CÁDIZ

Mi reino por un bonobús

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Es un servicio beneficioso teóricamente para todos. Fomenta el transporte público, garantiza un mayor número de viajeros para la empresa concesionaria, que vende desplazamientos por adelantado, y asegura un importante ahorro (de casi el 40%) para el viajero.

Sin embargo escasea. Se ha convertido en un pequeño tesoro cotidiano. Los más adeptos a su uso frecuente están acostumbrados «a recorrer varios establecimientos» antes de encontrarlo.

Es difícil de hallar. Las facilidades para su venta brillan por su ausencia y los usuarios deben hacer un esfuerzo para poder pagarlo y llevárselo al bolsillo.

Insólito en una idea que carece de detractores, de la que todos son beneficiarios. Es el bonobús, la tarjeta más común del transporte público en España. En Cádiz, la Compañía de Tranvías de Cádiz a San Fernando y Carraca la ofrece por 6,35 euros. A cambio, diez viajes. Eso supone que cada uno sale a 63,5 céntimos. El billete convencional vale un euro.

No hay que hacer muchos cálculos. Trae cuenta. Sin embargo, su compra es una odisea. Se agota, los puntos de ventas escasean y cambian sin previo aviso. Los que están activos, frecuentemente los han agotado. El expendedor automático de la plaza de las Tortugas desapareció y nunca fue sustituido. Los usuarios responden al unísono que «cuesta encontrarlo, no está disponible en muchos lugares», afirma Ángel Carreño, pero han aprendido a buscarlo.

Luis, en el quiosco de la calle Drago, da las primeras claves. Habla tras un gran cartel que dice «bonobús agotado» y que ha tenido que preparar para evitarse mil preguntas diarias.

Asegura que en su local piden muchos, «hasta 200», pero nunca son suficientes. La compra de las tarjetas de cartón, para venderlas, supone un desembolso para los quiosqueros y una gestión algo farragosa, «a veces hay que pedirlos por fax», pero se agotan enseguida. La demanda es muy superior a la oferta. «Mira a ver en el Banco Santander de la esquina».

El cajero de esa oficina, el pasado jueves 4, admite que en ese lugar «se vende» pero, como casi siempre «no quedan». La repetición de la pregunta en distintos negocios lleva a una respuesta común: el bonobús escasea y sólo es atractivo para el usuario.

Ni para la empresa de transportes ni para los intermediarios es una fórmula rentable. «A cada bonobús le ganamos seis céntimos. Hay que vender cien para ganar seis euros», detalla Raquel González, del estanco que hace esquina entre Cervantes y Sagasta. «Con uno solo que se me pierda o que se estropee, he perdido el margen de ganancia de un centenar», añade. Aún así, afirma que siempre tiene, que los pide y que los vende con regularidad. Lo hace por tener una atención a los clientes, un atractivo más, no por rentabilidad.

«Es por servicio a los ciudadanos, porque no trae cuenta, no tiene margen ni supone beneficio. Es una fórmula obsoleta que ya deberían cambiar por las tarjetas recargables», afirma Manuel González, del popular quiosco Lucero.

La Federación de Asociación de Consumidores y Usuarios, Facua, como portavoz de todas esas opiniones particulares, concluye el Ayuntamiento de Cádiz «no tiene una verdadera voluntad de fomentar el transporte público colectivo en la ciudad». Su portavoz, David Cifredo, afirma que los responsables de facilitar la compra de estas tarjetas multiviajes tan demandadas «pasa olímpicamente» y lo corroboran con el hecho de que la denuncia tenga años de antigüedad sin que se haya hecho nada por remediarlo.

Como principales dificultades para la compra del bonobús, asegura que existe una «escasa publicidad de los puntos de ventas. Se limita a una lista en la web municipal y a su publicación, muy de tarde en tarde, en la prensa escrita». Al mismo tiempo, Cifredo cree necesario que vuelvan a instalarse maquinas expendedoras que, recuerda, estuvieron funcionando durante mucho tiempo y que, según señaló en su día el ex edil Jorge Moreno, fueron desmanteladas con la promesa de desarrollar la venta en establecimientos y la publicidad, lo que, finalmente, no se ha llevado a afecto.

Según el responsable de Facua Cádiz, las máquinas expendedoras, entre otras ventajas, aseguran que el usuario pueda adquirir el bonobús en cualquier fecha y hora y que no se encuentre con la sorpresa de que un establecimiento que figura como punto de venta haya decidido dejar de hacerlo.

El Ayuntamiento de Cádiz, a través del concejal Santiago Posada, admite sin mencionarlo que el sistema es deficiente. De hecho, recuerda que la transformación del bonobús actual a la tarjeta recargable se realizará, progresivamente, antes de finales de 2011. De hecho, recuerda que ya hay lectores instalados por el Consorcio de Transportes en los autobuses municipales. Estas máquinas servirán para el uso de todas las nuevas tarjetas recargables, entre las que estarán las del buho-bus o la tarjeta del mayor.

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