Santalices (en pie), durante la sesión contitutiva de la X Legislatura del Parlamento de Galicia
Santalices (en pie), durante la sesión contitutiva de la X Legislatura del Parlamento de Galicia - EFE
CONSTITUCIÓN DEL PARLAMENTO

Santalices pide «respeto institucional» y más participación de los ciudadanos

El orensano volverá a ser presidente de la Cámara gallega y Pedro Puy repite al frente del grupo popular

El Parlamento pasa de largo en las polémicas promesas de acatar la Constitución de los populistas

Santiago Actualizado: Guardar
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Ayer se inició formalmente la X legislatura del Parlamento gallego, con la constitución de la Cámara y la promesa de sus cargos por parte de los diputados electos. En el arranque de la jornada, la atención se centró en el grupo popular, el único en el que todavía quedaban por definir los puestos de responsabilidad en la Mesa y al frente del grupo. Apenas media hora antes de que comenzase la sesión, Alberto Núñez Feijóo presidía la reunión en la que dio a conocer los elegidos tras haber recabado las opiniones de sus compañeros. Desde los pasillos de O Hórreo, los aplausos que brotaban desde la sala anunciaban la fumata blanca.

Como suelen decir los populares, el resultado fue «mezcla de continuidad y renovación».

La presidencia la volverá a ocupar Miguel Santalices, que ya tomó posesión del cargo cuando Pilar Rojo concurrió en las listas del PP en las generales de diciembre. El orensano aprovechó su discurso para pedir que el mandato recién iniciado esté marcado por el «respeto institucional», que en muchas ocasiones se echó en falta en el anterior, en el que los diputados de AGE, con Xosé Manuel Beiras a la cabeza, mostraron numerosas faltas de respeto hacia el grupo que sustentaba al Gobierno autonómico. Santalices también expresó su deseo de que en esta legislatura el Parlamento continúe con la senda de fomento de la participación ciudadana que se inició ya en la anterior, con medidas como el apoyo a las iniciativas legislativas populares o las reformas para que los gallegos puedan presentar preguntas y que los grupos las puedan canalizar como propias.

Los cambios en los cargos del PPdeG empezaron por los acompañantes en la Mesa de Santalices. Los elegidos para la vicepresidencia y la secretaría primeras fueron Diego Calvo y Raquel Arias respectivamente, en sustitución de Marta Rodríguez Arias y José Manuel Balseiro. Este nombramiento forzará los primeros cambios en la configuración del Ejecutivo autonómico, ya que Calvo y Arias venían ocupando las delegaciones territoriales de la Xunta en La Coruña y Lugo. Completarán este órgano, como estaba previsto, Eva Solla (En Marea) y Concepción Burgo (PSdeG), merced al pacto entre socialistas y populistas, y con los votos en blanco del BNG, único partido que queda excluido del mismo.

Similar tónica siguieron las designaciones para llevar la batuta en el grupo conservador. Volverá a ocupar la portavocía Pedro Puy, al que escoltarán Miguel Tellado y Paula Prado, dos diputados que ya habían ocupado este puesto y que pondrán el contrapunto combativo al siempre moderado profesor universitario.

Puestos y juramentos

Despejadas las incógnitas que quedaban, los focos se han centrado en cuestiones formales, como la colocación de los grupos. Debido al acuerdo para la Mesa, los socialistas volverán a ocupar la bancada de líderes de la oposición, que le correspondía a En Marea. Los rupturistas se sentarán al otro extremo del arco izquierdo del Parlamento y, en medio de ambos, los del BNG, que al menos ayer dejaron un lugar en medio entre sus escaños y los del PSdeG.

Como era de esperar, algunos parlamentarios volvieron a aderezar sus tomas de posesión con algo más que el estipulado «sí, juro» o «sí prometo». Todos los nacionalistas, con un clavel y un ejemplar del «Sempre en Galiza» de Castelao en la mano, optaron por una única fórmula. Más creativos fueron los populistas, que reeditaron algunas de las ya empleadas por Podemos en la constitución de las cortes generales en las dos últimas ocasiones. El más llamativo fue el portavoz parlamentario, Luis Villares, quien dijo comprometer «mi palabra y, si necesario fuese, mi vida», lo que provocó murmullos e incredulidad en los diferentes grupos.

De hecho, entre esta parafernalia, a algunos de los parlamentarios de En Marea se les olvidó utilizar las palabras estrictamente necesarias para hacer efectivo el juramento. Aunque se especuló con algunas posibles quejas de los servicios jurídicos, según pudo confirmar ABC, ayer no hubo ninguna registrada por este motivo.

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