Obama saluda, ayer, a empresarios y hombres de negocios indios durante su estancia en Bombay. :: REUTERS
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Asia quiere aprovechar la baja forma de Obama

Debilitado por su caída electoral se enfrenta en su gira a un envalentonado líder chino y al duro examen del G-20

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Ya no es el hombre más poderoso del mundo, y se nota. Esta semana, la revista 'Forbes' le ha retirado a Barack Obama tan distinguido título para dárselo a su principal adversario en la esfera internacional: su homólogo chino, Hu Jintao. Además, la derrota en los comicios para el Senado ha dejado claro que su carisma también va perdiendo brillo. El 'yes, we can!' ya ha dado todo de sí, y ahora es momento de que lo demuestre. Así, el presidente estadounidense no llega en su mejor momento para tratar de ganar peso en Asia, un continente vital para la buena marcha económica de la principal potencia mundial.

En cualquier caso, no tiene alternativa. Las dificultades para crear empleo y exportar productos y servicios son algunas de las razones por las que el electorado le ha dado la espalda, y la infravaloración del dólar comienza a irritar en todo el mundo. Para tratar de dar solución a estos problemas, el dirigente que ya no hace vibrar al mundo comenzó en India su gira más larga.

Uno de los principales periódicos del país de Gandhi no albergaba dudas al respecto de su objetivo: «El foco de Obama está en crear una fábrica de empleo para los americanos», titulaba 'The Times of India' la información sobre su llegada a Nueva Delhi. Y el presidente no tenía intención de engañar a nadie. Ayer, en Bombay, donde recibió un multitudinario recibimiento, el inquilino de la Casa Blanca abogó por eliminar las barreras comerciales entre EE UU e India, país que calificó como «mercado del futuro» y «socio indispensable» en el siglo XXI.

Y como prueba de sus intenciones anunció la firma de una veintena de acuerdos por valor de más de 7.000 millones de euros, que supondrán la creación de entre 50.000 y 60.000 puestos de trabajo en EE UU. No obstante, el Ejecutivo de Manmohan Singh, consciente de que Obama necesita un éxito como este para sobrevivir, no se lo va a poner fácil. Habrá que ver qué condiciones ha suscrito para realizar la transacción y si implica a la política estadounidense en Pakistán. Algo aún más presente después de que el mandatario afroamericano obviase mencionar al vecino indio a la hora de recordar a las víctimas de los atentados de 2008 precisamente en Bombay y de los que Delhi acusa a Pakistán de ser cómplice por dar cobijo a sus autores. La omisión no sentó muy bien a las autoridades indias, pero de lo que se trata en definitiva es de sacar tajada. Más si el paquete va adornado con elogios a los valores democráticos que India comparte con EE UU, en palabras del ilustre invitado.

¿Pero le abrirán a Obama sus puertas el resto de países asiáticos que se han convertido en la locomotora del crecimiento en el mundo? La clave, sin duda, está en China. Por un lado, la creciente arrogancia de Pekín en la comunidad internacional, y sobre todo en la forma con la que resuelve sus disputas económicas y políticas, preocupa en un continente que busca en EE UU el contrapeso a la influencia que ha ganado el gigante asiático.

Por otro lado, nadie quiere irritar a los líderes chinos en un momento en el que controlan un mercado clave para la supervivencia de cualquier economía. Cualquier desaire se puede traducir en un drama: lo ha sufrido Japón, al que China cerró el grifo de 'tierras raras', imprescindibles para la producción de electrónica, como medida de presión política para que liberara al capitán de un pesquero que había sido detenido en aguas disputadas por ambos países. La otra cara, la de la sonrisa, la ha puesto Nicolas Sarkozy esta semana después de venderle a Hu Jintao más de un centenar de Airbus.

Por todo ello, la reunión más importante será la que mantendrá el jueves Obama con el máximo dirigente chino. A Hu le reprochará una vez más que mantenga infravalorada su divisa, el yuan, y que no respete los derechos humanos en el gigante asiático. Pero con la guerra del dólar y los documentos revelados por Wikileaks, la suya no es una posición muy ventajosa.

En ambiente más distendido se espera que discutan las relaciones con Corea del Norte, después de que el dictador comunista Kim Jong-Il haya nombrado a su sucesor. Todos estos asuntos se tratarán en el marco de la cumbre del G-20 que se celebrará en Seúl, la capital de Corea del Sur, un país con el que Obama también quiere cerrar un Tratado de Libre Comercio. Allí llegará después de hacer escala mañana en Yakarta. En la capital de Indonesia se dirigirá a los musulmanes después de haber visitado la mayor mezquita del sudeste de Asia.

Para el final deja la etapa más fácil. Le llevará a Japón, aliado incondicional y anfitrión del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). El país del sol naciente es el más interesado en estrechar lazos con el de las barras y estrellas. El creciente poderío militar chino preocupa en el Pacífico, aunque lo que más daño hacen son los misiles económicos que lanza el Partido Comunista. El Ejecutivo de Naoto Kan quiere diversificar su comercio exterior. Sin duda, el mejor lugar para que Obama logre su redención y regrese a casa con alguna buena noticia.