LA ESPERANZA COLECTIVA 20 2

Doscientos años de cante por alegrías de Cádizx

FLAMENCÓLOGO Actualizado: Guardar
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Ciertamente no podemos fijar la partida de nacimiento de este cante gaditano que, en cierto modo, define todo un temperamento, una forma colectiva de vivir y de sentir. Su mismo nombre, alegrías, interpretadas durante el estallido bélico de 1808, tomándolo a broma, justifica la mentalidad de la blanca ciudad atlántica.

Con el cerco de Cádiz nacen, al menos al conocimiento histórico, unas coplillas irónicas, satíricas, chuflonas y variadas denominadas por alegres. Cualquier cantar era válido: el fandango de Cádiz, la jota Navarra, la cachucha, la jeringoza. El pueblo voluntario hacía la guerra y cantaba desde el lejano Sacti Petri al Ebro caudaloso. Por allá la jota aragonesa, por acá una alegre chuflilla, una higa lírica y popular.

Si algún cantar serio asomaba por las salinas, lo mirabais cara a cara un ratillo, comenzaban a humedecerse vuestros ojos alegres, cuando haciendo una cabriola y volviéndole la espalda lo metisteis por alegre son de tangai. Así, en estas palabras de José Carlos de Luna, queda aclarada la psiquis de este pueblo blanco de cal y azul de mar y cielo.

Las coplas, por muy trágicas que fueren quedan convertidas en alegres sones, en tintinear de campanas, en trinar de pájaros. Las alegrías y el liberalismo nacen hijos de ese siglo tumultuoso, en lucha sin tregua por independencias y libertades, el XIX, y de esa salada claridad machadiana con la que el poeta expresó el espíritu de Cádiz, la ciudad que junto al general No Importa y sus murallas, se tomó a fiesta el asedio de los franceses. En lugar de himnos sacros, responsos, plegarias.Cádiz se pasaba los días y las noches en perpetua fiesta. Alcalá Galiano en su Memoria de un anciano, nos dice refiriéndose al asedio: Fue una juerga que se corrieron los gaditanos vestidos de uniformes.

El escritor Lino Novas Calvo en su biografía novelada sobre Pedro Blanco Fernández de Trava, Pedro Blanco el Negrero, nos dejó un fiel testimonio del Cádiz de 1812, aunque recordando esta fecha, relata la estancia en Cádiz de su protagonista en 1814.

Resonaba aún el eco de los cañones de Soult y de los balcones caían coplas contra los franceses. La ciudad era como una larga sierpe de cabeza blanca con un halo de vela de corbetas y fragatas. Es una tentación la lectura de esta obra pues en ella queda reflejado el Cádiz popular de la época, la piratería, la delincuencia, la picaresca y el alegre espíritu de la ciudad que derrotó a las tropas napoleónicas cantando y bailando.

Las alegrías pudieron más que las bombas de los fanfarrones y en este próximo Bicentenario bien merecen recordarlas, pues ellas, como un vino generoso, embriagó de entusiasmo y esperanza a todo un pueblo -por primera vez soberano- en la conquista de su territorio, de su Estado, de su libertad y de sus valores. Ellas, junto a las murallas que abrazaban a la ciudad y el general No Importa, ganaron la Guerra de la Independencia -la de los franceses y la del despotismo ilustrado-, engendrando la España moderna, haciéndola pasar del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen, que fue lo que supuso el nacimiento del constitucionalismo actual.

Si la Constitución de Cádiz va a cumplir doscientos años, las alegrías también y debe de celebrarse con el mismo entusiasmo histórico.