Dos jóvenes observan La Cubierta actual, con la mitad de sus locales cerrados
Dos jóvenes observan La Cubierta actual, con la mitad de sus locales cerrados - FOTOS: IGNACIO GIL

La Cubierta de Leganés languidece entre peleas, basura y abandono

Hartos de la violencia, los vecinos de la zona piden el cierre de los bares de ocio del coso

MADRID Actualizado: Guardar
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Cuando en julio de 1997 fue inaugurada La Cubierta de Leganés, pocos podían imaginar que aquella fastuosa plaza de toros con techo plegable y vocación de espacios multiusos fuera, casi dos décadas después, un espacio decadente en pleno riesgo de convertirse en un gueto. Ubicados en la cara exterior del coso, apenas una docena de locales de ocio nocturno sobrevive al ocaso de un recinto que, en los albores de los años 2000, llegó a ser una de las zonas de fiesta más concurridas de la región. «Hace una década se ponía todo hasta los topes», recuerda un transportista búlgaro que ejerció allí como portero. «No había noche que no se liara», prosigue,consciente del peligro que antaño se vivía.

Hoy los tiempos han cambiado. Lejos quedan ya las macrofiestas de música electrónica a las que miles de jóvenes peregrinaban fin de semana sí y fin de semana también. Ahora, un puñado de garitos de ambiente latino copan un mercado al que los vecinos, hartos de la situación anacrónica de violencia que llevan años soportando, quieren poner fin. La semana pasada, Jessy, una joven residente de la localidad, abrió una recogida de firmas en la plataforma change.org, pidiendo al Ayuntamiento al «cierre de los bares de copas» y a su posterior reconversión en establecimientos «para todas las edades». Lejos de quedar en fuegos de artificio, la petición, que ya cuenta con el respaldo de cerca de 3.400 personas, se ha convertido en el centro de todas las conversaciones. «Hace mucho tiempo que no vengo con mis amigos», advierte Sergio, quien a sus 28 años rememora sus primeras juergas en el lugar: «Hacíamos botellón y después entrábamos. No era una zona tranquila, pero siempre conocías a bastante gente».

Bajo el título de «No más violencia en La Cubierta de Leganés», la denuncia vecinal incide en el foco delictivo que, a su juicio, genera la actual clientela. Hace dos sábados, una pelea pasadas las 8 de la mañana, fue el detonante para que Jessy publicase el reclamo. «Empecé a oír gritos y al asomarme vi a un grupo de chicas enfrentadas», relata, sin sospechar lo que pasaría a continuación: «Un hombre trató de mediar y al coger a una de ellas se cayó al suelo, con tan mala fortuna, que vino uno por detrás y le reventó la cabeza». Con el sujeto tendido, Jessy grabó la escena «como prueba del miedo que sienten». Mientras los vecinos habían convocado ayer una protesta frente a las puertas del Consistorio (sin éxito, puesto que apenas se concentraron diez personas), los partidos en la oposición han instado al alcalde a ofrecer explicaciones. «No buscamos soluciones mágicas, pero sí queremos saber por qué no se no se diversifica un ocio que ahora está centrado en la noche y el consumo de alcohol», explica el portavoz de Unión por Leganés, Carlos Delgado.

Uno de los antiguos garitos, cerrado desde hace años
Uno de los antiguos garitos, cerrado desde hace años

Cuestionado por la situación, el Director General de Seguridad Ciudadana de Leganés, Óscar Oliveira, asegura que pese a que desde el Ayuntamiento son conscientes de la existencia de problemas puntuales («son muchas horas y mucha gente consumiendo alcohol», detalla), los datos manejados indican que no existe un rebrote de incidentes violentos. «Al revés, los conflictos han descendido», añade, al tiempo que desgrana las medidas municipales adoptadas: «Desde hace tiempo, venimos montando un dispositivo conjunto entre Policía Local y Nacional para disuadir posibles hechos delictivos y evitar la sensación de inseguridad». En ese sentido, fuentes policiales precisan a ABC que «es normal aumentar la vigilancia en lugares de mayor riesgo».

El Metro, foco de problemas

Esfuerzos que, sin embargo, no parecen convencer entre el vecindario. «No es normal que a las 12 de la mañana, nos encontremos con gente borracha y montando follón», protesta una pareja, antes de entrar al Metro. Con los primeros bloques de viviendas alejados a más de 50 metros es, precisamente, la estación del suburbano de La Casa del Reloj el punto más problemático de La Cubierta. «Uno de los vigilantes de seguridad está de baja por una paliza que le dieron», apunta Jessy, cuya ventana da justo a la misma boca. Otro vecino va más allá y apunta que las peleas, más que por su periodicidad, asustan por su extrema gravedad. «Desde marzo, que apuñalaron varias veces a un chico, he visto como se lanzan botellas, sillas o lo que pillen», suscribe.

En el otro lado, los dueños y comerciantes de los locales rebajan el nivel de tensión y remarcan, por contra, un aumento de la seguridad. Alberto Muñoz, un empresario afincado en España desde finales de los 80, abrió recientemente un local de ritmo latino bajo el lema «Salsipuedes». Por ahora, señala la ausencia de problemas y acentúa el nivel de vigilancia que impera en la zona. «Hay un equipo de nueve vigilantes privados que están toda la noche en los exteriores del coso», aclara, convencido de su labor disuasoria. «Me van a dar un «walkie talkie» para estar siempre conectado», añade. Su única queja, por ahora, es la presencia de un indigente apostado en la puerta de emergencia que, «además de bloquearla, deja todo lleno de basura».

Un indigente apostado en la puerta de emergencia de un establecimiento nocturno
Un indigente apostado en la puerta de emergencia de un establecimiento nocturno

Uno de los principales focos de peligro que describen los vecinos son los denominados «amaneceres», bares diurnos que abren a las 6:30 horas y hacen las veces de improvisados «after hours». El Director General de Seguridad Ciudadana de Leganés hace hincapié en que son solo tres establecimientos y cumplen todas las normativas vigentes. «No superan el nivel de ruido ni hemos detectado ningún tipo de actividad anormal», suscribe, mientras detalla la labor policial a primera hora de la mañana. «Cuando cierran los bares nocturnos, tratamos de embolsar a la gente que sale para que se dispersen en dirección al Metro», prosigue. Respecto al cierre planteado por los residentes, Oliveira no cree que eso sea posible: «Son locales privados y lo único que podemos hacer es mantener el nivel de alerta existente».

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