El comisario europeo de Economía, el finlandés Olli Rehn. :: EFE
Economia

Intervención, no; férrea vigilancia, sí

España se arriesga a una supervisión excepcional de la UE si su déficit se convierte en una amenaza para el euro

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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España vuelve a estar en la primera línea de fuego de la crisis. Con el foco griego más o menos bajo control e Italia pisando a fondo el acelerador de las reformas, el Gobierno del Partido Popular se ha encontrado solo en el centro del campo de batalla. Los mercados, que en un principio le otorgaron cierto margen a Mariano Rajoy, ya no se muestran tan compresivos y empiezan a apretar con la prima de riesgo. El presidente recordaba esta semana que el brutal ajuste presupuestario se justifica por el implacable cerco de los inversores, lo que en una situación extrema podría obligar al país a pedir auxilio a la UE a cambio de la temida intervención. En Bruselas, esta hipótesis ni se contempla, pero se vigila muy de cerca al Ejecutivo para que aplique de inmediato los recortes.

Rajoy empezó a sentir el aliento de los mercados cuando proclamó que alteraría el objetivo de déficit para este año. El 2 de marzo es todo un símbolo de la reacción de los inversores. Aquel día, el presidente anunció al final de una cumbre en Bruselas que relajaba unilateralmente el desfase presupuestario para el presente ejercicio hasta el 5,8% del PIB; es decir, 1,4 puntos por encima de lo previsto. La cifra fue rectificada poco después por los socios del euro y se redujo al actual 5,3%, pero la prima de riesgo entró en una espiral de nerviosismo que no ha abandonado. Estas dudas, unidas a los buenos resultados de Italia en la reducción de sus números rojos, provocaron que el diferencial español con el bono alemán rebasara por primera vez desde agosto al de la deuda transalpina.

La prima de riesgo española y la italiana intercambiaron sus posiciones en el entorno de los 310 puntos, una cifra muy alejada de las actuales cotas. Pese al desglose de los Presupuestos esta semana, que reflejan un tijeratazo sin precedentes para hacer frente al pago de 28.000 millones en intereses de la deuda, los mercados han mantenido su presión. Lejos de relajarse, el sobrecoste con respecto al 'bund' germano se ha instalado en el entorno de los 400 puntos. La cifra resulta muy incómoda, pero España goza de un importante colchón. Grecia, Irlanda y Portugal fueron rescatadas cuando sus bonos saltaron el umbral de los 500 puntos.

El diferencial español, además, ya sabe lo que significa entrar en la zona de máximo peligro. Arrastrada por el desplome de Italia el pasado noviembre, la prima de riesgo se asomó al abismo hasta que intervino el BCE. Entonces, coincidieron varios factores que hicieron temer por el euro. Pese a la parálisis de Roma, Silvio Berlusconi se resistía a dimitir y George Papandreou reventó toda la estrategia europea anticrisis al anunciar un referéndum sobre su segundo rescate. Ahora, ambos países cuentan con nuevos gobernantes y respiran con cierta calma.

Ayuda de EE UU

Los últimos datos económicos también sitúan en marcos bien distintos aquellos turbulentos días de noviembre y la situación actual. La Comisión Europea ha insistido en las últimas semanas en que hay crecientes signos de estabilización en los mercados, pese a los sobresaltos para España. El presidente del BCE, Mario Draghi, defiende una tesis similar y acaba de confirmar que «lo peor ha pasado» para la zona euro. Incluso, la moneda única podría recibir alguna buena noticia desde el otro lado del Atlántico. Estados Unidos, principal mercado exportador de la UE, ofrece cada vez mayores síntomas de que su recuperación es realmente sólida.

El riesgo del rescate, sin embargo, nunca desaparece totalmente del horizonte. El 'Financial Times' sostenía estos días que el fondo de emergencia permanente, que entrará en funcionamiento el próximo verano con una dotación de medio billón de euros, se agotaría de una tacada si hubiera que socorrer a España. Pese a que puede resultar preocupante que simplemente se hagan cálculos de lo que costaría sostener al Tesoro español, el rotativo británico atribuía la volatilidad a los Presupuestos. Según su análisis, los inversores temen que se supere la meta de déficit con unas cuentas que penalizan el crecimiento con recortes en I+D.

La alternativa más lógica, proseguía el diario económico con mayor influencia en Bruselas, era podar más los salarios de los funcionarios, una «especie protegida».

Los problemas pendientes de España pueden parecer una montaña, pero a ningún socio europeo le interesa su intervención porque saldría demasiado cara. De hecho, la canciller alemana, Angela Merkel, ha pasado sus apuros para lograr el apoyo parlamentario al doble salvavidas de Grecia y a la reciente ampliación del fondo de rescate. Distintos analistas sostienen que el panorama actual, con las primas de riesgo acechando pero sin llegar a ahogar, resulta ideal desde la perspectiva germana. Berlín cree que sus socios del sur solo se remangan con las reformas cuando sienten de verdad la amenaza de los mercados.

Con estas piezas sobre el tablero, el riesgo más inminente para España no sería la intervención, sino una supervisión extrema basada en la nueva normativa comunitaria. La UE ya ha acumulado cierta experiencia con una legislación que entró en vigor el pasado diciembre. Concebida para evitar más desfases en las cuentas públicas -España llegó a superar el 11% de déficit-, la reforma del Pacto de Estabilidad se puso en marcha para que ningún país pueda volver a amenazar la superviviencia del euro.

En Bruselas, esta nueva normativa fue bautizada como el 'six pack' por las cinco regulaciones y una directiva que la componen. En paralelo, también ha empezado a aplicarse una legislación que vigila con lupa los desequilibrios internos. En el primer examen, suspendieron doce socios, entre ellos España por su desbocado nivel de paro. La Comisión envió un equipo de inspectores a Madrid a analizar el problema de cerca. El reformado Pacto de Estabilidad cobrará una mayor dimensión en los próximos meses con la aprobación del 'two pack'. Según esta normativa, la Comisión podría contar con poderes para analizar los Presupuestos de un país antes de su aprobación e incluso forzar a un Gobierno a pedir el rescate. Si España no mantiene firme su rumbo, puede ser el candidato ideal a probar todo el peso de la nueva vigilancia intensiva de la UE.