PINCHITO MORUNO

DEFENSA DEL CAMARERO

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Tenemos una especie de leyenda negra sobre los camareros de Cádiz. Nos ponemos a contar cosas de ellos y siempre salen mal parados. Les acusamos de dejadez, de tratar mal al cliente y, en algunas ocasiones, los acusamos de ser más bien guarretes. No voy a decir que no haya casos de las tres posibilidades... y los hay que las tienen hasta las tres juntas, pero también creo que existen muy buenos profesionales y gente que hace muy bien su trabajo.

Ser camarero no está de moda. Hasta a las escuelas de hostelería les cuesta llenar las sillas de chavales que quieran dedicarse a la profesión mientras que hay cachetás por 'cogé' un puesto de estudiante de cocina.

Considero que es una profesión muy difícil. La gente se divierte a tu lado y tú allí sudando y llevándole cervezas fresquitas y choquitos. Además con la sonrisa puesta y la educación de guardia. No siempre es fácil porque hay gente que cree que estar de cachondeo significa también cachondearse del camarero.

Considero que en la provincia de Cádiz hay muchos sitios que funcionan muy bien gracias a sus camareros, pero si hay un sitio donde estos funcionen de maravilla a pesar del estrés que soportan es en Casa Balbino de Sanlúcar. Muchas veces, mientras espero a que llegue su impresionante tapa de tortillitas de camarones, me gusta fijarme en cómo se mueven más de una decena de tíos en una minúscula barra en la que todo el mundo al otro lado te grita buscando atención para que le sirvan las tapas. A veces temo que va a pasar como en Almonte y alguno se va a saltar la barra para sacar en procesión unas croquetas. Sin embargo, y mira que he ido veces porque le tengo devoción al sitio, no he visto a nadie que se vaya mosqueao y eso que la bulla es monumental y a veces es necesario esperar más de diez minutos para que lleguen las ansiadas tortillitas.

Los camareros de Balbino, perfectamente uniformados y limpios, siempre saben poner la sonrisa, hacer una broma y consiguen eso tan difícil de hacer las cosas rápido sin que parezca que van con bulla. Tengo la sensación de que Balbino está siempre lleno por muchas cosas: por sus tapas exquisitas, por sus precios, pero también creo, que en parte, se debe también al buen hacer de sus camareros y estas cosas también hay que decirlas, que todo no va a ser 'criticá'.