Vista aérea del castillo de Almonacid. En el centro, su torre del homenaje
Vista aérea del castillo de Almonacid. En el centro, su torre del homenaje - Ayto

La Junta protegerá el entorno del castillo de Almonacid

Ubicado en lo alto de un cerro, tiene cinco torres, dos cuadradas y tres cilíndricas

Toledo Actualizado: Guardar
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El Diario Oficial de Castilla-La Mancha ha publicado la resolución de la Viceconsejería de Cultura por la que se inician los expedientes para delimitar el entorno de protección de tres Bienes de Interés Cultural de la región, como son el castillo de Almonacid, en Toledo; la iglesia de Nuestra Señora de la Natividad de Carrascosa del Campo (Cuenca) y la iglesia de la Inmaculada Concepción de Horcajo de Santiago (Cuenca).

En su edición de este lunes, el Diario Oficial de Castilla-La Mancha explica acerca del Castillo de Almonacid que aunque diversos estudiosos afirman que debió de existir un monasterio visigodo o un ribat islámico, ambos dotados de una torre de vigilancia y refugio, «lo cierto es que la primera cita documental de Almonacid se remonta al año 1086 con motivo de la entrega del lugar al arzobispo de Toledo Bernardo de Sedirac».

Se llevaron a cabo varios intentos repobladores; así en 1157 se otorgó fuero y carta puebla, y en 1226 el arzobispo Jiménez de Rada dio un fuerte impulso a esta tarea. A finales del siglo XIV, el arzobispo Pedro Tenorio llevó a cabo una importante reforma en el castillo donde, además, hubo de mantener prisionero a Alfonso Enríquez, hermanastro del rey Juan I.

En el año 1576, en las Relaciones Topográficas de Felipe II, se afirma que el castillo sólo tiene dos o tres tiros inútiles y sin munición, tampoco tiene alcaide porque había fallecido poco tiempo antes de que se efectuara la encuesta, pero que era «un castillo y casa bien fuerte» y el arquitecto Pedro Gumiel opinaba que precisaba de urgentes reparaciones. A partir de esa fecha los datos escasean. En el siglo XVIII pasó a propiedad de los condes de Mora. En 1809, durante la batalla de Almonacid en el contexto de la Guerra de la Independencia, sirvió de refugio al general Venegas, que acabó rindiéndolo a los franceses.

En 1839 el alcalde de la localidad dio permiso para que se aprovechasen los ladrillos y piedras del castillo, lo que acentuaría su deterioro. En 1844 la encuesta efectuada por la Comisión de Monumentos habla de un castillo deshabitado y deteriorado. Probablemente este deterioro se hizo más patente a partir del siglo XIX, porque pasó de pertenecer a la mitra toledana y a la emperatriz Eugenia de Montijo a diversos particulares que no se ocuparon de su sostenimiento.

Ubicado en lo alto de un cerro desde el que logra un amplio control visual del territorio y buena comunicación con la fortaleza de Peñas Negras en Mora, tiene cinco torres, dos de ellas cuadradas y tres cilíndricas. Presenta una planta de polígono irregular de cuatro lados, siendo tres de ellos de trazado de muralla en cremallera y un cuarto, el sur, que presenta un esquema simétrico que combina dos lienzos rectos con tres torres semicirculares.

Delante de los paramentos exteriores y paralela a ellos se conserva una barbacana que, a su vez, tiene delante un foso parcialmente colmatado. Intramuros, en el centro del patio de armas, se levanta la torre del homenaje de planta cuadrada

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