PAN Y CIRCO

TERROR

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Llega la parte final de la temporada. Ahora es cuando se decide todo, es el momento en el que una mala dinámica te hunde y una buena te lleva arriba. Por desgracia el Cádiz ha entrado en la negativa por enésima vez en el año. Los amarillos han logrado un punto de nueve dando unas sensaciones de equipo gafado, además de todo lo dicho durante la temporada: falta de calidad, poca intensidad, miedo a perder. No es concebible que un equipo que se juega la vida jugando en casa tire la primera parte como hizo el Cádiz la semana pasada ante el Écija, aunque sea una historia que ya se repite demasiado. La derrota ante el cuadro astigitano deja muy tocada la moral de la tropa, las caras tras el duelo eran un poema. Para el ánimo de la plantilla, pero sobre todo para la situación en la clasificación, una victoria en el Álvarez Claro de Melilla instalaría la tranquilidad momentánea en Carranza, ya sólo quedaría un pasito para lograr la salvación. Pero siendo sinceros, ¿quién confía hoy en día en conseguir esa victoria visto lo visto? Es evidente que este equipo tan camaleónico es capaz de lograr un buen resultado en Melilla después de pegársela en casa ante el Écija, pero parece más un ejercicio de fe que de otra cosa.

Por otra parte, la situación actual demuestra que Alberto Monteagudo no era el problema de este Cádiz. El manchego hizo muchas cosas mal, es evidente y no puede escurrir ese bulto, pero después de muchos partidos y tras pasar por el mercado invernal, donde se ha reforzado la plantilla, el equipo sigue ahogándose en la zona baja. La situación es para temblar y para rezar porque el Sanluqueño y el Almería B no se jueguen nada en los dos últimos partidos. Así de triste es la situación de este equipo. Ojalá acabe pronto esta temporada en la que la afición está viviendo un auténtico suplicio, harta y sin saber qué hacer. ¿Es mejor pitar a los jugadores o esperar a que acabe la temporada para evitar el nerviosismo? Que cada uno haga lo que quiera porque ambas actitudes son válidas, el público siempre es soberano y más después de vivir la pesadilla de esta campaña.