Los extintores de los juzgados no se revisan desde hace más de cuatro años, el de la imagen debería de haber sido cambiado en 2007. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

Los juzgados de lo Penal dan pena

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«Serán provisionales, unos juzgados 'puente'». Eso al menos, es lo que en el año 2007 prometieron a los funcionarios de los juzgados de lo Penal, cuando se mudaron desde la Cárcel Real hasta el estadio Ramón de Carranza. El traslado sería temporal, a la espera de la llegada de la tantas veces atrasada Ciudad de la Justicia de Cádiz. Pero de aquello se cumplen ya tres años y medio.

Mientras esperan a que el futuro Palacio de Justicia se erija -2014 es la última fecha anunciada-, los funcionarios de los órganos de lo Penal reclaman que la Junta acometa mejoras en estas dependencias, en las oficinas de Preferencia del Estadio, que a su juicio no cumplen con las condiciones que se esperan de unas dependencias judiciales.

Enchufes y cables bajo las mesas, olores y ruidos procedentes del supermercado instalado en sus bajos, o que sólo exista un baño, hasta los problemas con el aire acondicionado, son sólo algunos de estos detalles que denuncian los trabajadores. Quizá los de menor importancia. Otros, en cambio, claman al cielo, como que todos los extintores de la planta hayan sido revisados por última vez mayo de 2006. «Estamos sobre la maquinaria del Supersol y cualquier día vamos a salir ardiendo como lo hizo el juzgado de Sanlúcar», augura un funcionario, mientras ondea en la mano un fax enviado a la delegación de Justicia hace un mes y medio en el que se adivina la silueta fotocopiada de dos cucarachas, cazadas en el juzgado. «Hemos sufrido una plaga, así que se las mandamos a la delegación cada vez que encontramos una», explica.

Con todo, son las carencias en materia de seguridad las que más denuncian en las oficinas de Preferencia, tanto los funcionarios, como los secretarios judiciales, como los propios jueces: «Llevamos años pidiendo un arco de detección de metales, como los que existen en todas las dependencias de la Junta; en cambio, aquí, donde se trata precisamente con personas que han cometido delitos, cualquier persona puede entrar sin más con un arma», se lamentan dos jueces.

Las denuncias por problemas en la infraestructura no son sólo una lamentación a puerta cerrada. Ya en 2007, CC OO denunciaba ante la Inspección de Trabajo las «pésimas condiciones ambientas» de estas oficinas, recién inauguradas. Y en 2009, una evaluación de riesgos laborales elaborado por la propia Junta, a petición del mismo sindicato, recogía algunos de estos problemas denunciados, como la falta del arco de seguridad o el ruido. Aunque la mayoría de los riesgos que señalaba dicho informe son de carácter psicosociales, causados por el estrés que genera en los funcionarios la más que patente sobrecarga de trabajo que acumulan los juzgados, agudizada además por lo delicado del tipo de asuntos que llegan hasta ellos. «Luego dicen que si ocurren casos como el de Mari Luz; ¿quién te dice que en esa montaña de papeles no haya quince iguales?», apunta un funcionario mientras señala una mesa, cargada de documentos apilados.

Desde Comisiones Obreras se recuerda que, tras aquella evaluación, la Junta no ha aplicado las medidas que se les sugerían, como la elaboración de un plan de riesgos laborales. Lo cierto es que, a finales del pasado año, se llevó a cabo una importante inversión por parte de la entonces Delegación provincial de Justicia, al inaugurar unas nuevas salas de vistas con acceso desde la avenida Juan Carlos I, que retiró a quienes acudían a los juicios de los estrechos pasillos de los juzgados, donde se mezclaban con quienes esperaban turno en el Registro Civil.

Falta de espacio

Sin embargo, los empleados reclaman que los cientos de metros libres de las antiguas salas, ahora vacías, sean reutilizados, para almacenar los miles de expedientes que se amontonan en las pequeñas habitaciones ya sobrecargadas que se utilizan como archivos. «Ya no sabemos dónde vamos a meter los papeles», se queja a este periódico un agente judicial, mientras observa un cuarto de unos nueve metros cuadrados, donde se mezclan pruebas de antiguos juicios con archivadores de cartón, que esperan, como los funcionarios, la llegada de la Ciudad de la Justicia.