Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa en la que anunció su dimisión
Pedro Sánchez, durante la rueda de prensa en la que anunció su dimisión - EDUARDO SAN BERNARDO

Diez meses para pasar del «no es no» a la abstención

Las negativas de Sánchez acabaron abriendo grietas entre los barones, hasta una ruptura en el Comité Federal

Madrid Actualizado: Guardar
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El 23 de diciembre de 2015, apenas tres días después de unas elecciones en las que el PSOE había obtenido el peor resultado de su historia con 90 escaños, el entonces secretario general del partido Pedro Sánchez anunciaba el primer «no» del PSOE a Mariano Rajoy. Durante los siguientes diez meses le seguirían muchos más, hasta la dimisión de Sánchez primero, y la celebración del Comité Federal de este domingo después, en el que se ha aprobado formalmente la abstención del partido en la investidura del candidato del PP.

El plazo comenzó en una comparecencia en Moncloa. Pedro Sánchez, tras reunirse con el presidente en funciones, aseguró que «el "no" a Rajoy es el cambio político que necesita España».

Mientras, en el PSOE ya había una guerra por la celebración de un Congreso Federal. Según los estatutos, debía celebrarse en febrero. Pero la intención de Sánchez era aplazarlo. En el Comité posterior a las elecciones, Sánchez se reafirma como líder del partido, tan solo ocho días después del 20-D: «Mi persona es quien marca y quien propone las líneas políticas».

Con la negativa a Rajoy vigente, en enero Sánchez plantea a Ciudadanos y Podemos un pacto para echar al PP del Gobierno, que tan solo cristalizó en un acuerdo con Ciudadanos y, finalmente, en una investidura fallida el 4 de marzo. Sin poder llegar a más acuerdos, y negándose a apoyar al PP, llegaron nuevos comicios.

Sin embargo, las elecciones del 26 de junio debilitaron aún más la posición de «no» a Rajoy: el PSOE seguía empeorando sus resultados, esta vez con 85 diputados, aunque aguantando frente a la amenaza de «sorpasso» de Podemos. Sin embargo, en el Comité del 9 de julio, Sánchez sigue isistiendo en el «no» a Rajoy. Tras la primera ronda de contactos convocada por el Rey, Rajoy y Sánchez se reúnen. Una vez más, Sánchez le planta un «no».

Las grietas que se abrieron en verano

Sin embargo, dentro del partido se abrían grietas y varios barones rechazaban la postura, abogando porque los socialistas facilitasen un gobierno y, por tanto, contribuyesen a terminar con la situación de bloqueo político e institucional de España. Muchos pedían una revisión de la postura adoptada en el Congreso Federal, en donde se había votado el «no» al PP, como Javier Lambán, presidente del Gobierno de Aragón o el presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara y la presidenta andaluza, Susana Díaz, además de otros dirigentes como el ex presidente de Castilla La-Mancha, José María Barreda, o el ex jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero.

Con el debate sobre la posición del partido en el terreno público, y con la constetación de buena parte de los barones, Sánchez intentó a mediados de septiembre su última baza: plantea que sean los militantes quienes decidan. Sin embargo, el batacazo de los socialistas en las elecciones de Galicia y País Vasco le limita los movimientos. Tras meses de aplazar el Congreso Federal, el día siguiente a las vascas y gallegas, lo convoca para diciembre y las primarias para el inmediato 23 de octubre.

Esta decisión, sumada al descontento interno de los últimos meses y la negativa de Sánchez a moverse de su postura en contra de Rajoy, provoca la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva del PSOE. El Comité del 29 de diciembre se salda con la salida de Sánchez y la creación de una Gestora, liderada por Javier Fernández.

El cambio de la gestora

En su primera intervención, Fernández reconocía que la situación del partido era muy complicada: hicieran lo que hicieran, planteaba un dilema para los socialistas. En las últimas semanas, el intento por apaciguar el clima dentro del partido, así como convencer a los «fieles» a Sánchez para que acaten una posible abstención a Rajoy ha dominado el debate político, tiendo entre los principales protagonistas al PSC.

A 48 horas del cónclave, el «aparato» del PSOE ya no discutía si facilita la investidura de Mariano Rajoy, sino cómo tenía que ser su resolución; es decir, si cambiar a las claras el vigente «no» al PP por una abstención de los 84 diputados del Grupo Socialista o si, por el contrario, referirse solo a «evitar terceras elecciones». Ya se ha despejado la duda.

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