MILENIO

ARREGLADO VAS

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La única posibilidad que tienen los ciudadanos españoles de que su nombre no figure en ningún ERE es no haber cumplido la mayoría de edad. Por consiguiente, si al hojear un periódico cualquier ciudadano o ciudadana tropiezan sus ojos con su nombre propio en una lista de un ERE, lo mejor que puede hacer es tragar saliva, mirar a su alrededor y si está en la vía pública apresurar sus pasos para quitarse de en medio.

Ha sucedido en Córdoba. Al parecer una joven, por ciertos correveidile que la implicaban con la trama fraudulenta de un ERE en el que figuraban ocho prejubilados falsos, ha renunciado a figurar en la lista del candidato del PP a la Alcaldía de Córdoba. Con independencia de que el presunto incidente se confirme o no, la candidata por el PP al gobierno municipal cordobés, ha renunciado inmediatamente a figurar en la candidatura conservadora. Juego limpio, se llama el caso, y que abunde el detalle.

Lo hemos confirmado en los últimos días. En uno de esos sondeos que periódicamente se practican en el cuerpo social español, el resultado de la muestra indica con claridad que la actividad política es uno de los aspectos que más preocupan a la sociedad nacional.

En cualquier caso, la sociedad española, todos nosotros, tampoco estamos muy por encima, en rigor, en valores sociales y comportamientos colectivos de los cargos públicos. Lógico. Mandatarios y ciudadanos, gobernantes y gobernados, tenemos el mismo origen, la misma escala de valores y manejamos las mismas claves picarescas llegada la ocasión.

Lo que si nos separa de los mandatarios es el nivel y trascendencia de nuestras responsabilidades individuales. Mucho de nosotros, unos más y otros menos, tenemos experiencias negativas a la hora de plantearles a los mandatarios políticos actitudes acomodaticias que adoptan cuando son requeridos para aclaraciones puntuales: se arrellanan en sus asientos de mando, hacen como si te prestaran un gran interés, y te sueltan el réquiem de rigor: «No te preocupes, solucionaremos el tema». Y lo dicen a través de un propio que está en el tema, conoce bien al prócer y te mira condescendiente como diciendo «arreglado vas, majo». Cierto. De los mandatarios, cuarto y mitad. Y ábrete rápido.