SOMOS DOSCIENTOS MIL

PREPARANDO EL TERRENO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Como en muchas ocasiones he manifestado a través de estas líneas, incluso en cualquiera de las tertulias radiofónicas o televisivas a las que últimamente estoy siendo invitado, no milito en ninguna formación política. Ello, claro está, sin perjuicio de que durante algunos años de mi juventud formé parte de una formación abiertamente de izquierdas, quizás de una izquierda profundamente idealista que -ahora que lo pienso- tal vez fue lo que propició su desaparición.

Sin embargo es cierto que la madurez -y este cronista hace años que peina canas-, bien nos radicaliza en esas posiciones de izquierda que hemos vivido de jóvenes, bien nos modera hacia posiciones más conservadoras. Supongo, pues seguramente muchos grandes teóricos habrán analizado el tema, que en ese devenir juega un gran papel el cómo nos ha ido tratando la vida a cada uno de nosotros. Con ello no quiero dar a entender que si la vida nos ha maltratado seamos de izquierdas y si ha sido placentera nos volvamos de derechas. Pero coincidirán conmigo en que toda nuestra vida: nacimiento, educación, profesión, amistades, ideas que transmite la familia, etcétera, van marcando nuestra existencia y ello, indudablemente, influye en nuestros ideales políticos.

Largo toda esta perorata un poco para que, cada uno de ustedes, se pueda hacer una idea aproximada de en qué situación se halla este cronista de cara a las elecciones del próximo 20 de noviembre, En modo alguno pienso desvelarles a qué formación política votaré y, menos aún, pedirles el voto para cualquiera de ellas aunque, eso sí, una cosa tengo clara y es que iré a votar. De hecho, les animo a que hagan lo mismo. Las posturas abstencionistas son muy bonitas para soñar despiertos pero, en la práctica y con la que está cayendo, no valen absolutamente de nada.

Sin embargo y aunque, como decía, no pienso descubrirles mi intención de voto, por el contrario si comienzo a tener claro qué formaciones políticas posiblemente no estén entre mis preferencias a la hora de introducirme en la cabina, elegir las papeletas, y dirigirme a ejercer mi derecho al voto. Seguidamente les explico el porqué.

Para mí, qué quieren que les diga, el lema bajo el que un partido político concurre a unas elecciones es sumamente importante. El lema es fruto de meses de reflexión profunda por parte de los ideólogos del partido que pretenden, con una sola palabra o una frase corta, llamar la atención del electorado resumiendo hacia dónde camina esa formación. Y repasando la cartelería de estas elecciones, encuentro que el lema de dos formaciones de izquierda me trastornan profundamente, pues decir que me alarman quizás sea exagerar.

Por un lado está el PSOE con su lema «pelea por lo que quieres». Por otro IU, con una palabra que va más allá: «rebélate». Sendos lemas tienen sus migas pues, ante el más que previsible triunfo del Partido Popular -todas las encuestas así lo indican-, ambas frases dan una idea de cuál será la actitud y el discurrir de estas formaciones una vez que los populares alcancen el poder. No es casualidad que los trabajadores de Delphi se manifiesten a las puertas de cada acto político que realiza el PP cuando, cuantas promesas les han sido realizadas, muchas de ellas incumplidas, han venido desde el PSOE.

Pero volviendo a los lemas que les comentaba, ambos podrían rayar lo delictivo al tener encuadre dentro de nuestro Código Penal. El diccionario de la Academia de la Lengua define la expresión «pelear» como «batallar, combatir o contender con armas». Igualmente, como segunda acepción "contender o reñir, aunque sea sin armas o sólo de palabra". Por su parte para la expresión utilizada por IU «rebélate», el diccionario la define como «sublevar, levantar a alguien haciendo que falte a la obediencia debida». Si se molestan en hojear nuestra ley penal, verán que todas esas definiciones se enmarcan sin dificultad alguna en uno o varios de sus artículos.

Así que claro como el agua, ninguno de esos lemas me gusta. Creo que frente a la pelea o la llamada a la desobediencia, debemos inclinarnos por aquéllos que piensan que ha llegado la hora de trabajar juntos para sacar este país adelante y, a ser posible, en la misma dirección.