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Cádiz CF-Córdoba (1-2) Pegaba otra ronda

Los fallos en defensa condenan a los de Cervera ante un Córdoba que hizo muy poco para clasificarse

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Güiza, fuera de la lista.
Güiza, fuera de la lista.

Pegaba otra ronda, era lo suyo. Se estaba bien y el ambiente se ponía mejor. Pero no ha podido ser. Se agotó el dinero y hay que irse, mejor dicho quedarse, en casa. Pero el Cádiz CF se lo ha pasado en grande el tiempo que ha estado de copas. Se lo pasó piruleta ante el Levante y hoy, ante el Córdoba, merecía otra copita, otras risas, otro ambiente. De Primera. Porque el que sí se la va a pegar no se lo mereció del todo. Pero es lo que tiene ir a un sitio de mayores con esa cara de inocentón que tiene este equipo de Cervera, que crea cantidad de ocasiones, que las desperdicia y, no contento con ello, las facilita al rival, que no perdona.

La Copa ha terminado para el Cádiz CF, pero las sensaciones que ha dejado es que con mayor seguridad defensiva y más acierto, en la competición doméstica también se podrá sonreír.

Lo bueno de la de Copa es que el entrenador se fija en los menos habituales para darles minutos mientras descansan los 'mejores'. Lo malo es que con el paso de las jornadas, en el equipo de los 'malos' tienen que aparecer esos jugadores que parte de la afición aborrece. Son los casos de Abel y Mantecón, que al verlos en el once un tuitero hasta tuvo que maldecir a Cervera porque "ya había salido de su casa". Arte en las redes, que también la hay.

El caso es que el Cádiz CF sacó un once serio, muy comprometido con el orden. De ahí que no estuviera Gorka Santamaria y si Abel, otrora capitán del ascenso a Primera en el Córdoba. Con Güiza arriba y con tres guardianes del estilo en la retaguardia como Servando, Juanjo y Migue, Cervera se aseguraba de que su equipo, con Mantecón y José Mari en la medular, estaba atado más que atado.

Y no le fueron mal las cosas en los primeros quince minutos al Cádiz CF, donde a través de Nico Hidalgo y Aitor, los versos sueltos dentro del once copero, llegaron un par de ocasiones. Pero ni Güiza, primero, ni Aitor, segundo, acertaron a probar siquiera al meta Kieszek.

Pasados esos primeros minutos de control cadista, el Córdoba, repleto de suplentes y varios canteranos, comenzó a enchufarse al partido. Juli avisaba internándose por su banda y con el beneplácito de la defensa amarilla buscaba el pase de la muerte que fue enviado a córner por Migue.

No avisaría más Juli, que a la media hora adelantaba a los suyos tras valerse de un error en cadena propiciado por un mal saque de Jesús y al que Migue no pudo ponerle remedio. El delantero blanquiverde, listo como ningunó, aprovechó para colarse en el área de Jesús y batirlo por bajo tras dejarlo atrás junto a Servando.

La Copa se complicaba en casa pero el Cádiz CF supo levantarse con rapidez. Lo primero que hizo fue armar un ataque muy bien llevado por Abel y que acabó, con precipitación, Aitor chutando con su izquierda pero casi sin ángulo y sin optar por el pase a atrás a Güiza, que no tuvo otra que recriminárselo. El Cádiz CF tenía vida y la ganaba pasada el minuto 35 tras un pase en profundidad de Güiza, siempre presente, a Nico Hidalgo, que cogió la moto para llevarse la bola a la línea de fondo y con el temple suficiente levantó la cabeza para asistir a Aitor en el gol liberador del empate.

La alegría volvía a la grada, pero lo pagaba el equipo, que poco a poco se fue convirtiendo en un desconcierto. El orden saltaba por los aires y de esto se aprovechaba otra vez Juli, que se sacaba un centro perfecto, facilitado por Juanjo, dirigido a la cabeza de Piovaccari, que marcaba tras ganarle claramente la partida en el salto a un Migue muy desafortunado en su regreso al equipo.

Quedaban cinco minutos para el descanso y la parroquia amarilla seguía creyendo a pesar de todo. El encuentro, llegado a este momento, andaba suelto. Y en esas que le llegó un balón de oro dentro del área a la pierna zurda de Güiza, pero el internacional fallaba lo imperdonable y mandaba las últimas esperanzas antes del descanso al bulto.

A la carga tras el descanso

Los suplentes del Cádiz CF salieron concienciados de que esta Copa es la suya y como prueba en los primeros compases de la reanudación Abel metía un fantástico pase a Güiza al que el jerezano no pudo llegar evidenciando que no está ya para esas carreras pero sí para concederlas desde atrás a Ortuño en lo que sería una dupla ilusionante. Siguió el Cádiz CF a la carga. La siguiente estuvo más cerca tras un saque de esquina rematado por Migue y que casi empuja en boca de gol Servando.

Respondió el Córdoba con dos acometidas de Piovaccari que asustaron en gran medida al Cádiz CF, que no tuvo otra que bajar el pistón. Pese a eso, y tras una recuperación portentosa, Nico Hidalgo volvió a coger la moto aunque en esta ocasión no apuró la frenada y se coló pasado de revoluciones en el área visitante.

El Cádiz CF empujaba, pero en su intento de empatar, el encuentro quedó embarrado entre discusiones con el árbitro, guerra de guerrillas y mucho ruido. En mitad de la revolución, Cervera metía al debutante 'Kunsito' y a Santamaría para abastecer al ataque de Güiza. El argentino se posicionaba en la banda izquierda, desde donde creó una jugada que casi acaba en gol tras el testarazo desviado de Güiza tras el fabuloso centro de Nico.

A falta de veinte minutos para el final Cervera agotaba los cambios y dejaba al equipo en manos de Abdullah, que sustituía a José Mari en la sala de máquinas.  La sensación, a estas alturas, eran un Cádiz CF con mordiente pero muy endeble en defensa. Porque el Córdoba, con muy poquito, hacía mucho daño a un Cádiz CF sin la autoridad suficiente en la zaga. Basta como prueba los dos goles encajados. Pero no por esas arrojaba la toalla el Cádiz CF. Santamaría, por fin, conectaba con Güiza, que tras su control imponente y orientado con el pecho no fue capaz de superar al meta blanquiverde para desesperación de la grada.

El Cádiz CF, como en él es habitual, se entregó a los chispazos de sus versos sueltos. Así llegaron acercamientos al área de Kieszek gracias a las ganas del 'Kunsito', a las arrancadas de Nico o a las buenas intuiciones de Santamaría, pero el balón no terminaba de llegarle franco a Güiza, que no paraba de buscarse el pan para agradar al cadismo.

Pasaban los minutos hasta el fin y ni cordobeses ni gaditanos aparecieron por el área rival. El partido moría con el permiso de un Cádiz CF escaso de energías y carente de fe. Podía entenderse. Si no lo había conseguido con orden, tampoco con desparpajo, no creía en un milagro y dejó de perseguirlo diez minutos antes de la conclusión del choque.

Cansado de intentarlo, derrotado, el Cádiz CF se entregó a lo que le quedba de copa casi que sin disfrutarla ya. Apuró su Copa, pidió la cuenta y se fue para casa con la conciencia tranquila y la esperanza de haber madurado en una competición que le ha hecho más fuerte y sensato en Liga. Este domingo, en Tenerife, vuelve la realidad. La Copa es pasado, ya solo queda remar.

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