Sociedad

El precio récord de 'El grito' de Munch confirma la inversión en arte como valor refugio

MADRID. Actualizado: Guardar
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El precio en las subastas por las obras de arte no cesa de incrementarse. El último récord lo ha registrado una de las cuatro versiones que Edward Munch realizó de 'El grito'. La obra -la única de ellas en manos privadas al haber sido regalado por el autor a un amigo suyo- alcanzó ayer un valor de venta de 91 millones de euros (120 millones de dólares), 10 por encima de 'Desnudo, hojas verdes y busto', de Pablo Picasso, hasta ahora el cuadro más caro nunca subastado.

Lo cierto es que, motivado por la situación de inestabilidad internacional que hace cualquier tipo de inversión sea mirada con lupa, el arte parece haberse consolidado como un valor seguro en el que depositar fondos con la absoluta seguridad de recuperarlos más adelante. De hecho, mientras la economía de los países más desarrollados del mundo sigue en la UCI, los beneficios de las grandes casas de subasta ha venido incrementándose año tras año al margen de los efectos de la recesión económica. Solo por 'El grito', Sotheby's sumará unas ganancias de 13 millones de euros.

Y fuera de las casas de subastas, es decir, en las transacciones acordadas entre dos partes privadas, el precio a pagar es aún más alto. La obra más cara de la historia se corresponde con 'Los jugadores de cartas', de Paul Cézanne. Por ella se desembolsaron nada menos que 191 millones de euros.

'El grito' de Much salió a la venta por 30 millones de euros y, puja tras puja, realizadas en poco más de 10 minutos, su valor fue incrementándose hasta los 91 finales. Aunque el comprador de 'El grito' permanece en el anonimato, diversas fuentes apuntan a que podría provenir de algún país árabe, con Catar como principal candidato, concretamente a la familia Al-Thani, los jeques que gobiernan este país petrolero. Otra de los 'posibles' es, según la rumorología, Paul Allen, cofundador de Microsoft.

Entre los mayores compradores de arte se encuentran grandes figuras del mundo de las finanzas, como el magnate ruso y dueño del Chelsea, Roman Abramovich; Steven A. Cohen, dueño de 'hedge funds'; Lily Safra, viuda del banquero Edmond Safra; o el armador griego Philip S. Niarchos. Todos ellos han desembolsado importantes cantidades de dinero en los últimos años para comprar varias obras de arte. La cuestión es si lo hacen por amor al arte o para, simplemente, asegurar que su fortuna sigue a buen recaudo.