La batalla de Jesús Guerrero

El guitarrista gaditano trajo influencias de otros géneros músicales. Le echó un pulso a la creatividad y ganó la guerra

SEVILLA Actualizado: Guardar
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El gaditano es uno de los jóvenes valores del flamenco que se han incorporado al cartel de esta edición de la Bienal. En la tarde del viernes presentó «Calma», una obra en la que camina con soltura sobre diferentes influencias musicales. Salta los diques del arte cabal e incia un viaje sin muros ni rincones para creación. Una creación que no olvida la perspectiva. Pues no hay que perderse en la vereda.

Dibuja su música desde el flamenco. Por eso le echó mano a la rondeña y la soleá para abrir la tarde en San Luis. Y la abrió en canales. Porque pronto cayó en el pozo de las mieles hondas. Esculpe figuras imposibles con la sonanta. Y las simplifica en un tarro donde solo cabe la mesura.

Ese fue el acierto. Porque tiene técnica para aburrir. Pero no se excedió en ella. Por eso comenzó mandando en la batalla.

En los tangos trajo un aire latinoamericano interesante. Otras composiciones como «Harry», donde se empapó de las formas del maestro Paco de Lucía, o «Anne Frank» también fueron interpretadas. Tuvo un recuerdo para sus noches como guitarrista de acompañamiento en las alegrías, junto a El Londro. Y tanto relució que las palmas fueron para él y no para el cante. El Choro, por su parte, arrancó con un baile excesivamente enérgico, aunque también generó aplausos.

La mano derecha del de la Isla fue capaz de bambolear cuerda y capitel cuando no se alejó del pozo en el que se coló al principio. Su mástil coqueteó con el peligroso laberinto de la creatividad en algún momento. Entonces la tarde caía en la última bulería. Pero ahí todo fue brío mecido y doliente. El arrebato mágico de un jóven que lleva garrote. Y Jesús ganó su guerra.

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