ILeonid Tibilov, en una imagen de archivo. / Zazbek Vakhayev (Efe)
tras los comicios del domingo

Rusia induce una farsa electoral en Osetia del Sur

Moscú maniobra sin cesar para no perder el control sobre el enclave arrebatado a Georgia

CORRESPONSAL EN MOSCÚ Actualizado: Guardar
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Rusia ha logrado, tras ciertas dificultades, poner por fin al frente de Osetia del Sur a un hombre de su confianza: al antiguo responsable del KGB (servicios secretos soviéticos), Leonid Tibilov. Al igual que el presidente electo de Rusia, Vladímir Putin, Tibilov se formó en la escuela del temible KGB, llegó a general y dirigió durante los años 90 la seguridad en Osetia del Sur.

Putin, que sólo alcanzó el grado de coronel, continúa así su demostrada tendencia a confiar fundamentalmente en los 'chekistas' (agentes de los servicios secretos y de la policía política). Especialmente cuando se trata de provincias arrebatadas a otro país como es el caso de Osetia del Sur, enclave que la ONU reconoce como parte indivisible de Georgia.

Tibilov, de 60 años de edad, ha obtenido en la segunda y definitiva vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el domingo en Osetia del Sur más del 54% de los votos. Su rival, el adjunto a la Presidencia en materia de Derechos Humanos, David Sanakóyev, no ha llegado al 43%. Los comicios, según las organizaciones internacionales, no han sido limpios ni democráticos.

Y es que la principal líder opositora, Alla Dzhióyeva, no ha podido concurrir a las elecciones por decisión del Tribunal Supremo de la república. Dzhióyeva se alzó con la victoria en las presidenciales habidas el pasado mes de noviembre ante el que Moscú consideró entonces su preferido, Anatoli Bibílov. Los resultados de los comicios fueron anulados por el Tribunal Supremo, que adujo irregularidades no reconocidas por la Comisión Electoral Central, y encima la inhabilitó para poderse presentarse a la nueva convocatoria.

Dzhióyeva movilizó a sus partidarios e intentó sin éxito organizar una ceremonia de juramento del cargo. Fue acusada de pretender dar un “golpe de Estado” y enviaron para detenerla una unidad especial de fuerzas especiales, cuyos miembros la golpearon brutalmente. La dirigente opositora tuvo que ser hospitalizada.

El presidente saliente, Eduard Kokoiti, al que Rusia ha ayudado con todos los medios posibles, incluidos los militares, está detrás de lo sucedido con Dzhióyeva. Él sigue controlando la república en la sombra y su partido detenta la mayoría en el Parlamento. La decisión de Moscú de forzar a Kokoiti a dejar el poder se debe a su imagen de mafioso y a sus oscuros negocios.

Intervención militar

Rusia intervino militarmente en agosto de 2008 para abortar el intento del presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, de neutralizar por la fuerza a los separatistas de Osetia del Sur, provincia perteneciente a Georgia que se proclamó independiente a comienzos de los años 90. Tras la contienda relámpago de 2008, el Kremlin reconoció la independencia de Osetia del Sur y después lo hicieron también Venezuela, Nicaragua y los estados insulares de Nauru y Tuvalu. Rusia mantiene tropas desplegadas en Osetia del Sur y en la vecina Abjasia, cuya independencia también reconoció.

La falta de 'química' entre Putin y Saakashvili se remonta a 2003 cuando éste último llegó al poder en Georgia después de la llamada 'revolución de las rosas', preludio de la 'naranja' que estallaría en Ucrania un año después. A partir de aquel momento los dirigentes surosetas y abjasos exacerbaron su actitud secesionista. Putin ordenó además un duro embargo contra Georgia en octubre de 2006 por la detención de varios oficiales rusos acusados de espionaje, que, no obstante, fueron puestos en libertad a los pocos días. En agosto de 2008, cuando el presidente francés, Nicolas Sarkozy, viajó a Moscú para mediar en el conflicto con Georgia, Putin le dijo que deseaba "colgar a Saakashvili de los testículos".