Joan Carles Valero - Letras expectativas

Hidalguía indepe

Los políticos se aprovechan del profundo cambio sociológico en el que conceptos como verdad y realidad se antojan borrosos

Joan Carles Valero
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Ante el aumento de la complejidad, lo mejor es que todo el mundo renuncie al dogmatismo y la simplificación. Lo aconsejaba ayer Antonio Garrigues Walker en la conferencia-coloquio que pronunció en el barcelonés Círculo Ecuestre sobre la era Trump, mitos, realidades y consecuencias.

En el año en que la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España celebra su primer centenario, para el profundo conocedor de la cultura americana que preside la influyente firma de abogados que lleva sus apellidos, vivimos una época apasionante.

Una era en la que, contra cualquier apariencia, Estados Unidos se ha reforzado como el país más poderoso del planeta por la debilidad europea y asiática y porque mantiene su incomparable músculo tecnológico, militar, científico y económico; además del cultural y lingüístico.

De modo que el declive estadounidense que desde la Vieja Europa se arguye no es más que un espejismo.

Para Garrigues, la era Trump comienza con el Papa Francisco, protagonista del primer cambio radical que se produce en una institución de carácter global. Luego vino el auge de los populismos en Europa, de extrema derecha en el centro y norte del continente, e izquierdista en el sur. Pero todos nacionalistas.

Como resultado del populismo, también se produce el Brexit por la mínima; una salida del Reino Unido de la Unión Europa que, en su opinión, va a generar más problemas y de mayor complejidad de lo que muchos creen. Tras Holanda, vendrán las elecciones en Francia y Alemania y, posiblemente, también anticipadas en Cataluña.

Garrigues Walker recordó que en Cataluña ya hubo tres declaraciones unilaterales de independencia fallidas, en 1873, 1931 y 1934. La misma quimera que se intenta imponer hoy.

Pero lo principal es mantener la convivencia. Porque la democracia permite vivir en desacuerdo, gracias al diálogo. Pero la política vive de la mentira.

Y los políticos se aprovechan del profundo cambio sociológico en el que conceptos como verdad y realidad se antojan borrosos. Lo racional, lo que hasta ahora constituía nuestra realidad asociada a la verdad, ha muerto frente a lo emocional. Trump lo sabía y ha ganado.

Una posverdad que también anida por estos lares, donde la poesía ha sustituido a la política y los sentimientos al raciocinio. Confusión en la que los independentistas actúan cual hidalgos españoles del Siglo de Oro que hacían uso de la fórmula sostenella y no enmendalla.

Básicamente porque un caballero nunca rectificaba. Lo que yo te diga...

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