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#Mandela

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Al hombre le sobrevive el mal que hizo; el bien se entierra con su cuerpo a veces. Lo que decía Shakespeare de César no se cumple con Mandela. Sorprendentemente, en su funeral ha pasado lo contrario. Sólo hace falta ver la unanimidad invencible con la que se le ha elogiado universalmente. Especialmente entre los suyos. Pareciera que el corazón de África hubiese dejado de latir por un instante en el momento que murió Mandela. ¡Ha muerto Madiba!

Y digo sorprendentemente porque para hacer justicia a la historia hay que recordar lo que nadie quiere recordar. Que las raíces de Mandela se hunden en el terrorismo. Cuando Mandela fue condenado a cadena perpetua, no lo fue por sus ideas, lo fue por terrorista. Concretamente el auto en su contra lo condena por «la preparación, manufactura y uso de explosivos, lo que incluye 210.000 granadas de mano, 48.000 minas antipersonales, 1.500 temporizadores, 144 toneladas de nitrato de amonio, 21,6 toneladas de pólvora de aluminio y una tonelada de pólvora negra. Y por los 193 actos de terrorismo cometidos por su organización entre 1961 y 1963» . Tanto es así que incluso, según Amnistía Internacional, Mandela «no cumple con los criterios para calificarle como un prisionero político».

Pero como dice el proverbio africano, Dios juzga al árbol por sus frutos, no por sus raíces. Y esa es la grandeza de su legado. Después de una vida en la cárcel, casi 30 años, cuando el preso 46664 llegó a ser presidente de Sudáfrica hizo lo contrario de lo esperado. Nombró a su enemigo, el anterior presidente Lekler, como vicepresidente. Siendo comunista dirigió el país a través del capitalismo mas próspero de África. Y siendo negro se hizo el principal seguidor del equipo de rugby de los blancos.

Sea quizás como fruto de todos estos méritos que, al final de su vida, su funeral ha conseguido por fin unir a carceleros y presos, a blancos y negros, a comunistas y capitalistas. Universalmente juntos en señal de condolencia y respeto.

Madiba. Rebosando razones para el odio, no lo cultivó. Sobrando motivos de venganza, no la fomentó. No quiso servir a otro propósito. No quiso libertad a cualquier precio. No supo vencer de otra manera.