fruto de la displasia arritmogénica que padece. La misma enfermedad que había acabado años atrás con la vida del jugador del Sevilla Antonio Puerta.

«Llevaba todo el día raro, pero ni por asomo pensé en algo así», detalla, con el recuerdo todavía intacto. Nada más sentir la primera molestia, David abandonó el campo y con gran serenidad pidió ayuda a las personas que se encontraban en el banquillo: «Les dije que me quitaran las botas y que llamaran al Samur y a mi mujer». Dicho y hecho. Los primeros en llegar fueron los médicos del polideportivo, quienes le recomendaron quedarse quieto y esperar a la llegada de los servicios de emergencias. Sin embargo, el afectado prefirió que le tumbasen en una camilla. «Más relajado no podía estar, por lo que no tenía sentido quedarme ahí quieto», incide.

En pocos minutos apareció el Samur y procedieron a realizarle las pruebas pertinentes. Le miraron el azúcar en sangre y lo tenía en 240, cuando lo normal es que estuviera entre 60 y 80. «Y las pulsaciones, que en reposo marcaban en torno a las 100 por minuto, se dispararon a 280 cuando vino lo gordo», precisa. Con «lo gordo», David hace referencia a la taquicardia, preludio de un fatal desenlace. «La vida se me escapaba... es una sensación de que ya no te duele nada y sientes que te estás muriendo», continúa, consciente de la labor providencial de los médicos desplazados.

Para reanimarle, fueron necesarias tres descargas. La primera no fue efectiva, la segunda le paró el corazón y la tercera y definitiva, sirvió para sacarle de la parada. Sin tiempo que perder, la ambulancia del Samur le trasladó al Gregorio Marañón, donde le fue diagnosticada una displacia arritmogenico en ambos ventrículos. «Esta enfermedad puede desembocar en la muerte súbita», advierte. David tuvo que renunciar al deporte y al estrés y, desde entonces, lleva consigo un Desfibrilador Automático Implantable (DAI) que controla su ritmo cardíaco.

Ayer, coincidiendo con el 25 aniversario del Samur, hizo un paréntesis en su «relajada» vida para dar un discurso en Cibeles. Rodeado de cientos de «ángeles de la guarda», agradeció la labor prestada por un cuerpo que acumula más de 2,5 millones de asistencias.

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