Miguel Santalices, minutos después de ser designado presidente
Miguel Santalices, minutos después de ser designado presidente - Miguel Muñiz
Entrevista al presidente del Parlamento de Galicia

Miguel Santalices: «La expulsión de Beiras fue mi peor momento como presidente del Parlamento»

El grupo popular renovó el pasado viernes su confianza en el médico orensano, que al asumir por primera vez este cargo presumió de ser «el diputado que más quiere a esta Cámara»

Santiago Actualizado: Guardar
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Apenas una hora antes del inicio del pleno de constitución del Parlamento, en los ascensores de O Hórreo, Miguel Santalices (Bande, 1955) juraba no saber si repetiría como presidente del Parlamento. Feijóo volvió a hacer de las suyas y le comunicó a este médico que presume de ourensanía y galeguismo siempre que puede su intención de que volviese a colocarse al frente de la primera institución de Galicia pocos minutos antes que al resto de su grupo.

—¿Esperaba seguir o un cambio?

—Yo esperaba repetir, tengo que ser sincero. Y lo esperaba porque me tomé con mucha ilusión mi trabajo como presidente el tiempo en el que estuve. Fue un reto personal, soy un diputado veterano que tuve la oportunidad de ocupar este cargo y pensé, como dicen en mi pueblo, que «a mí esta liebre no se me puede escapar».

Consideré que por ese esfuerzo, y por la colaboración que tuve con los miembros de la Mesa, con los que sacamos adelante temas importantes, podía repetir.

—Además de su desempeño parlamentario ¿esto se puede ver como un premio al buen resultado en su provincia?

—Los resultados de Orense son espectaculares, eso nadie lo puede dudar, y puede influir, pero creo que lo más importante ha sido el trabajo de estos meses. No tuvimos estridencias, y creo que desde la Mesa resolvimos temas de complejidad sin ruidos, y eso se valora, porque muchas de nuestras decisiones se tomaron por consenso.

—¿Y los cambios en la Mesa se los esperaba?

—Del mismo modo que yo podía esperar seguir, podía esperar que siguiesen los demás. Tengo un gran cariño a los que fueron mis compañeros en la Mesa hasta ahora. Reconociendo que fue una sorpresa, debo decir que Diego Calvo y Raquel Arias son dos políticos muy capaces, con experiencia, que harán un gran papel.

—¿Esta conformación de grupo y Mesa nos avanza un gobierno continuista?

—Eso es una decisión del presidente de la Xunta (sonríe). Hay muchas cuestiones en las que pregunta, pero otras tiene muy claro que son competencia únicamente suya, y esta es una de ellas.

—Hablando ya del funcionamiento de la Cámara, ¿un negociador nato como Pedro Puy es el interlocutor idóneo para un presidente?

—Sin duda. Tengo el mejor concepto de Pedro Puy y creo que es un lujo tener un portavoz como él. Es un hombre con la cabeza muy bien amueblada, reflexivo, prudente, que se estudia los temas, y al que recurrimos todos cuando necesitamos una luz que nos oriente en esto. Esa es la grandeza de un portavoz.

—Entiendo que de los portavoces al único que no conoce a fondo es a Luís Villares. ¿Se pudo formar una opinión de él en campaña?

—A Villares lo conocí el otro día en una reunión de carácter doméstico. En campaña me centré mucho en Orense, y no tuve tiempo de seguir demasiado el resto, porque él tampoco vino mucho por allá. Nosotros estábamos peleando de una manera intensísima el noveno diputado, e íbamos a lo nuestro, así que, sinceramente, mucho no lo seguí. Fíjese que en Orense nosotros nos reuníamos todos los días a las 8.30 de la mañana. En esa reunión, que dura media hora, se decide estratégicamente dónde va cada uno ese día y se rinden cuentas de lo hecho el día anterior.

—Eso se llama «maquinaria».

—Eso es la maquinaria. Lo hacemos en todas las elecciones, y por eso es la provincia en la que mejores resultados saca el PP.

—Volviendo al Parlamento, ¿cómo espera que se desarrollen estos primeros meses de legislatura?

—Estoy convencido de que va a ser una legislatura marcada por la capacidad productiva, por hablar de los problemas de la gente y que discurra con total normalidad. Es lo que debe ser. Puede haber debate aguerrido, porque yo también fui un diputado duro y nunca hubo ningún problema. Sabemos que hay temas en los que no nos vamos a poder entender.

—Usted se fijó como objetivo el «respeto institucional». ¿Sin Xosé Manuel Beiras en el hemiciclo eso será más fácil?

—Será un hemiciclo más nostálgico. Lo echaremos de menos en muchos temas, pero será una legislatura normal. Tener que expulsarlo fue mi peor momento como presidente, sin duda alguna. Es duro tener que expulsar a un diputado con el que tenía una cierta relación.

—Fue un episodio desagradable...

—Ya lo había sido aquel en el que golpeó la mesa de Alberto Núñez Feijóo. En el segundo, iba camino de hacer lo mismo con Miguel Tellado, entonces me di cuenta de que aquello podía terminar mal. A toro pasado, creo que mi decisión fue acertada, pero me equivoqué en ponerme de pie. Ahí me debería haber quedado sentado, pero me dejé llevar por el impulso. También le digo que no recibí críticas por aquello.

—Eso como presidente, pero ¿y el peor momento como parlamentario?

Mi debut, que fue muy desafortunado. Me comunicaron que debía llevar un tema, me concentré una semana antes, me lo preparé, medí los tiempos, me miraba al espejo... (sonríe). Llega el momento, me da la palabra el presidente García Leira, y como era la primera vez que me subía a la tribuna quise hacer un canto al Parlamento. Me puse hablar del orgullo que sentía, de la importancia de la institución, del prestigio... Hasta que el presidente me dijo «oiga, hable del tema señor diputado, que como siga así nos va a contar los mundiales de fútbol y aquí tenemos algo más que hacer». Me puse tan nervioso que lo que llevaba para diez minutos lo solté en tres. Cuando subía a mi escaño, embargado por el ridículo espantoso, me esperaba una voz que me consolase. En cambio, me encontré a Manuel Ruiz Rivas —exportavoz popular y hoy alcalde de Ribeira—, que ahora es muy amigo mío, que me dijo sin mirarme «te pasaste de frenada, tío». Ese fue mi debut, y lo pasé mal, dormí muy mal aquella noche.

—Pues le iba a preguntar también por el mejor, pensando que me iba a responder su debut...

—El mejor quizá fue un día en la oposición. En un turno de preguntas al presidente sobre Sanidad, el hoy presidente Feijóo le preguntó a Emilio Pérez Touriño por un tema concreto. Y Touriño le respondió hablando de mí, que era el portavoz del ramo. Aquello me hizo ver que había hecho mella en el Gobierno y que mi trabajo era importante.

—Este es el puesto con el que culmina su carrera política?

—Creo que sí. Ya no puedo aspirar a más. Es más, nunca pensé llegar aquí. Un médico, un portavoz de Sanidad, nunca pensé que podía pasar esto. Además, por mi condición de galeguista tiene una significación especial.

—¿Le queda la espinita de no haber sido conselleiro de Sanidade?

—No, porque si lo hubiera sido hoy no sería presidente del Parlamento ni diputado. Yo sé la responsabilidad que es ser conselleiro, y sé que estuve en las quinielas, aunque no sé si en la cabeza de los que tenían que decidirlo. A mí me preocupaba, porque yo había sido gerente de un hospital, y sé lo complicado que es. Imagínese el conselleiro que coordina a todos los gerentes. Es un puesto en el que uno se expone mucho y se corre muchos riesgos. Fue suficiente ser gerente de tres hospitales. Ahí también estoy cumplido.

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