MUNDIALES DE ATLETISMO

El tiempo en contra de Bolt

El jamaicano gana los 200 y este domingo espera lograr su octava medalla de oro en unos Mundiales para igualar a Lewis, Johnson y Felix

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Usain Bolt es tan grande que todo lo que no esté a su altura parece minúsculo. Cualquier otro velocista del mundo hubiera matado por esos 9.77 segundos bajo un chaparrón y ligero viento en contra en la final de los 100 metros. O, como en el previsible desenlace de los 200, los 19.66 que son la mejor marca mundial del año. Pero en él estos registros fabulosos saben a poco. El jamaicano había anunciado que iba a correr realmente duro en la curva para ver hasta dónde podía llegar. Y en los últimos metros se vio que no tenía más cuerda. Por eso se dejó llevar en los cuadros y por eso dio la sensación de no ser tan apabullante como el Bolt de Pekín y Berlín.

El tiempo, tanto el cronómetro que se detiene al cruzar la meta, como el reloj que jamás se para porque así es la vida misma, juega en su contra. Los 19.66 son su décimo mejor resultado en el doble hectómetro. Pero todo depende del momento en el que suceda. Porque esos cuatro números, esos mismos 19.66, conmovieron al mundo el 23 de junio de 1996, el día que Michael Johnson, ‘El expreso de Waco’, batió el récord del mundo de los 200 en la final de los Juegos Olímpicos de Atlanta. Ese día, como sucede siempre con las plusmarcas, parecía inasequible.

Pero así es el nuevo Bolt. Notable, pero no sobresaliente. Y eso cuesta de ser asimilado por el público que se había enamorado del Rayo, de su velocidad impresionante, de su facilidad pasmosa para batir los récords, de su rostro expresivo que siempre tenía una mueca divertida para la cámara. Y el aficionado empieza a entender que el espectáculo puede encontrarse en otros frentes atléticos, como esa estadounidense llamada Brianna Rollins, un diapasón sobre las vallas altas, que ha destronado (12.44 con -0.6) a otro prodigio como es la australiana Sally Pearson, plata a pesar de estar lesionada hasta hace un par de meses. Rollins aún no ha batido el récord sospechoso de la búlgara Donkova, pero lo intentará y de momento ya lleva 34 carreras invicta.

O Stephen Kiprotich, ese fondista ugandés que era un desconocido hace 13 meses y que hoy puede presumir de ser campeón olímpico y del mundo, algo que solo había conseguido Gezehegne Abera. Kiprotich, que se entrena con sus vecino kenianos en Iten, sorprendió cuando a falta de dos kilómetros comenzó a jugar literalmente con Desisa. El etíope, que iba pegado a su espalda, no pudo seguir su cambio de ritmo cuando el ugandés empezó a zigzaguear de un lado a otro del asfalto. La medalla que no ganó Kenia en maratón estuvo a punto de llegar, el mundo al revés, en jabalina. Julius Yego, un joven que aprendió a lanzar viendo vídeos en Youtube, perdió la tercera plaza en el último lanzamiento y finalizó cuarto.

Aunque Bolt es mucho Bolt. La leyenda también debería ganar este domingo el relevo de 4x100 con Jamaica. Cuando lo logre habrá alcanzado otro récord, el de las ocho medallas de oro que han conquistado otros grandes como Carl Lewis, Michael Johnson o Allyson Felix. Aunque, de momento, ya ha logrado en Luzhniki algo que no tiene nadie más: tres títulos mundiales en los 200 metros.